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Nᴀʀʀᴀᴅᴏʀ
Observo el lugar con cierto desagrado, no era para nada su estilo. No era lo que pensaba hacer en su día libre, pero steve mcgarret es alguien muy distinto al resto, siempre sorprende.
—Cuando dije que quería hacer algo divertido, no hablaba de esto.—Le dijo señalando la montaña que steve quería hacerla escalar.
—¿Estas diciendo que no eres capaz de subir esto? Si quieres rendirte antes, solo dilo cariño.—Comento de forma burlesca, sabiendo lo competitiva que era.
—Solo decía, hubiera preferido pasar el día en la playa—Musitó mientras comenzaba a subir las escaleras, que te dirigian a la cima de la montaña.
—La playa ni siquiera te gusta.—Le recordó.
—Y eso significa, que esto me gusta mucho menos.—Le dijo riendo levemente al ver la cara de mcgarret.
Ambos comenzaron a subir, al final ya estaban en el lugar y le cumpliría el capricho de subir eso, aunque fuera muy aburrido de hacer.
—Sabes.. No tuve tiempo de decirte que tenias razón, tú y dani, son muy intuitivos. Es sorprendente.
—¿Razón de qué? Osea, siempre la tengo.. Pero ahora, ¿En qué fue?—Le pregunto mirándolo con esa mirada egocéntrica. Solo lo hacia por molestar.
—Sobre lo de corea del norte, tuviste razón con desconfiar..
Lo recordó.—Tienes cinco minutos para correr montaña arriba antes que te paté el trasero, entendido?
—¿Hablas enserio?
—Uno.. Dos..
—Soy un seal, no vas a poder ponerme ni un dedo encima.—Le advirtió.
—Tres..
—Williams.
—Cuatro..
Y él ya estaba corriendo montaña arriba. Muy valiente de su parte. Ella corrió detrás de él mientras reía.
—Mcgarret.. Dios, odio correr.—Suspiro con cansancio, apoyando su mano en su pecho por la irregularidad en su respiración.—Voy a morirme.
Habían llegado a la cima.
—¿Te encuentras bien?—Se acerco a ella con preocupación, fue en ese momento que ella sonrió golpeandolo ligeramente en la parte baja de su abdomen.
—Si, genial. ¿Y tú?
—Oye.. Eso fue jugar bajo, hiciste que me preocupara.—La miro con seriedad, haciéndola reír.— ¿Y te ríes? ¿Quieres reírte en verdad?
Él la sorprendió haciéndole cosquillas, como odiaba eso. También odiaba que mcgarret tuviera más fuerza que ella, no podia soltarse de sus brazos.
—Yayaya! —Suplico golpeando el brazo del comandante, que se reía de ella.—No juego más, ya basta.
—¿No qué muy ruda?
—Sabes no te pateo el trasero, porque eres mi jefe y necesito el trabajo, sino estarías muerto.
Él río. Era lindo escucharlo reír, porque casi nunca sucedia.
—¿Quieres ir a comer?—Propuso.
—Si, esa idea me gusta mucho más.—Le sonrió ampliamente.
—Hay que bajar.—Le recordó.
—¿Te gusta entrenar?
—Si, ¿por qué?—Pregunto con confusión. Ella no dejaba de sorprenderlo.
Ella se puso atras de él y golpeo ligeramente su espalda pidiéndole que se agache, él se giro mirándola de forma acusadora.
—¿Qué? No me gusta entrenar y me duelen las piernas, se un caballero y cargame, yo pago la comida.
