Capitulo 9

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Buenas. Soy yo de nuevo. 

Hoy partiré diciendo que amo infinitamente todos sus comentarios, y que siempre trato de hacerme el tiempo de responderlos todos. Me gusta mucho hablar con ustedes y saber su opinión o sus suposiciones. Muchas veces me he tenido que aguantar para no dar ningún spoiler.  Pero es que, bellas personas, las quiero tanto, que casi no me contengo. 

Nuevamente gracias infinitas por todo su apoyo. Por leerme y por sus votos. Agradecida eternamente con ustedes. 

Sus mensajes son completamente alentadores. 

Y muchas gracias por la paciencia de seguir esperándome por cada actualización.  Espero, realmente, que esto les siga gustando tanto como a mí me gusta escribirlo para ustedes. 

Las amo.  



Aegon volvió a entrar en la cocina y encontró a su hermana con los brazos apoyados en la mesa y la cabeza descansando sobre ellos. Igual que cuando era una niña pequeña y lloriqueaba porque su propio padre ignoraba su presencia por completo o su abuelo la regañaba duramente. Ahora no lloraba, pero estaba igual de triste y asustada. Apretó sus manos en puños y deseó que la vida, por tan solo una vez, dejara de ser tan injusta por lo menos con ella. Ella era la mejor de los tres, la única que no se contaminó jamás con el resentimiento de Otto.

Se sentó en frente de ella. -¿Quieres tenerlo?

Helaena se enderezó y lo miró. –Yo sé que voy a causar muchos problemas, Aegon.

-No te estoy preguntando eso. –El rubio le sonrió. -¿Quieres tenerlo? –Volvió a repetirle la pregunta.

Helaena asintió.

Aegon le tomó una mano cariñosamente. –Eso es lo único que importa.

-¿Qué voy a hacer? No quiero que Aemond tenga problemas por mi culpa.

-Tú sabes que Aemond te apoyará. Nuestra madre también.

-Lo sé, pero no quiero que se tengan que enfrentar a Otto por mi culpa.

-Te estás olvidando de algo muy importante. –Aegon la miró con decisión. –Ya no estamos solos. Tenemos aliados.

-Nuestro abuelo me exiliará de esta casa. –Los ojos de la chica se volvieron a llenar de lágrimas. –Él aprueba el comportamiento de una persona como Dagon. Estoy segura que sería capaz de hacerme lo mismo o algo mucho peor.

-¡Eso no sucederá! –Aegon alzó su voz inevitablemente. –Nadie te hará nada de eso. Nadie te pondrá un dedo encima ¿Entiendes? –El rubio suspiro tratando de tranquilizar sus propios nervios. Comprendía que no era el mejor momento para una noticia como esa, pero ya estaba ahí, y no había forma de deshacerlo, no cuando Helaena quería tener al bebe. –Escucha, sé que soy bastante impulsivo y que no soy la persona más inteligente de todas, pero algo se me ocurrirá. Y como te lo dije, ya no estamos solos. ¿Cuánto tienes?

-3 semanas.

-Bien, tenemos tiempo. Aemond dijo que viajaría al extranjero con Otto, cuando ese maldito viejo no esté en esta casa, les diremos a los demás sobre tu embarazo, por mientras, creo que lo mejor es que siga siendo un secreto. Por cierto ¿Jorgen lo sabe?

Helaena sonrió tristemente. –Sí. Esa fue precisamente la razón por la que terminó conmigo definitivamente.

-¿Sabías que tenía una amante?

Helaena se mordió los labios antes de responder. –Sí. Lo sabía, pero pensé que sería algo pasajero. Ya sabes, nos comprometimos muy jóvenes. No me importaba, iba a pasarlo por alto si se decidía a casarse conmigo.

Sangre y AmorWo Geschichten leben. Entdecke jetzt