𓅅 PRÓLOGO 𓅅

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30 de Diciembre de 2022, dos meses antes de que todo comience.


Intento despertar cuando siento que la luz de los primeros rayos del sol que se meten por mi ventana me están pegando directo hacia el rostro, pestañeo varias veces antes de acostumbrarme a la irrupción de la iluminación en mi habitación y suelto un resoplido. Sé por ello que una vez más me he quedado dormido y por tal motivo tendré que apresurarme si deseo llegar a tiempo a la primera clase del día. Doy un bostezo y me siento en el borde de la cama donde lo primero que hago es tomar mi celular y mirar la hora. Son las ocho menos cuarto, tengo menos de treinta minutos para estar listo sino quiero quedarme atrapado entre la multitud de personas que salen cada mañana en la inmensa ciudad de Londres con dirección a sus trabajos o estudios.   

Sopeso mis opciones, las cuales comienzan desde quedarme en cama el resto del día y afirmarme enfermo ante mis maestros la próxima semana, y terminan con levantar mi trasero de la cama, darme un baño rápido y salir de mi acogedora casa para soportar el clima de 2C° que hace fuera. Me quedo mirando a la nada lo que me parecen diez minutos, quizá veinte, no estoy seguro, pero cuando llevo mi mirada nuevamente al celular apenas han pasado dos minutos... dos largos y tortuosos minutos. 

— Desearía que desaparezcas —gruño con mi mirada puesta en el estúpido número que señala la hora y el cual parece que ha quedado paralizado. Retengo la respiración esperando a que suceda algo y suelto un suspiro de alivio cuando finalmente cambia del siete al ocho. —De acuerdo, es suficiente por hoy. —digo cansado. No puedo seguir con la idea de levantarme cada día y reñirle al paso de los minutos, los cuales muy a mi pesar y con cero lógica de por medio, siento que se burlan de mí con el único objetivo de hacerme sentir más miserable. 

Me levanto de la cama y voy en dirección a la puerta del baño para darme una ducha, quizá un poco de agua caliente me pondría de mejor ánimo. Y es así, cuando siento caer las primeras gotas de agua sobre mi cabeza se nubla cualquier pensamiento negativo y siento como el ritmo de mi respiración cambia a una más relajada. Cierro los ojos para disfrutar del momento y es justo allí cuando vuelvo a abrirlos pasados menos de diez segundos. 

Su imagen me pega directo, en lo más recóndito de mis emociones y antes de siquiera percatarme de ello mi respiración ha vuelto a ser la de antes, una respiración entre agitada y profunda con ciertos momentos en los que aumenta su frecuencia. Odio cuando me pasa, lo cual significa que estoy odiándolo la mayor parte del tiempo. Tiempo... si hay algo que odio más que cualquier otra cosa es esa estúpida palabra y todo lo que conlleva. Maldito tiempo es lo que más tengo en mi vida... y eso me perturba, me perturba esta espera asfixiante. 

Cierro la llave del paso del agua y tomo la toalla que se encuentra a un costado de la ducha. Hago un vago intento de secarme y la envuelvo en mi cintura para acercarme al lavado y cepillarme los dientes. Culmino la tarea y regreso a mi habitación, tomo el celular y veo que casi son las ocho y media, me había tardado más de lo que creía en la ducha. Estaba claro que ya no tenía el tiempo suficiente para salir de casa, con suerte llegaría a la mitad de la clase y si algo odiaba mi maestro de Historia, tanto como yo mi existencia, eran los alumnos que llegaban tarde a sus conferencias. 

Llevo mi mirada hacia la mesita de noche donde descansa el libro que continuaríamos estudiando en la clase de hoy, Los Egipcios de Isaac Asimov. Hago un amago de sonrisa y de inmediato vuelvo a mi cara sin expresión, era muy irónico que estudiar Egiptología fuera lo único que me permitiera sentirme menos vacío y con algo parecido a un propósito en la vida. En todo caso, tendría que disculparme con mi maestro el día lunes y tratar de dormir un poco más hasta que sea la hora de dirigirme al trabajo. 

UNA VIDA ENCONTRÁNDOTE ©Where stories live. Discover now