𓈺 CAPÍTULO 5 - La verdad de Thutmes 𓈺

19 4 0
                                    

Duat / Amenti, Inframundo egipcio


Thutmes y su protector Anubis finalmente habían llegado. Después de un largo camino, habían cruzado la última gran puerta resguardada que los conduciría a lo que parecía ser su destino final, o más bien, al último obstáculo al cual Thutmes tendría que superar antes de cruzar la puerta al tan ansiado Campo de los Juncos. 

Las puertas empezaron a cerrarse detrás de ellos y Thutmes no podía sentirse más emocionado al saber que pronto vería a su amada Halima.

— Estamos aquí, como lo habéis pedido —habló Anubis a la nada, hacía la voz invisible que hace segundos atrás les había indicado que crucen la Puerta. 

Anubis... —se escuchó la voz y de entre un pasillo se pudo visualizar la silueta de lo que parecía ser un gran hombre, de igual o mayor estatura que Anubis, caminando hacía ellos. Tenía cabeza de Ibis, vestimentas que brillaban como el oro y llevaba consigo una tablilla de escritura en una mano y en la otra un pincel. — ...Siempre supe que no me defraudarías —terminó la frase cuando estuvo frente a sus dos visitantes. 

—Señor —saludó Anubis haciendo una pequeña reverencia hacía Thoth

—Te he dicho que puedes dejar las formalidades conmigo, Anubis. Ante los ojos de Ra somos todos iguales —explicó. Su voz sonaba con una dureza implacable, pero aún así se notaba que lo decía con afección hacía Anubis.     

— He traído conmigo a... —Anubis lo pensó y Thoth asintió.

— No tenéis de que preocuparte, los peligros han pasado. —dijo Thoth y ladeó la cabeza pensativo —O al menos mientras permanezcáis en mi Salón. —aclaró. Hizo una señal a Anubis y éste se movió hacia Thutmes, tomando su cayado con fuerza y dirigiéndolo hacía la cara de Thutmes, posándolo en sus labios que aún permanecían sellados.

— Tu boca es abierta por Ptah, —empezó a hablar Anubis. —las ligazones de tu boca son soltadas. Thoth ha venido totalmente equipado de hechizos, desatando las ligazones de Seth de tu boca. Te es dada tu boca, pues tu boca es abierta por Ptah. —recitó y Thutmes sintió como de inmediato su boca se abrió. 

Respiró profundo por su boca, tomando todo el aire que le fue posible, pues aunque eso no había impedido que sus pulmones se llenen de oxigeno con normalidad, al tener abierta su boca finalmente sintió el mismo alivio que le invadió al salir del Nilo cuando intentó ahogarse. 

Era renovador.

Thutmes se sentía un nuevo ser.

— Os agradezco —fue lo primero que dijo y se hincó de rodillas en el suelo, haciendo reverencia a ambos dioses. —Os agradezco infinitamente.

—No tenéis porqué hacer eso —le habló Thoth. 

—Sí tengo, de no ser por vuestra ayuda... —su voz sonaba ronca, como si estuviese a punto de llorar. —De no ser por vosotros... jamás hubiese cruzado aquellas Puertas. Ra sabe que así es. —dijo Thutmes sin levantarse y mirando al suelo. 

La baldosa dorada en la que se encontraba arrodillado era tan brillante que se podía ver reflejado en ella. Thutmes lucía exactamente igual como se había visto reflejado en el Nilo, minutos antes de tomar aquella decisión. Se preguntaba si tendría que lucir diferente ahora que se encontraba en el Amenti, ahora que había abandonado la vida terrenal para dirigirse a la vida eterna... Una vida eterna con Halima.

Se sentía feliz y el deseo que llorar frente a Thoth y Anubis se hacía cada vez más fuerte.

— No, no tenéis que hacerlo. No agradezcas. —volvió a decir Thoth con voz áspera. —Ahora levántate y dime cuál es tu nombre.

UNA VIDA ENCONTRÁNDOTE ©Kde žijí příběhy. Začni objevovat