❥. CAPÍTULO XLI

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—¡Krist! ¡Te juro que si no me llevas al hospital voy a tener a nuestro hijo en la cocina! —gritó Fluke adolorido por las contracciones.

—¡Ya voy! —Krist apareció por la puerta de la cocina con la pañalera en manos.

¿Cómo sucedió esto?

Meses antes, un día después del regreso de Off, después de que Krist se enterara del embarazo de Fluke por boca propia de su mejor amigo a quien creyó muerto por ocho largos años, él emprendió un viaje a Phuket, tenía que encontrar a Fluke, tenía que hablar con él, pedirle explicaciones, pedirle perdón, intentar estar con él y su bebé.

Al llegar la ciudad y no saber dónde vivía, fue al único lugar donde sabría que podría era con la hermana de su novia... no quería volverle a ver la cara a esa bruja, pero de ser necesario, lo haría. Entró al enorme edificio, sin pedirle a la secretaria que lo anunciaran.

—Cuñadito ¿Y este milagro?

—Tal vez te suene rara la pregunta, pero... ¿Dónde está tu asistente?

—¿Fluke? Renunció.

—¿Qué?

—Lo que oíste Krist, se fue hace dos días.

—¿Sabes dónde vive? —la pelirroja se rió.

—¿Crees que me interesa la vida de mis empleados? No.

Krist iba a salir de ese lugar que lo asfixiaba tanto, sobre todo la persona que era la dueña de ese tormentoso lugar.

—Es muy probable que tu amante se haya ido de la ciudad.

—¿Qué mierda dices?

—No pensé que tu amante era mi insignificante asistente, fui tan ciega, pero tu teatrito se acabó, me repugnas.

—Piensa lo que quieras Neen, tu opinión me la paso por mi arco del triunfo.

—Un sucio y asqueroso homosexual se iba a casar con mi hermana, pero no te preocupes, convencí a mis padres de que manden a Becky a Suiza, estoy cancelando todos los preparativos.

—Hija de puta —Krist tiró las cosas del escritorio de la pelirroja— Si, soy homosexual ¿Y? Que me gusten los hombres no le hace daño a nadie, soy libre amar a quien yo quiera.

—Eres una sucia mancha en nuestra sociedad.

—Gracias por cancelar la boda, no hubiera podido jamás soportarte.

—¡Largo de aquí!

—¿Envidia? Porque al menos yo tengo a alguien que me ama, en cambio tu eres una pobre amargada, que, por tus pensamientos tan cerrados, nunca conocerás que es el amor.

Sin decir más, salió de la oficina y le preguntó a la secretaria algún dato de Fluke, ella fue tan amable al darle la dirección, tomó el papel y salió corriendo a buscarlo, cada vez faltaba menos para encontrar respuestas a sus preguntas.

—Buenas tardes, me informaron que aquí vive Kim Fluke ¿En qué numero de departamento?

—El señor se mudó ayer.

—¿Qué? ¿Sabe a dónde?

—No, discúlpeme.

Krist agarró su cabello con frustración, quería llorar, pero no se iba a dar por vencido. Se quedó en Phuket dos días más, buscando cualquier rastro de Fluke, pero era como si la tierra se lo hubiera tragado, no hallaba ni una sola pista del castaño.

Volvió a Bangkok con sus esperanzas casi rotas, pero intentó no verse débil al ver a Off bebiendo como un loco, sabia el motivo de sus acciones, probablemente ya sabía la verdad sobre Gun y su nueva familia. Los amigos se pusieron a beber, los siguientes cuatro días, no sabían cuando parar, pero si sabían que debía hacerlo.

Una semana después, Off asumió su puesto como presidente y Krist su puesto como vicepresidente. Si, al menos para el pelinegro le quedaban muchas cosas pendientes, presentarse ante sus padres, invalidar el acta de defunción, prácticamente recuperar su vida, mientras que el rubio buscaría hasta debajo de las piedras al padre de su hijo.

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Frustrado.

Esa era la palabra que mejor definía Krist, porque había pasado los últimos 5 meses buscando a Fluke, en casi todas las ciudades de Tailandia, pero el castaño simplemente no aparecía, él quería saber cómo estaba su hijo, como estaba de salud, si, sabía que se lo merecía al haber ofendido.

Caminaba por una tienda de bebés, cuando chocó con alguien haciendo caer sus bolsas.

—Lo siento, no lo vi.

—No se preocupe, fue mi culpa.

Esa voz, Krist reconocía esa voz, esa voz que lo tenía enamorado.

—¿Krist? —el castaño abrió los ojos al escuchar su nombre y más al darse cuenta quien lo llamaba.

—K-Krist... hola.

—¿Dónde has estado? Te he estado buscando por muchos lugares.

—No entiendo por qué —suspiró— Debo irme, vine a hacer algunas compras, el tren saldrá en unos minutos y yo debo irme.

—Quédate, por favor, tenemos que hablar.

—Yo creo que no, permiso.

Fluke intentó moverse, pero Krist se lo impidió, tomándolo del brazo.

—El bebé que llevas en tu vientre es mío, creo que debemos hablar.

—No Krist, es mi bebé, solo mío.

—Perdóname, por favor, por todo lo que paso ese día.

—¡Basta! No, no quiero hablar contigo, no puedo... no puedo.

La voz del castaño se entrecortaba y sus manos se apretaban en dos pequeños puños, quería irse, quería alejarse del hombre que amaba, del padre de su hijo, aún estaba dolido por lo que le había dicho en aquella ocasión, no quería ser un juguete más, claro, él era el padre... pero ¿Y si le quitaba a su único hijo?

Fluke pensaba en todas las posibilidades que no sintió cuando sus fuertes brazos abrazaron su frágil cuerpo, chocando con la pancita abultada que presentaba.

—Por favor perdóname Fluke, nada de lo que te dije era cierto, yo te amo, te amo demasiado, no me alejes de ti, no me alejes de nuestro bebé.

—D-dijiste q-

—Te mentí al decirte que no te amaba o al hacerte creer que eres un juego, pero no, no lo eres.

El amor hacia a las personas débiles y Fluke no fue la excepción, porque sus labios se estamparon con los de Krist, había deseado tanto estar entre sus brazos, besarlo y volver a escuchar esas palabras tan simples que para él lo eran todo.

Krist no lo dejo regresar a la ciudad onde se estaba quedando, por el contrario, mandó a traer todas las cosas del castaño a su departamento, el cual no era pequeño, era amplio, perfecto para una familia de tres.

Es así como meses después, a la vida de Krist y Fluke llegó el pequeño Max, el niño que unió aún más a sus padres, y ellos se sentían completos, no podían pedir nada más, estabas felices con su pequeña familia.

Neverthless ☪ OffGunWhere stories live. Discover now