Cap 18

87 5 0
                                    

— Estás loco? — preguntó suavemente.

Se dirigió hacia Jim y lo bajo de la encimera.

— Nunca lo pongas ahí otra vez, se puede hacer daño — exigió.

— Estoy bien gracias! Y tú? — comenté y me atravesó con la mirada.

— Vine a buscar a Jim! Quieres dar un paseo conmigo? — preguntó al niño y este asintió con una sonrisa.

— Y es a él a quien le pides permiso? — pregunté irritado

— Papá, ella será mi madre hasta que valla con la señora Cho. Lo olvidaste? Ella puede darme permiso también — comentó.

Puse los ojos como platos. Mocoso sabes mucho.

— Eso es pequeño Jim — comentó y chocó puños con el niño — Claro que seré tu madre — me atravesó con la mirada.

— Eso quiere decir que…

Intenté hablar.

— No quiere decir nada — me interrumpió.

Tomó a Jim de la mano y se lo llevó.

— Papá, cuando regrese comeremos nuestra comida, tú, mamá, y yo — gritó.

Como puede cambiar así tan rápido? Ya remplazó a la señora Cho, y de su padre nunca supe nada, pero sea quien sea ya lo sustituyó también.

— Vale — alcé la mano y me despedí.

Continúe cocinando.

O.P.V

Llegamos al parque y bajé del taxi, seguido me dirigí a coger en brazos a Jim.

— A dónde quieres ir primero? — pregunté y este no respondió — Jim? Estás bien? — lo removí.

— Señorita usted me quiere? — preguntó con pucheros.

— Claro que te quiero tontín — sonreí y desordené su cabello.

— Entonces le puedo decir mamá? — preguntó.

Que corazón tan frío! A caso ya olvidó a su madre?

— Por su puesto cariño — respondí sonriendo.

— Me llevas a tomar helado, la señora Cho siempre me llevaba — apuntó hacia una cafetería en frente.

— Claro mi tesorito — achiné los ojos detrás de mí sonrisa.

Nos dirigimos a la cafetería y pedimos dulces y helados.

— Te gusta? — pregunté al verlo degustar su delicioso postre.

— Sí — gritó de entusiasmo alzando ambas manos y en su derecha la cuchara.

Continuó tomando su helado de chocolate hasta que si querer lo vertió sobre su abrigo y empezó a llorar.

— Oh oh cariño, ten cuidado — me sobresalté y me paré para ir hacia su asiento

— Lo siento mamá! No fue mi intención — susurró llorando.

— Ya... ya está bien… no pasa nada mi niño — traté de consolarlo — mira… te quitamos tu abrigo y te ponemos el de mamá — quité su abrigo y acto seguido lo cubrí con mi chaqueta — Listo — di palmaditas en sus hombros — ves? Te queda bien — sonreí — pedimos más helados? — pregunté.

— No! Tengo miedo de verterlo otra vez — respondió con pucheros.

— Eres madre soltera? — preguntó el joven camarero que se acercaba a limpiar el desastre.

Mi Sr Vicenso CassanoOnde histórias criam vida. Descubra agora