Capítulo 8

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—Cita, cita, cita. Voy a tener una cita.—Cantaba feliz. —Pato, tu mamá va a tener una cita con Kishibe.

Levantó al gato en el aire mientras bailaba. Pocas veces había estado así de emocionada, y mucho menos por un hombre.
Eran polos opuestos sin duda, ella era una principiante en todos los sentidos, jamás ha tomado alcohol, nunca ha fumado, no ha besado o salido con un chico. Y él era... bueno, desde muy joven alguien muy abierto a muchas cosas, y hasta el día de hoy sus gustos eran: el alcohol, las mujeres y matar demonios.

¿Será verdad eso de que los polos opuestos se atraen? ¿O solo se atraen si pasan cierto tiempo juntos?

—¿Qué tal este vestido? —Se miró al espejo. —No... Seguro me dirá que parezco una niña de preparatoria.

Comenzó a quitarse la ropa, busco algo mejor, y dada la ocasión se pondría el que su tío le compro, a fin de cuentas era una ocasión especial.
Tomo una caja de abajo de su cama y la puso en su tocador, la abrió y saco los pocos maquillajes que estaban dentro.

El gato se subió a la mesa mirando a la chica maquillarse.

—No me mires así Pato, los compré hace un tiempo... Creo que es hora sé usarlo ¿No crees? —Lo escuchó maullar. —Solo no le digas a él.

Termino y se miró al espejo, no había usado tantas cosas, solo una sombra de ojos, rubor y labial. Nada que llamaría tanto la atención.

—Tal vez él no se dé cuenta de que me puse un poco de maquillaje, de todas formas nunca se fija tanto en mí.

Miro su reloj, ya faltaba poco, se tomó la temperatura y miro el clima, no dejaría que nada arruinará esta cita.
Alistó su pequeño bolso, guardo su celular. Puso un poco de comida y leche para el gato y luego fue hasta la puerta.

—Cuida bien la casa mientras mamá sale, y pórtate bien.

Se levantó cuando tocaron la puerta, se despidió dándole un beso al gato y salió, cerrado la puerta.

—Ya prepare todo, tome mi temperatura y mire el clima de hoy, así que no me enfermaré. —Dijo sin mirarlo a la cara.

—Entonces vamos.

Bajaron las escaleras hasta salir de la edición, caminaron por un rato, ambos en silencio, ella por vergüenza, le podía nerviosa todo eso de la cita. ¿Por qué? Antes ya habían salido siendo colegas, habían estado los dos solos en una mesa, en la casa, en un cuarto. ¿Cuál era la diferencia?

—Te maquillaste.

—¿Ah?

Apunto su rostro, acercándose a ella.

—Tienes maquillaje, muy poco y sutil, porque te conozco sé que lo has hecho.

—¿No te gusta?

—Te ves linda, va con tu simpleza, resalta y te hace ver hermosa.

—¿Acabas de decir que soy simple? —sonrió apretando su mandíbula. —Pues tú estás limpio hoy. Estás sobrio y su aliento no huele a cigarrillos, también te arreglaste tu cabello.

—Debo dar una buena impresión si quiero que seas mi mujer.

Ella se congeló, podría jurar que su corazón se detuvo.
¿Su... Mujer? ¿Por qué decía algo así de repente? Su rostro estaba rojo, su corazón delirante, su cabeza en las nubes y su cuerpo en modo automático. No sabía dónde iba, solo caminaba.

•|C.I.P.A|•Where stories live. Discover now