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Tiraron a Thomas al suelo como un saco sin importancia, sin importar que siguiera insconciente.

—Gally...—llamó Winston—. No creo que esté bien. Tal vez Thomas tiene razón. Podría llevarnos a casa.

—Estamos en casa —aclaró Gally, acercándose a Winston lentamente —. No quiero tener que tachar más nombres en ese muro.

—¿Y crees que lo resolverás desterrándonos? —cuestionó Teresa.

—No. Pero realmente no es un destierro. —confesó, enseguida entendí de qué se trataba todo esto.

—Es una ofrenda —susurré, Minho me miró sorprendido al escucharme. Gally confirmó mis sospechas al confesar —. Ja, le atiné.

—¿Qué? ¡Espera! ¡Gally no hagas esto! —Teresa fue amarrada a un poste de madera de brazos.

—¿En serio crees que dejaré que Thomas vuelva al laberinto después de todo lo que hizo? —preguntó irónico Gally —. ¡Miren a su alrededor! ¡Miren el Área!  Es la única forma. Cuando los Penitentes tengan lo que vinieron a buscar, todo volverá a la normalidad.

Me volví y vi que Chuck había regresado con todas nuestras cosas. Newt intercambió mirada conmigo y asentí con la cabeza.

—¿Están oyendo lo que dice? ¿Por qué todos se quedan ahí? ¡Ya enloqueció! —dijo Teresa.

—¿Quieres callarte? —pidió Gally.

—Si se quedan aquí, los penitentes volverán. ¡Van a volver una y otra vez hasta que todos estén muertos! —gritó la chica.

—¡Cállate! ¡Atenlo bien! —ordenó Gally, pero ninguno se movió —. ¿Me escucharon? ¡Dije que lo aten!

Hicieron lo que le pidieron, pero al sujetarlo Thomas los atacó y fue nuestra señal. Minho se encargó de amenazar a Gally, Sartén de desatar a Teresa y Newt de ayudar a Chuck. Saqué mi lanza y con ella amenacé a dos chicos que estaban por apuñalar a Thomas.

—Quietos —ordené, inmediatamente ellos bajaron sus armas—. Buenos chicos.

Sin dejar de apuntarlos con la lanza, caminé hasta colocarme al lado de Thomas siendo seguida de Newt y Chuck.

—Estás lleno de sorpresa. —admitió Gally.

—No tienes que acompañarnos, pero nosotros nos iremos. —dijo Thomas.

—Si alguien más quiere venir, es su última oportunidad. Y quién no, atenganse a las consecuencias al anochecer...admito que no sonaba como una amenaza en mi cabeza. —lo último lo murmuré.

—No le hagan caso, intenta asustarnos. —dijo Gally.

—No, no quiero asustarlos, ya lo están. Yo también lo estoy. Pero prefiero arriesgar mi vida que morir aquí dentro —señaló Thomas —. No pertenecemos aquí. Este no es nuestro hogar. Nos pusieron aquí. Nos atraparon aquí. Al menos allá fuera tenemos una opción. Podremos salir de aquí. Eso lo sé.

Todos quedaron en silencio reflexionando las palabras de Thomas y tomando una decisión. Winston se acercó y siendo seguido de Jeff, quien le murmuró algo a Gally. Después de unos segundos se unieron dos chicos más.

—Gally se acabó. Solo acompáñanos. —supliqué, bajando la lanza lentamente. Él me miró por unos segundos, creí que aceptaría.

—Suerte con los penitentes.

Bufé antes de adentrarnos al laberinto.

Nos ocultamos detrás de una pared al escuchar los gruñidos de un penitente, estábamos muy cerca del túnel que podría tener la salida del Laberinto

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Nos ocultamos detrás de una pared al escuchar los gruñidos de un penitente, estábamos muy cerca del túnel que podría tener la salida del Laberinto. Me asomé y era una de las moscas arañas que siguió derecho.

—¿Es un penitente? —preguntó Chuck, miré a cada uno del grupo y asentí con la cabeza.

—Lleva esto, Chuck. Quédate detrás de nosotros.  —Minho le pasó el aparato que sacamos del penitente. Chuck pareció querer hiperventilar al tener bajo su cuidado nuestra llave.

—No pasa nada. Quédate conmigo. —Lo tranquilizó Teresa, amarrando su cabello negro en una coleta.

—Cuando crucemos, se activará y la puerta se abrirá. Manténgase unidos, no se alejen. Saldremos de esta, saldremos ahora...o moriremos haciendo el intento. De acuerdo —ordenó Thomas, agarrando firme su palo filoso. Cada uno sacó su arma con el que se defendería—. ¡Hay que hacerlo!

Antes de salir detrás de la pared, agarré a Minho y lo atraje hacia a mí.

—No te mueras, ¿quieres? —Él sonrió de manera dulce antes de plantarme un corto pero, lleno de sentimientos, en los labios.

—Lo mismo te digo, linda.

Corrimos hacia el penitente cuando unos separamos, el resto empujó el penitente mientras yo intentaba apuñalarlo con la lanza, pero se movía demasiado. Sacó su aguijón ya cansado de nosotros.

—¡Cuidado con el aguijón! —chillé, agachándome al tiempo que los demás. Pero agarró a un chico y lo lanzó por el precipicio.

Enterré la lanza en el tórax del penitente, pero no fue lo suficiente profundo como para matarlo, al contrario, lo enfadó aún más. Con su aguijón agarró mi pierna y me lanzó hacia el borde del precipicio, logré sujetarme del borde mientras mis pies colgaban, miré hacia el vacío y ví que más penitentes subían.

—¡Karma! —gritó Minho, preocupado. No podía ayudarme sin que él muriera por el penitente. Estaba entre la espada y la pared.

Newt fue a mi rescate y me ayudó a subir antes que un penitente debajo me picara.
Enseguida nos levantamos y corrimos dónde los demás junto con Teresa y Chuck, mientras los demás penitentes nos pisaban los talones.

—¡Thomas! ¡Thomas! ¡Penitentes! —alarmó Chuck, asustado.

—¡Corran par de imbéciles, corran! —grité.

Pero reaccionaron muy tarde y nos alcanzaron, por lo que tocó enfrentarlos. Al ya no tener mi lanza saqué la daga, observé su hoja afilada con mi nombre tallado en ella y me acojoné al ver sangre en la daga, miré hacia donde estaban los chicos y creí verlos por unos segundos muertos...como si yo los hubiera asesinado.

—Karma. —Teresa me sacó de la ilusión. La pobre estaba desaliñada y con moretones, yo no me queda atrás.

—¡La puerta no abre! —gritó Chuck, intentando abrir la puerta con el aparato, pero había un código.

—¡Thomas! —gritó Teresa—. ¡Hay un código! ¡Ocho dígitos!

—¡Minho! ¿Cuál es la secuencia? —preguntó Thomas.

—¿Qué? —gritó Minho, al no escuchar bien la pregunta de Thomas.

—Las secciones del Laberinto, ¿cuál es la secuencia? —volvió a preguntar.

—¡Siete! ¡Uno! ¡Cinco! ¡Dos! ¡Seis! ¡Cuatro!

—¡Minho! —grité al ver que le cayó encima un penitente.

—¡Quítate! —gruñó Minho, evitando con el palo que lo mordiera el penitente.

Jeff apuñaló en la cabeza al penitente permitiendo que Minho lograra salir, lo ayudé a levantarse observando cómo el penitente mordía a Jeff en el torso y se alejaba sin soltarlo. Más penitentes se abrieron paso amenazando con su aguijón y sus putrefactos dientes.

Retrocedimos sin dejar de amenazarlos con los palos.

—¡Digan la secuencia! —gritó Chuck.

—¡Seis! ¡Cuatro! ¡Ocho! ¡Tres! ¿La tienen? —respondí.

—¡Ya casi! ¡Resistan! ¡Falta poco! —alentó Thomas.

Al finalizar el código el tunel comenzó a cerrarse, en el proceso aplastó a cada uno de los penitentes salvo a uno que estaba dispuesto a devorarnos. Agarré el palo de Thomas y se lo lancé al penitente que le atinó en su ojo, para después ser aplastado por un muro.

Iugh. —me asquee al ver su verdosa sangre.

𝐔𝐍𝐓𝐎𝐔𝐂𝐇𝐀𝐁𝐋𝐄, maze runnerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora