Introducción

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Despertar luego de un mal sueño, suele ser liberador para muchos, pero en cambio, para aquellos del cual su vida a sido una pesadilla incluso antes de siquiera haber desarrollado una conclusión, liberador puede ser pensar en no despertar más.

Mary lo entendiendo mejor que nadie, nació con una mutación genética envidiable —dicho de bocas de otros.— Aunque para ella, solo ha sido una maldición.

"Que genial es no sentir dolor." Dicen unos.

"No sentir dolor es esto. ¿Eres un aliente? Porque hagas los demonios sienten dolor." Dicen otros.

¿Que más puede hacer ella por una condición que jamás pidió?

Aún cuándo era pequeña para ella lo normal era no sentir ningún tipo de dolor, sabía que algo andaba mal cuando en los patios de juegos veía llorar a los niños que se tropezanban. ¿Por si ella también se caía igual no lloraba? Incluso su madre se preguntaba lo mismo. Cuando uno es pequeño no siente los golpes. Decía entre risas con sus amigas. Grande habrá Sido la sorpresa de mima cuando el doctor la diagnóstico con insensibilidad congénita al dolor con anhidrosis luego de que la llevará por frecuentes fiebres y actitudes poco comunes en niños de diez años.

La enfermedad fue el inicio de todos sus males en la infancia, a papá no le gustaba tener una hija con una enfermedad tan costosa. Tener que pagar diez veces más por chequeos, consultas y exámenes médicos, le obligaba a trabajar otras extras en una empresa que más tarde quebraria y dejaría a papá sin empleo.

Todos saben que un padre sin empleo, una madre que no termino correctamente la adolescencia por un embarazo no deseado, no era bueno para la infancia de un niño, mucho menos uno con una enfermedad que la hace emocionalmente inestable. Las cosas no mejoraron despues de eso, mamá se fue, papá se volvió un borracho que no la dejaba igualmente en la calle, porque necesitaba a una mujercita que le cocinara, lavara y planchara. Sin mamá en casi, los abusos comenzó a llevárselos ella, quien no quería soportar todos los que su madre soportaba de su padre, asi que hizo lo que cualquiera persona haría... Huir.

—Mary, apresurate para la escuela. —Llamaron a la puerta.

—Estoy en eso. —Respondio colocándose el uniforme.

Se miro al espejo, mirando si el uniforme estaba bien. Cuando comprobó que así era, fue al baño y se lavo los dientes y la cara, lista para salir.

Alisto su maleta y útiles para salir de la habitación.

—Aqui está tu almuerzo. —Le entro una lonchera. —Rescuerda, saca buenas notas si quieres un regalo para tu cumpleaño.

—No quiero uno. —Respondio seca. —Tio, sacaré buenas notas, solo no desperdicies el dinero en alguna tontería.

El mayor se indignó por como la chica le dijo aquello.

—Soy yo el que trabaja, puedo gastar el dinero como quiera. —Se cruzó de brazos.

—No cuento nos puedes dejar sin comer durante una semana. —Juzgo.

El mayor no pudo contraatacar contra eso, sabía que en realidad si tenía problemas para comprar cosas que realmente no necesitaba, era un milagro que Mary controlara su impulso, aunque a veces era muy intensa en esos aspectos. El hombre estaba apunto de despedirla en la puerta, pero un mensaje le hizo cambiar de opinión. 

—Creo que hoy te acompañaré hasta la línea del metro. —Indico tomando su abrigo para salir.

—No es necesario, puedo ir sola.

—No pongas esa cara, alégrate, hoy te acompañare. —Le acarició la cabeza.

Ella soltó un suspiro acomodando su cabello mientras se dirigía a la puerta.

—Deja de tocarme así, estoy apunto de cumplir dieciocho. —Se quejo saliendo del departamento. —Deja de tratarme como a una niña.

—¿Dieciocho ya? —Penso. —Aun recuerdo cuando tocaste mi puerta con solo trece años. —Aris lo miro disgustada. —Siento como si hubiera Sido ayer. —Murmuro nostálgico.

El camino no fue muy largo, con el parloton de su tío nada era muy largo, aunque podía hablar mucho, las cosas que contaba llegaban a ser un poco entretenidas de vez en cuando.

Cuando ambos se separaron en la línea del metro, Mary pudo disfrutar del silencio el resto del viaje hasta la escuela, al ser temprano, no había nadie más que ella y unos cuentos más en su salón de clase, se sentó en la última de las filas junto a la ventana, saco un libro de fantasía y comenzó a leerlo mientras las clases daban inicio.

En cuanto miro unos de los pupitres del medio vacío, sonrió, el día quizás sería más tranquilo de lo usual, podría llegar a casa temprano está vez. Prepararía una buena cena para ella y su tío, y él le contaria sobre su día en el trabajo. Un día muy alentador.


•|C.I.P.A|•Onde as histórias ganham vida. Descobre agora