Saga Jailed (JiKook)

S2: Capítulo trece

JungKook POV.

Algo me mantenía atrapado, aunque intentaba moverme, me era imposible. Mi rostro estaba siendo mojado, algo áspero la acariciaba, comenzaba a sentir calor, mucho calor, mi cuerpo estaba siendo invadido por unas manos y no eran precisamente las mías, estas eran un poco pequeñas, pero fuertes. Alguien me susurraba al oído y soplaba en él, causándome un escalofrío placentero, volvió a susurrarme, me pedía que despertara, pero me sentía cansado y tenía mucho sueño. Volvió a susurrarme, pidiéndome que despertara y jugara con él.

—JungKook —susurro mi nombre una vez más—. Vamos JungKook, despierta, te necesito —¿me necesita? ¿Quién me necesita? —. Despierta.

—Hmm. ¡¿Eh?! —grité al ver a Jimin sobre mí, completamente desnudo y cuando digo completamente, es porque lo estaba, podía sentir su miembro sin género de por medio y lo peor es que yo me encontraba igual que él—. ¿Me desnudaste mientras dormía? —le pregunté, viendo esa sonrisa burlesca y divertida, seguro era por mi cara—.

—Al parecer estabas muy cansado ¿no has dormido bien? —besó mi mejilla derecha—.

—¿La verdad? —asintió—. No, desde que me contaste parte de tu pasado, he tenido pesadillas y eso no me ha dejado dormir.

—Lo siento.

Exactamente han pasado cinco días desde esa conversación dolorosa para Jimin. Durante esos cinco días nuestra relación cambió radicalmente, comenzando por el hecho de que ahora los demás reos me respetan y temen acercarse por el simple hecho de que Jimin los amenazó con matarlos si me lastimaban o siquiera lo intentaran. Otra cosa que cambió es que ahora suele sonreír, aunque sólo cuando estoy presente, cuando no lo estoy, TaeHyung dice que su mal carácter sigue siendo el mismo. Las cuatro noches que pasaron, no me acerqué a su celda, no podía, no porque no quisiera, simplemente temía que me viera llorar o escuchara mis gritos por las pesadillas, eran realmente horribles. Ya no le importa si nos ven juntos los demás, pero sigo evitando el contacto físico en público, no sé por qué, pero así lo prefiero.

—No pasa nada, ahora que estoy a tu lado pude dormir sin tener pesadillas —le sonreí—. Pero —miré nuestros cuerpos desnudos—. ¿Qué planeabas hacer exactamente?

—Sólo quiero darle atención a tu hermoso cuerpo —besó mi pecho desnudo—.

—Pero si mi cuerpo tiene la atención suficiente —respondí fingiendo indiferencia al asunto—.

—No la mía y es la mejor atención que podría tener tu cuerpo —volvió a acercar sus labios, besando una vez más mi pecho. Sacó su lengua y la paso por donde besó antes, haciendo que me estremeciera de puro placer y excitación—. Tu cuerpo reaccionó, no puedes negar que necesita de mi atención.

—Serás idiota —golpeé con suavidad su brazo derecho—. Entonces ¿Qué esperas para darle de tu atención a mi cuerpo? —su mirada cambió, como si chispas salieran de ella, su deseo se asomó en seguida—.

Atacó con desesperación mi boca, días sin que me besara con tanta desesperación, fue como si no hubiera probado bocado alguno. Sentir su lengua con tanta profundidad y posesividad era una mezcla de sensaciones exquisitas, mi cuerpo reaccionó tan rápido, que la dureza de mi polla no tardó en aparecer, él la sintió y sonrío. Su lengua y la mía se batían en una guerra dentro de nuestras bocas, seguro ninguno de los dos ganaría, aun así, nuestra saliva se mezclaba y se deslizaba por la comisura de nuestros labios. No quería que abandonara mis labios, pero lo que había comenzado a hacer en mi cuello me llevo a mi primer orgasmo, esa suavidad de ella, a pesar de ser áspera, la forma en cómo su saliva se transformaba en mi líquido favorito, más que su semen al deslizarse desde mi culo hasta mis muslos y más abajo. La mordida en mi lóbulo era mi punto débil, sólo él sabía cómo excitarme con una rapidez con sólo presionar en ese lugar. Mis gemidos eran su gloria y sus actos la mía. Sus manos recorrían mi cuerpo desde mi pecho, hasta mi abdomen, deteniéndose en mi entrepierna, eso era como si tocara el cielo.