VII

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-Venga, Sienna, despierta -la voz de alguien me sobresaltó, haciendo que finalmente abriera mis ojos.

Miré a mi alrededor, aún alarmada por los últimos eventos transcurridos en mi cabeza y poca estabilidad. Seguíamos frente a los destrozos que había causado la nave al estrellarse, yo me encontraba apoyada en Steve, a sabiendas de que si le soltaba caería.

- ¿Qué ha sido eso? -me preguntó, observándome atentamente.

Aparté mi vista de mi alrededor tras un momento más de analizar y le miré, todavía sin recuperarme del caos que reinaba en mi mente. Al posar mi vista en él noté la alarma que brillaba en sus ojos, instándome a recuperarme de lo que acababa de pasar.

-Luego te explico -me aparté de él y recobré el aliento, mirando los destrozos por última vez- ¿A dónde vamos?

Al parecer a él también le tomó un momento procesar lo que estaba pensando, pero al darme un último vistazo para comprobar mi estado por fin pudo contestar.

-Al... Al hospital, en el que estuvimos tras el accidente de Furia. -asentí y lo abrí, dejando que él entrará primero.

Tras entrar y cerrar el portal tras nosotros me quité el anillo. Estaba bien tenerlo siempre a mano, pero en las últimas horas he Estado demasiado cerca de perderlo más de una ocasión.

Cuando entré me fijé en que mi amigo seguía con su uniforme, por lo que, asumiendo que ahora lo buscaban, me quité la sudadera y se la tendí.

Él intercaló la mirada entre la sudadera y mi persona durante unos instantes antes de decidirse a tomarla y colocársela.

-Gracias -me sonrió una vez la tuvo puesta.

Poco después nos encontrábamos ante la máquina expendedora la cual yo había explotado un día antes. Nos quedamos ante esta durante largos segundos, evitando las cámaras a medida de lo posible. Lo cual no era muy fácil cuando el lugar estaba plagado de ellas.

Yo estaba algo perdida, sin saber por qué nos quedábamos mirando fijamente una máquina llena de comida en vez de tomar algo de dentro, él estaba pensando en algo con el ceño fruncido cuando la misma pelirroja que con la que estuvimos el último día apareció a nuestras espaldas.

No estaba segura de si era una aliada o todo lo contrario, por lo que tomé una posición defensiva. Pero, al ver como el enfado de mi compañero aumentaba al verla comprendí que no era exactamente una amiga.

Estaba a punto de abrir otro portal cuando él se giró hacia ella, y, tras comprobar que nadie nos prestaba atención, posó una mano en su cuello, como el taxista (También es cierto que a esas alturas dudaba de que fuera taxista) a mí poco antes con objetivo de matarme.

Sin embargo, él se metió junto a ella en una habitación y la colocó contra una pared con un golpe que me dolió hasta a mí.

- ¿Dónde está? -le preguntó él, con un tono que demostraba su felicidad.

-A salvo -le contestó ella, con un tono muy similar.

-Dámelo.

Yo, a esas alturas, di por hecho que poco iba a entender, por lo que tan solo escuché la conversación mientras apretaba el arma que poco antes había conseguido entre mis manos.

Como todo aquello no parecía querer llegar a nada demasiado pronto lo resumiré, ella le preguntaba sobre algo que al parecer Furia le dio a él antes de morir. Y él evitaba sus preguntas formulando unas nuevas sobre el contenido de lo que fuera que estaban hablando.

Iba a desconectar de la conversación al ver que eso no parecía llevar a nada, pero al ver como él giraba la cabeza para comprobar que no hubiese nadie cerca me convencí de esperar un poco pacientemente.

Until the stars fall -Bucky BarnesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora