Capítulo 07

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Adrienne 

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Adrienne 

Abandoné el club luego de prolongar la charla con Gian un poco más y tomar algunas copas, las cuales no tenían alcohol, pero seguramente si algún veneno, ya que Aikén las había preparado.

—No puedo esperar a volver a verte mañana —susurró muy cerca de mí con extrema coquetería.

—Eso suena muy cliché de tú parte y deberías estar seguro de que soy todo menos alguien predecible —rocé nuestras narices melosamente.

—Lo siento, belle —se inclinó para abrir la puerta del auto dispuesto por él que debería llevarme a casa—. Ten linda noche —se acerca meticulosamente y deja un beso en la comisura de mi boca. Se aleja con una sonrisa pintada en sus labios, pero sin perder su distinción de autoridad.

Me limito a asentir e ingreso al lujoso auto. El aroma a cuero y jazmín me invaden, de las mejores sensaciones, entrar a un auto y que huela delicioso.

Le indico una dirección falsa al conductor, intercambiamos palabras espontáneamente.

Cuando llegamos al lugar que le indiqué, le agradezco y desciendo.

Observo mi alrededor y no parece ser el mejor lugar para llevar el exhibidor traje que tengo puesto en medio de la madrugada. Hay algunas personas en la calle, un grupo de chicos fumando cerca de la esquina y otras chicas esperando que algún cliente se fije en ellas. Es un barrio del sur y parece tener muy mala pinta, el fuerte viento azota contra la desnudez de mi cuerpo haciéndome estremecer, me golpeo mentalmente por no haber previsto esto.

Obvio que el controlador Gian iba a mandarme en uno de sus autos, y claramente no podía dejarme en el hotel, le di la primera dirección que se me ocurrió y ahora estaba aquí, casi que desnuda en medio de la nada sin poder comunicarme con el resto del comando.

No temía por mi vida, cualquiera que siquiera intentara ponerme una mano encima estaría más muerto que vivo, pero aquello no elimina las pocas ganas que tenía de caminar hasta el hotel, tampoco es que pudiera subirme en el auto de cualquier extraño.

Como si el universo escuchara mis pensamientos, el rugir del motor de un auténtico McLaren 570S chilla a pocos metros de distancia. Llevo mis ojos a este, su vidrio desciende y el propietario de tal show que se robó la atención de todos alrededor ruge en un irrefutable decreto:

—Sube.

Lo observo minuciosamente sin exhibir mi asombro. Era el último rostro que esperaba ver, dada nuestra... compleja y delicada situación, pero el hecho de que esté aquí por mí, no significa que puede venir dando órdenes. Ese es mi rol, no el de él.

—Baja —manifiesto en una sutil, pero firme orden.

—¿Qué? —se inclina hacia el lado tratando de tener más acceso auditivo..

—Que te bajes del auto —repito con un tono extremadamente tranquilo.

—¿Por qué debería bajar? Sube tú —sus cejas se fruncen, como lo hacen cada vez que no está de acuerdo con algo que digo, o mayormente cuando quiere llevarme la contraria.

AlevosíaWhere stories live. Discover now