Capítulo 00

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Prisión de Hohenschönhausen

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Prisión de Hohenschönhausen. Múnich, Alemania

Agosto 15, 2021

Aikén

Tomé una profunda respiración antes de dar la señal para poder avanzar. Empecé a correr con mi bando siguiéndome por el costado de la prisión, me detuve apoyando mi cuerpo en la pared cuando debía doblar en la esquina. Incliné mi cabeza una milésima de centímetro asegurándome de que estuviera el perímetro despejado. Localicé a tres hombres.

—Alpha uno a águila dos, permiso para derribar a los cachalotes —pronuncio a través del intercomunicador.

—Recibido —confirma mi orden y lo próximo que sucede es que los cuerpos se desploman contra el piso.

Asiento y rápidamente volvemos a avanzar, freno al lado de la puerta. Cuatro de mis hombres siguen hasta el otro extremo, cuento hasta tres y derribamos la puerta.

—¡Fuego! —grito y una guerra de balas se desata.

Desencadeno todas las balas que cargan a mi AK-107 en dirección horizontal dándole a varios hombres desprevenidos. Corro hacia la izquierda sin detener de disparar, me resguardo tras una columna, recargo mi arma y tomo una granada.

—¡Cúbranse! —vocifero antes de tirarla.

Me arrodillo cubriendo mis oídos y cabeza, el impacto estremece todo el lugar y cuando mis sentidos se estabilizan, salgo a atacar.

La mayoría de hombres están en el piso, terminamos de darle a los que quedan.

Me permito descansar mis brazos sobre mis muslos mientras respiro agitadamente, quito el sudor que corre por mi frente con el interior de mis nudillos.

Asiento en dirección de mis soldados y me recupero, enderezo mi cuerpo y alzo el mentón.

—Primera fase, lograda —decreto—. Todos en sus posiciones, esperaremos a Benedict y cuando llegue lo tendremos acorralado.

Empiezo a caminar por el recinto.

—Llévense a los cuerpos —ordeno mientras pateo a uno.

Me acerco a los containers que deberán tener la droga y justo cuando estoy por destaparlo, la mano de Rischer me detiene.

—Benedict está dentro del perímetro.

Asiento y dándole una última mirada a los cargamentos camino a largas zancadas hasta mi posición.

Me paro con la frente en alto y una gran sonrisa, nuestro mafioso estrella merece una gran recibida.

Las puertas se abren al paso de un imponente hombre. Quita las gafas de sus ojos ubicándolas sobre su cabeza y hacemos contacto visual.

—Devorador, bienvenido seas —le regalo la mejor de mis sonrisas, miro a mis hombres y les hago una seña para que lo rodeen. Camino hasta él—. Que placer poder tenerte cara a cara por fin.

AlevosíaOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz