Capítulo 39

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When the days are cold and the cards all fold, don't want to let you down, but i am hell bound.

-Vale.

En un momento a otro vi como el gordo golpeo mi nariz, el dolor recorría todo mi rostro y sentí como la adrenalína corria por mi venas. Yo lo sujetaba con un solo brazo lo cual pude guardar mi navaja. Un puñetazo en su nariz hizo que golpeara su cabeza contra la pared pero no fue suficiente para dormirlo. Con mi codo golpe su mejilla haciando que una vez más golpeara su cabezota contra la pared, esta vez si quedo dormido.

Cayó al suelo al instante, de su rota nariz corría sangre manchando su asqueroso bigote gris. Solo estaba dormido, sabia que no lo habia matado.

-¿Por qué diablos todos golpan mi puta nariz?.

-¿Qué?- dijo Rubius dirigiendome la vista a mi, luego al gordo en el suelo y nuevamente a mi.

-Esta dormido nada más- agregué dandole una explicación a su confuso rostro.

-¡R, apúrate!- gritó Mangel para que no supieran el nombre de Rubius.

-¡Vamos en camino, a sus posiciones!.

-Corre.

Al salir de la bóveda Mangel, Cheeto y Mario nos esperaban para protegernos y ayudarnos con el dinero. Maximus estaba listo en la camioneta para escapar. Willy, Luzu y Vegetta ya se habian ido para no perder más tiempo y poder esconderse.

Faltaban tan solo 7 minutos para que los polícias llegaran, tiempo suficiente para escapar.

-¡Cambia tu ropa!- dijo Rubius cuando subimos a la camioneta entregadome ropajes.

-¿Qué? ¡No pienso cambiarme en frente de ustedes!.

-¡Joder ____! ¡No tienes otra opción!.

No podia reclamar más o hacer más alboroto en este momento de tención. Me quité mi ropa junto con la peluca, mientras todos los otros hacian lo mismo, por suerte no era la única. Lo hice rápido así no pudieran verme pero Rubius se cambió unos minútos más tarde, pude ver por el retrovisor su definido torso mientras se colocaba un remera verde que resaltaban sus ojos color miel.

Cuando entramos a la autopista, alejados de los policías y del pelígro todos estaban felices del éxito de su robo, yo en cambio, me sentía algo descompuesta, mi cabeza comenzó a doler una vez más pero no tan fuerte como los últimos días.

Al entrar en la mansión todos ayudaron a bajar las enormes bolsas de dinero y al decir enormes eran gigantes. Todos gritan su victoria y mostraban sus sonrisas, las sonrisas que nunca vi de ellos.

Ya habia pasado una hora desde que comenzaron a contar el dinero robado y aún no lograban terminar.

-¡Es hora de celebrar!- dijo Mangel agitando una botella de champañia.

-¡Sí!- gritaron todos con sus cervezas en las manos mientras mojaban todo el suelo.

-____, ven quiero hablar contigo- dijo Rubius desde la otra sala.

-Ohhhhh- siguieron gritando todos en forma de burla, todos menos Mario quien me miraba amenazador esperando que cumpla con mi trabajo.

Yo asentí esperando a que confiara en mi, él solo ignoró mi gesto y festejó cínicamente con los muchachos la victoria.

-¿Qué necesitas?.

La sala, mejor dicho el cuarto era el mismo cuarto donde Rubius intentó tener sexo conmigo los primeros días.

-Sientate- dijo invitandome a su lado en ese enorme cama.

-¿Qué sucede?.

-Queria agradecerte por estar con nosotros en esta misión, cumpliste un rol importante y lo hiciste bien. Te felicito.

-Gracias, me da gusto que pudieras confiar en mi para hacer ese tipo de trabajo.

-Siempre confie en ti- dijo posando su mano sobre la mia.

En ese instante sentí una vez más el jodido chillido en mi cabeza, el dolor de cabeza me desconsertaba y una voz rondeaba "termina la misión nena". Sentía también como la sangre corría por cada extremo de mi cuerpo y las pupilas dilatas.

-¿Te encuentras bien?.

-Mejor que nunca- dije regalandome una sonrisa cínica.

Deslizé las yamas de mis dedos por todo su brazo hasta llegar a su cuello, donde lo acaricie por unos segundo. Pegué mi cuerpo al suyo mientras mis manos bajaban por su torso hasta llegar a su pantalón, su respiración se aceleraba y en sus ojos se notaba lujuria.

Lo tiré a la cama y me subí encima de él, sus manos se posaban en mi cintura mientras nuestros labios se unian en un beso, su último beso.
Le quité la remera, era un remera tan linda para ensuciarla con sangre, él hizo lo mismo con la mia.

Deslizé mi mano en busca de mi navaja de la suerte sin que se diera cuenta y tiroñé de su cabello.

-¿Fuiste tú todo este tiempo?- dijo asustando con los ojos como platos cuando coloqué mi navaja en su cuello.

-Sí, yo.

-Pero... ¿Por qué?.

-Cállate estúpido y dejame terminar con mi trabajo.

-No por favor.

-¿Tuviste piedad con mi familia?

-Por favor, te lo ruego.

-No, dí tus últimas palabras Doblas.

-Te amo ____.

Traducción de la frase de inicio: Cuando los días son fríos y todas las cartas han sido jugadas,no te quiero dejar atrás, pero estoy en el límite del infierno.

Enamorada de mi enemigo [Rubius y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora