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La total desgracia para Jimin llegó cuando se encontró con el chico que debió de aparecer en la cita que había arreglado su madre.

Había estado lloviendo en la mañana, Jimin recibió muchos mensajes de parte de Jungkook, diciendo que seguía pensando en la tarta de manzana que había preparado. Aparentemente, se acercaba a la receta original, aquella que hacía Dante en la cocina.

La clara evidencia de que le gustó fue como se comió varios trozos, y pidió llevarse el resto a casa.

Estaba de buen humor después del éxito que fue esa tercera cita. Se levantó temprano para ir a una florería, pero esperó que la lluvia pasara y por ende le tomó más tiempo del que esperaba el salir de su hogar.

La razón por la que estaba ahí era simple. En una ocasión Jungkook dejó caer un comentario que no debía de significar nada, él decía muchísimas cosas al día y claramente no esperaba nada a cambio después de compartir sus molestias y secretos. Por su parte, Jimin le tomó toda la atención del mundo, y escuchó cuando dijo que le gustaría saber lo que se sentía recibir flores de regalo.

Tuvieron una pequeña charla después de eso, Jungkook insistía en que no existían los regalos exclusivos para hombre o para mujer, que todos tenían la libertad de elegir lo que gustaban. Jimin podía escucharlo por horas, era sinceramente el hombre más encantador que alguna vez hubiese conocido, tal vez la persona más increíble de todo ese pueblo. Quizás no conocía muchas personas, pero tampoco se veía en la necesidad de conocer a más gente después de tener a Jungkook en su vida.

Luego de esa ligera charla que no significaba nada, — no profundizaron en temas políticos, religiosos o del espectáculo — Jimin decidió salir a comprarle flores. No tenía ni la menor idea de lo que significaba cada flor, y por lo mismo quería comprar lo que le pareciera más bonito. Armaría un gran ramo de flores exóticas, con rosas de colores excéntricos, flores con un aroma dulce, así como también quería comprar lo más caro.

Había encontrado una florería pequeña en el centro del pueblo. Afuera estaba rodeado de flores rosadas, amarillas y rojas. La arquitectura de la florería era realmente hermosa, parecía una construcción muy vieja, pero a su vez era moderna, algo reciente, como sacada de una revista vintage donde enseñaban las maravillas del último siglo. En otras ocasiones pasó por afuera de la florería sin prestarle mayor atención a lo que ahí había, ahora estaba hipnotizado por cada uno de los arreglos florales que tenían.

Decidido a comprarlo todo, Jimin entró a la florería y le dio un rápido vistazo a sus alrededores. Fue en ese momento que se encontró con la persona que menos quería ver, al menos recientemente. Lo recordaba de la fotografía que le había enviado su madre, muy posiblemente él también lo reconoció por la forma en que abrió los ojos de par en par.

Jimin era un experto en hacerse el tonto, pasó la mayor parte de su vida ignorando a sus viejos conocidos como compañeros de escuela, trabajo o familiares lejanos. No le gustaba establecer la típica conversación del saludo y la pregunta de cómo la persona se encontraba, porque la verdad es que no le interesaba. Prefería ignorar a todo el mundo, era honesto en ese sentido, si no les importaba, se haría el desentendido.

Lamentablemente, esta vez el sujeto con el que se encontró era un poco estúpido, o al menos eso era lo que estaba pensando. No recordaba su nombre, no sabía lo que decir ni cómo actuar. El hombre se estaba acercando para saludarlo con una de las sonrisas más incómodas que había visto alguna vez en su vida. ¿Por qué torturarse de esa manera? También pudo haberlo ignorado.

— ¡Hola! — Había un falso entusiasmo en su tono, Jimin estuvo a punto de darse la vuelta y salir corriendo, pero necesitaba las flores.

— Hola, buen día. — A lo mejor, si comenzaba a mirar las flores y lo ignoraba deliberadamente, éste se daría cuenta de que lo estaba incomodando y se daría la vuelta para seguir con lo suyo, pero parecía que ese no sería el caso.

RAPSODIA EN AZUL 青 KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora