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La cena con Jungkook fue surrealista, el chico actuó como si se conocieran de hacía un buen tiempo, pidiendo el plato más barato del menú, que trataba de una ensalada simple, la cual no lucía para nada apetitosa. Tenía su vaso de agua y un trozo de pan que fue comiendo lentamente.

Jimin notó que las manos de Jungkook estaban llenas de callos y heridas. Tenía algunas bandas adhesivas para ocultar los cortes, aparte de que comía sin ninguna delicadeza. Resaltaba mucho debido a su apariencia, pero Jimin no lo juzgaría por ello, simplemente le llamaba la atención lo diferente que era a todas las personas que alguna vez hubiese conocido.

— ¿Te gusta la comida, cariño? — Jungkook no bajaba el tono, estaba actuando como un novio amoroso para evitar que Jimin fuese humillado, eso capturó su corazón por completo.

— Me gusta, pero no es de mi estilo. Es un poquito caro.

— Hay un restaurante medio familiar al que voy siempre, que está en la carretera, como en la entrada del pueblo. — Dijo con la boca llena. Parecía enojado, era ese tipo de persona que expresaba mucho cuando comía —. Ahí todo es bien barato y preparan cosas muy ricas. Igual tomo una taza de café y pum, al trabajo, pero cuando como, como bien.

— Creo que sé dónde queda.

— ¿Sí? Vamos juntos para la próxima, podemos comprar hamburguesas o el postre del día. Tengo dinero para eso, puedo pagar por los dos. — Le sonrió y sus dientes frontales hicieron una aparición sorpresiva, puesto que Jimin no esperaba que fuese a lucir como un conejo cuando reía.

No era necesario ser un genio para darse cuenta de que Jungkook era un chico de vida modesta. Su vestuario ya era suficiente evidencia, aunque Jimin se preguntaba qué hacía en ese restaurante, debido a que estaba claro que no llegó a comer con alguien y que simplemente se quedó para protegerlo de las miradas hostiles que le estaba dando el resto.

— Me gustaría ir contigo a ese restaurante familiar. — Jimin le sonrió, porque Jungkook le parecía adorable y no quería herir sus sentimientos de ninguna forma.

— Pues bueno, ya tenemos planes para otra cita. Me gusta salir contigo porque eres siempre comprensivo y maravilloso. ¿Ya dije que me encanta tu camisa? Te hace ver hermoso, tu cuello se ve largo y me siento como un vampiro hambriento. Cuidado, eh, que te saco sangre con estos caninos. — Le enseñó los dientes haciendo una cara graciosa, y Jimin rio golpeando la mesa, sorprendiendo a los que estaban cerca.

¿Qué estaba haciendo con ese desconocido y por qué se sentía tan fácil hablar con él?, todas sus citas antes habían sido incómodas, con silencios largos y miradas cargadas de angustia. Tal vez gracias a que Jungkook era alguien completamente distinto a lo que habitualmente buscaba en una pareja, le caía tan bien con un par de palabras intercambiadas.

— Tus ojos son lindos, Jungkook. Me gusta como se ven con tu gorro, resaltan mucho.

— ¿Mis ojos? Mmm, muchas veces dicen que doy un poco de miedo, que con estos ojos me parezco al niño que sale en una película de terror japonesa. Yo no les creo mucho, pura envidia la verdad, pero igual no le encuentro algo sorprendente a mis ojos. Ahora que tú dices que son lindos, voy a pensar que de verdad es así y no podré dormir en toda la noche por lo feliz que me siento.

Jungkook hablaba mucho, Jimin llegó a esa conclusión rápidamente, después de todo era algo que quedaba en evidencia. Comenzaba a reunir todas las características de la persona que jamás pensó le gustaría. Siempre se inclinó por sujetos de pocas palabras, que tuvieran su propio negocio y que vistieran elegante hasta para andar por casa.

— Pero es verdad, tus ojos son muy lindos. Si alguien dijo algo negativo sobre tu cara o tu cuerpo, evidentemente se trata de envidia. — Respondió dándole un sorbo a su copa de agua. Le quedaba la mitad de la comida, pero se había llenado con el postre que pidió antes y con la rabia que sintió después de que le dejasen plantado.

RAPSODIA EN AZUL 青 KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora