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Con una taza de café en sus manos, Jimin intentaba centrarse únicamente en la calidez de la cerámica, en lugar de mirar su celular, el cual había dejado de recibir notificaciones desde hacía una media hora.

Jungkook le dijo que no le quedaba batería, por lo que no podría hablarle hasta que su celular se cargara, pero el intercambio de mensajes era divertido y ahora Jimin se sentía inmensamente vacío después de charlar por horas con él, para terminarlo todo de forma tan abrupta.

Desde la primera cita improvisada comenzaron a hablar todos los días. Jungkook no se controlaba y mandaba todo tipo de cosas, desde fotografías que él mismo le sacaba al paisaje, hasta noticias que no tenían nada de interesante. Era su curiosa personalidad la que lograba que su relación no se deteriorara. Siempre tenía algo que agregar a los silencios, incluso cantaba en los momentos menos indicados para hacerlo.

Llevaban varios días en una rutina que no se rompía, pero no hablaban de la segunda cita que se prometieron. Ese tema le causaba a Jimin mucha vergüenza, no quería admitir en voz alta sus intenciones porque quizás Jungkook le rechazaría debido a su apretada agenda. Aprendió que trabajaba en una gasolinera, y que aparte de eso se dedicaba a cortar leña. Sus manos eran evidencia del arduo trabajo que realizaba a diario.

Jimin también estaba acostumbrado a que el resto tomase la iniciativa, nunca se sintió desesperado por una cita, todo llegaba a él de la forma más inesperada. Ahora valoraba un poco más las agallas de aquellos que le invitaron a salir antes, porque él no era capaz de siquiera insinuarlo. Se quedaba en blanco y simplemente agregaba más comentarios a la conversación iniciada por Jungkook

Miró por su ventana, contemplando la neblina que se cernía sobre las montañas. El café sabía más amargo que nunca, arrugó la nariz disgustado con todo, incluso consigo mismo por estar tan pendiente de su celular. No podía evitar sentir que no estaba siendo fiel a sus propias creencias, pero tampoco es que le importara, porque de verdad quería hablar un poco más con Jungkook.

Decidió enviarle un mensaje invitándolo a salir incluso cuando su último mensaje seguía sin ser contestado. Prefería hacerlo así, porque sabía que Jungkook no estaba pendiente de su celular y tardaría en ver el mensaje, lograba calmar su ansiedad con aquello. Le causaba inquietud el involucrarse tanto con otra persona, hasta el punto de que su estado de ánimo dependiese de ésta. Se rio de sí mismo, recordando todas esas veces en las que decía estar seguro de ser un joven independiente.

Alguna vez su psicólogo le comentó algo sobre la soledad que le dejó reflexionando. Habitualmente visitaba a Romolo Pasco, un psicólogo que trabajaba con muchísimas personas, tantas que ni siquiera podía entender cómo no se volvía loco. Era muchísima la carga en su espalda, pero siempre daba más de sí mismo, incluso le daba medicamentos a personas de escasos recursos que no podían permitirse el lujo de mantener un tratamiento, y que los necesitaban después de ser tratados por el único psiquiatra del pueblo, que también era un conocido del psicólogo.

Lo que Romolo le comentó fue en una sesión donde Jimin aseguraba sentirse bien porque había personas en su vida, y eso era suficiente a pesar de que estaba realmente cabizbajo en ese entonces.

"Las personas no pueden curar tu soledad, sólo tú puedes hacerlo" fue lo que dijo. Lo recordaba claramente, como si lo hubiese dicho recientemente. Jimin en ese momento se había hecho adicto a establecer relaciones para sentirse mejor, pero sabía que eran vínculos superficiales, nunca le prestaban real atención.

Estaba ese miedo constante de volver a lo mismo, de depender de otros y de ser un caos andante. Nunca sabía cómo equilibrar sus emociones, a veces era adicto a la atención de otras personas, a veces simplemente se necesitaba a sí mismo. No sabía cómo describir su actual situación con Jungkook.

RAPSODIA EN AZUL 青 KOOKMINWhere stories live. Discover now