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Me desperté momentos antes que el sol siquiera se asomara en los grandes muros. Había terminado de asearme y colocarme la ropa de un característico corredor, até mi cabello en una alta coleta y agarré mis armas que distribuí alrededor del cuerpo, la más grande y pesada la coloqué en mi espalda, consistía en una lanza. Le pedí a Gally que la hiciera después del accidente de Melvin.

—¿Estás lista? —me preguntó Minho, ya se encontraba listo y nada más faltaba Alby.

—Sí, ya llevaba semanas sin acompañarte a recorrer el laberinto. ¿Y Alby? —pregunté.

—Está buscando sus armas —contestó—. Por cierto, no me respondiste la pregunta hace unos días sobre lo de Thomas y tú.

Hice una mueca, miré al suelo intentando descifrar si estaba bien contarle sobre los sueños, pero ¿él me seguiría amando después de lo que le había hecho a una inocente familia?

—Me pareció haberlo visto en algún lado, creo que él está relacionado con mi pasado. —Minho frunció el ceño totalmente confundido.

—¿Relacionado? —asentí.

—Quizás éramos hermanos o amigos. —me encogí de hombros, intentado restarle importancia, pero era imposible.

—¿Eso quiere decir que has recordado tu pasado? —su pregunta sonó con una pequeña esperanza, esperanza que me tocó destruir al negar su pregunta.

—No. —mentí con dolor, no quería mentirle y más porque eso podía dañar la confianza en nuestra relación, pero lo que poco que recordé podría lastimarlo.

—Buenos días. —saludó Newt llegando junto con Alby.

—Ya es hora de irnos —avisó Alby —. ¿Recuerdas todo lo que te dije, Newt?

—Sí, tranquilo. Vigilaré a Thomas como un halcón.

—Cuida bien del huerto. —le pedí. Newt rió por lo bajo.

—Más bien procuren llegar sanos y salvos.

Sonreí y lo abracé antes de adentrarnos al laberinto.

—¡Demonios!

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—¡Demonios!

Maldecí al ver que ya no faltaba mucho para que cerraran las puertas y aún no encontraba a los chicos. Hace más de media hora debí de encontrarme con Alby y con Minho en la columna uno, pero por ningún lado los encontraba. Por lo que decidí buscarlos.

Ya estaba por anochecer por lo que no podía hacer mucho ruido o profundizarme tanto en el laberinto. Había llegado a la columna seis, tal vez Alby se encontraba por aquí.

—¡Karma! —miré a mi derecha, ahí se encontraba Minho cargando con Alby herido.

—¡Minho! —troté hacia ellos y lo ayudé con el peso de Alby, se encontraba insconciente y muy herido —. ¿Qué fue lo que le sucedió?

—Le han picado. Lo encontré como un loco en la columna cinco, me tocó noquearlo. Pero dejemos las preguntas para después, ya hay que irnos o nos quedaremos afuera.

Cargar con Alby no fue sencillo, pesaba demasiado y aún más porque el pánico se comenzaba adueñar de nuestros cuerpos. Nos encontrabamos agotados y hambrientos, no sería sencillo sobrevivir en el laberinto siquiera dudo que llegáramos a sobrevivir.

—Alby debería de considerar bajar de peso. —gruñí.

Ya nos encontrábamos cerca del Área, tuvimos esperanza de llegar a tiempo y ya estaba considerando darme un baño al llegar. Pero mi corazón aceleró con fuerza al escuchar las puertas querer cerrarse y escuchando a los habitantes gritar que nos apresuraramos.

—¡Corre, Karma! ¡Entra al área! —gritó Minho, intentando llevarse todo el peso de Alby él sólo, pero tropezó.

—¡Ni loca. No los dejaré aquí! —grité ayudándolo arrastrar a Alby, pero fue demasiado tarde, ya las puertas estaban por cerrar.

Caímos de rodilla viendo cómo Thomas pasaba en un diminuto espacio al lado de donde nos encontrabamos.

—Buen trabajo. Fue un suicidio lo que hiciste. —jadeó Minho.

—¿Qué? —farfulló Thomas, levantándose y caminando hacia Alby —. ¿Qué le pasó?

—Se está echando un sueñito. —respondí con sarcasmo.

—¿A ti qué te parece? Le han picado. —dijo Minho.

—¿Qué le pasó en la cabeza? —preguntó Thomas.

—Hice lo que tenía que hacer. —Thomas nos observó con pánico, confusión y miedo, mirada de todo novato.

A lo lejos escuchamos un gruñido por parte de un penitente, el cual resonó por todo el laberinto por unos segundos. Enseguida saqué mi lanza y me levanté alerta.

—Hay que irnos de aquí. —dije.

—Vale. Ayúdame a levantarlo. —ld pidió Thomas a Minho.

—Hay que correr. El laberinto está cambiando. —comentó Minho, lo miré con el ceño fruncido.

—No vamos a dejar a Alby aquí. —Minho me ignoró e intentó arrastrarme con él, pero lo detuve. Él se volteó y nos miró.

𝐔𝐍𝐓𝐎𝐔𝐂𝐇𝐀𝐁𝐋𝐄, maze runnerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora