𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟓𝟔: 𝒍𝒊𝒆𝒔, 𝒍𝒊𝒆𝒔, 𝒍𝒊𝒆𝒔

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Durante unos segundos mi mente no se creyó lo que dijo y lo único que pensó fue: "¿Una sorpresa? ¿A mí? ¿Por qué?". Era incapaz de asimilar que había alguien a mi lado que no intentaba hacerme daño, que no quería decepcionarme. ¿Tan importante era yo como para hacer un trayecto de siete horas en coche hasta Sacramento? ¿Tan importante era yo como para malgastar dos de sus días libres en mí?

—¿Sigues enfadada? —Frunció las cejas, dándole un mordisco al sándwich de mostaza y pavo que tenía en la mano.

—No, no. Solo...

Sonó el timbre de la puerta. Una gota de mostaza reposaba en el labio de Noah, que ni siquiera se inmutó por ella.

—Lo sé, sé que solo te esperas decepciones de la gente. Pero creía que eso lo habíamos dejado atrás conmigo, ¿no?

Tras la puerta Abby sujetaba de la mano a Robin, que llegaba a casa de su tía con el bañador de Spiderman, el pelo rubio perfectamente peinado hacia un lado y su mochila colgada a la espalda.

—Gracias por quedaros con él hoy. Vengo esta tarde a por él.

Abby le entregó una pequeña mochila azul a Noah en la mano, sonriéndome al ver que me acercaba a la puerta.

—Noah, no le compres McDonalds, por favor. Ya comió ayer. —Hizo una mueca a la vez que apretaba los hombros de su hijo—. Pórtate bien. Hazle caso a la tía Noah y a Olivia, ¿vale? —Le acarició el pelo rubio hasta soltarle un mechón de pelo que rebotó contra su frente.

—No te preocupes, ayer preparé algo que seguro que le gusta —dije con una sonrisa, alargando la mano para limpiar la mota de mostaza que se había quedado pegada en el labio de Noah.

—Confío en ti —añadió Abby, dejándole un beso en la coronilla a Robin.

—¿En mí no? —Espetó Noah con la boca llena por el bocado que le había dado al sándwich.

—No tanto como en ella. Vengo esta tarde, cuídate.

Robin pasó al salón sin media palabra, sin ninguna queja, agarrándose a la mano de su tía. En mi cuerpo aún quedaban resquicios de esa rara sensación en la que me quitaba toda la razón, en la que la realidad era totalmente contraria a lo que mi mente pensaba.

Parpadeé un par de veces para poder ver la realidad con claridad de nuevo y ver cómo Noah abría la bolsa que su hermana le había dado. Contenía mudas de ropa y un paquete transparente en el que podía verse otro bañador igual al del pequeño. Escrito con rotulador indeleble ponía: "Para que vayas a juego con tu sobrino. PÓNTELO. Dile a Olivia que te haga fotos. Es una orden."

—¡NO! —Exclamó ella, sacando el bañador de la bolsa.

—¡SÍ! —Gritó Robin, agarrándose a su pierna—. Tía Robin tú y yo vamos a ir a la piscina y vamos a nadar y luego vamos a comer sándwiches.

Noah lloriqueaba por tener que ponerse ese bañador de Spiderman, pero Robin aplaudía con sus manitas al verla salir de la habitación con los hombros caídos, las mismas chanclas negras que él y el bañador que Abby había escogido especialmente para ella.

La piscina del edificio estaba vacía. Tan solo una señora leía la revista Sunset con las gafas de sol puesta y un bote de aceite solar en spray a su lado. Robin le pidió a su tía que le inflase los manguitos, también de Spiderman, mientras yo le untaba crema solar por la cara y el cuerpo.

—Tía Noah, ¿y y y y cuando salgamos de la piscina podemos ir a comer un sándwich como el que tú has comido?

—Sí, claro. —Noah le puso el tapón a los manguitos y se levantó de la hamaca, metiéndolos en la piscina para que fuese más fácil colocarlos al estar mojados—. Venga, estira el brazo, colega.

Yo prefería quedarme en la hamaca tomando el sol y viendo cómo Noah y su sobrino jugaban en el agua, pero Robin tenía otra idea. Mientras pataleaba, jugaba a ahogar a Noah y a engancharse a su cuello para sostenerse en el agua. Me miró con el ceño fruncido y me señaló, un gesto que Noah le reprendió duramente.

—Tía Olivia ¿tú no vienes al abua?

Tía Olivia.

Poner esas tres letras delante de mi nombre me hacía parte de algo, me hacía estar dentro de una vida de la que hasta entonces era ajena, me hacía sentirme parte de una familia que no era la mía. Era algo en la vida de alguien. Me había percibido de una forma tan importante como para considerar que estaba dentro de su vida y lo decía con tal naturalidad.

No recordaba el último día de felicidad, pero se asemejaba a este. Uno en el que me volví a sentir percibida como una persona normal sin que nada del pasado interviniese.

Robin quería aprender a nadar e iba con un solo manguito intentando recorrer la distancia que había entre su tía y yo hasta que una de las dos debíamos ir a recogerlo porque se cansaba. Aprovechando que no había nadie, Robin caminaba por el borde de la piscina escuchando nuestras voces de advertencia que decían: "No corras, Robin, te vas a hacer daño" y él nos hacía caso para después saltar a la piscina en lo más hondo, donde solo Noah llegaba a hacer pie. Yo debía quedarme en mitad de la piscina o agarrarme al bordillo para mantenerme a flote o me hundiría del cansancio.

Después de pasar la tarde entre crema solar, agua y 'tía Olivia', subimos de nuevo a casa. Noah bañó a Robin en la ducha mientras él intentaba enseñarle que su muñeco de Spiderman soltaba telarañas de plástico si le apretabas en el botón que llevaba a su espalda. Yo preparaba los sándwiches de pavo, lechuga, tomate, queso y mostaza que decían gustarle junto a unas patatas fritas que me di el gusto de prepararle.

Noah le puso en la tele Spiderman: Into The Spiderverse y después de comerse la mitad del sándwich y algunas patatas acompañadas de un zumo de naranja, Robin cayó dormido en el sofá.

*

—¿Sigues enfadada conmigo?

Olivia hizo una mueca mientras se quitaba la camiseta que había usado ese día, quedando en sujetador en mitad de nuestra habitación. Rodó los ojos y puso una mano en mitad del abdomen, empujándome con suavidad.

—¿Por qué me darías una sorpresa? Es lo único que me ronda la cabeza. —Alzó los hombros, echando la camiseta en el cesto de la ropa sucia.

—Porque cumples treinta y cuatro años en dos semanas —repliqué, sentándome al borde de la cama con las manos a los lados de mi cuerpo—. Quizás debería haber mentido mejor para que no sospechases nada.

—Sí, porque si es así como mientes cuando me pongas los cuernos de verdad te voy a pillar con solo respirar tres veces. —Se llevó las manos a la espalda, quitándose el sujetador, que guardó en el primer cajón dentro del armario—. Puede que solo esté cansada de estas últimas semanas. No sé...

—Estás cansada y yo soy un desastre con patas. Eso es lo que ocurre. —Olivia rio mientras se deshacía la gomilla que sujetaba su pelo en un moño y lo dejaba caer sobre su espalda con ese leve balanceo que debía acariciar su piel al pasar.

—Creo que soportas demasiado mi carácter, eso es lo que ocurre —sentenció, poniéndose la camiseta del pijama. Triste—. Porque si tú me hubieses acusado de engañarte te habría cruzado la cara de un guantazo —dijo caminando hasta mí, quedando de pie entre mis piernas delante de la cama.

Me besó con las manos puestas en mi nuca, apretándose a mí con una intimidad que hacía casi un mes que no teníamos. Mis manos fueron a esos sitios que tanto había echado de menos y agarré sus nalgas con la amplitud de mis manos.

—En las primeras vacaciones que tengamos nos volvemos a Bora Bora —susurré en sus labios, buscando su lengua mientras ella se reía y rompía el beso.

Pero nuestro intento de acostarnos por primera vez en semanas debía posponerse un poco más. El timbre sonó.

let me be her (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora