𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟑𝟖: 𝒍𝒂𝒔 𝒄𝒐𝒎𝒑𝒂𝒓𝒂𝒄𝒊𝒐𝒏𝒆𝒔 𝒔𝒐𝒏 𝒐𝒅𝒊𝒐𝒔𝒂𝒔

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No podía comer tranquila. Vi a Piper atravesar el restaurante con pasos decididos hasta mí con una carpeta en la mano. Agradecía que Olivia estuviese en una sesión de chocolaterapia y no tuviese que ver mis escasas habilidades sociales flaquear delante de Piper Scott.

—Aquí tienes la propuesta. —Piper dejó el dossier encima de la mesa y se sentó en la silla de enfrente—. Ábrelo.

—Estoy comiendo —dije con las mejillas llenas de cangrejo rey.

—Ábrelo —insistió, poniendo dos dedos sobre la carpeta, acercándola a mí—. Te tolero, ábrelo antes de que venga Olivia o tendré que fingir que te odio.

—¿Por qué tienes que fingir que me odias delante de Olivia? —Agarré la carpeta, quitándole las gomillas—. ¿No sería más coherente hacerme creer que me odias a mí para mantenerme a raya y no dejar que le haga daño a Olivia por miedo a represalias? —Piper parpadeó un momento intentando buscar coherencia a todas las palabras que acababa de soltar por la boca.

—He dicho que te tolero, lo que quiere decir que no me das náuseas y ganas de aplastarte la cabeza con una sola mano, no que me haga feliz verte la cara de idiota. —Miró la carpeta y la señaló—. Como tardes un segundo más en abrirlo...

—Sí, señora.

Intenté parecer serena, como si la cantidad de dinero que había en esa propuesta no fuese superior a la que me ofrecía el directivo de Shining Dreams, como si no fuesen dos pagas más, ni tampoco tuviese un cheque de trescientos dólares para gastar en lo que me diese la gana el día de mi cumpleaños. Debía haberle impresionado mi portafolio, sí.

—¿Cuánto tiempo tengo para pensármelo? —Pregunté, guardando los documentos en el dossier.

Piper se quitó las gafas de sol en un gesto elegante y las dejó sobre la mesa, mirándome.

—No tienes. ¿Piensas que no sé cuánto te ha ofrecido el alopécico cincuentón de Shining Dreams? Déjame pensar. —Se dio un par de golpecitos en la barbilla—. Un salario de cinco mil, o alrededor de esa cantidad, sin comisiones por encargo. Además...

—Dios, vale, iba a aceptar, solo quería hacerme un poco la reticente. Acepto. —Estiré la mano a través de la mesa y estreché la suya, sellando el pacto con una sonrisa complaciente por su parte.

—¿Sabes algo del mundo de los eventos, Wilson? —Yo negué—. Yo no hago eventuchos baratos, como bodas de algún mindundi o cenas de empresa. Olivia no organiza bodas o baby showers. Hacemos eventos a gran escala y hacemos eventos pequeños para la gente que puede pagarlos. Podemos organizar la presentación de los nuevos modelos de Apple cada septiembre y una fiesta privada con el lujo más depravado que puedas imaginar. Es un mundo bañado en dinero, Wilson. —Apoyó los antebrazos en la mesa, inclinando el cuerpo hacia mí—. Olivia es capaz de alquilar islas privadas y jets, de mover cielo y tierra si a alguno de esos ricachones se le antoja sacrificar a un esturión ruso para sacarle las huevas de caviar con sus propias manos en mitad de su fiesta de cumpleaños. Pero, dime, Noah Wilson, ¿tú serás capaz de soportar todo eso? ¿Serás capaz de soportar a clientes pidiéndote algo que está en su mente, pero que no te pueden explicar? —Se mordisqueó el labio inferior con los ojos entrecerrados—. Es la única duda que tengo sobre ti.

—Es normal que tengas dudas, Piper. —Agarré la copa de vino blanco que acompañaba al marisco que estaba comiendo y le di un sorbo—. Ese es mi trabajo y se sale de tu campo. Yo no sé cómo consigues alquilar una isla privada en menos de un día, pero seguro que tú tampoco sabes el proceso creativo para diseñar lo que el cliente quiere. —Enlacé mis manos encima de la mesa, imitando su postura al inclinarme sobre la mesa—. Sé que piensas que soy una niña de papá del sur de California, pero no es así. —Piper frunció el ceño y ladeó la cabeza—. No todo me ha venido rodado.

let me be her (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora