𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟓𝟒: 𝒍𝒂 𝒄𝒐𝒕𝒊𝒅𝒊𝒂𝒏𝒊𝒅𝒂𝒅 𝒅𝒆 𝒖𝒏𝒂 𝒗𝒊𝒅𝒂

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En los días siguientes nos mudamos a Culver City. Parecía que Olivia mejoraba esos días empaquetando ropa y enseres repartidos por toda la casa. Se acercaron a ayudarnos también Piper, Grace y Steve, al que hacía casi tres meses que no veía.

Hicimos las maletas, cerramos las cajas, las apilamos en el camión de mudanzas y cruzamos la ciudad para llegar al barrio donde nació el cine tal y como lo conocemos.

Culver City era mucho más concurrido que Long Beach, más bares, más restaurantes, más clubes, más gente, pero mejores apartamentos que allí. El nuestro estaba en un edificio de aires mediterráneos con una fachada construida en ladrillo, patio interior con piscina y un piso de doscientos metros cuadrados que incluían tres habitaciones, de las cuales haríamos dos despachos individuales, dos baños y una cocina que Olivia estaba deseosa de probar con mis, según ella, 'maravillosos dotes de cocina'.

Abriendo cajas parecía olvidarse de todo lo que había pasado y eso me consolaba. Me consolaba ver cómo sonreía al ver nuestra habitación totalmente terminada con los brazos en jarra, observando el balcón con vistas al patio del edificio, a su piscina, a sus hamacas y al pequeño barecito que había dentro. Pensé, al asomarme con ella, en lo mucho que le gustaría a Robin nadar en la piscina, en cómo le enseñaría a nadar en una piscina que estaría vacía para él porque los vecinos de ese edificio no tenían tiempo para bañarse en ella.

Mientras seguíamos abriendo cajas tuvimos tiempo de descubrir Culver City, de encontrar el restaurante indio que más nos gustaba y que superaba a aquel al que solíamos pedir a domicilio en Long Beach. A la hora de comer descubrimos un restaurante de comida cubana que nos dejó mirándonos a los ojos unos segundos antes de seguir comiendo con la precipitación que surge de comer con hambre algo tan bueno.

Poco a poco fuimos creando pequeñas costumbres de un nuevo comienzo, como desayunar al sol en la terraza, darnos un baño relajante en el baño principal, cenar tacos de una taquería ambulante que pasaba en su camión todas las noches y dejar las puertas de los despachos abiertas mientras trabajábamos. Olivia decía que cerrase mi puerta porque seguro que me molestaba al hablar por teléfono y dar vueltas como una loca, pero yo me colocaba mis cascos plateados y escuchaba la lista de los éxitos más escuchados de 2001 con la cancelación de sonido activada.

Sentí que éramos una pequeña familia cuando Olivia puso en las estanterías del salón dos marcos de fotos; en uno ella besaba mi mejilla mientras yo dormía sobre la arena en Bora Bora y en la otra solo aparecía yo con unas horribles gafas de buceo que me aplastaban la cara y levantaban mis rizos como si fuese una estrella de mar.

Quizás eligió esas porque fueron nuestros primeros recuerdos juntas.

*

A Matt le gustaba esconderse en lo más profundo de Los Ángeles, allí donde nadie pudiese pensar que estaba él. En West Hollywood había una pizzería llamada Big Mamma's and Papa's pizzeria. A primera vista no puedes sospechar nada, es una pizzería bastante atractiva y, qué decir, sus pizzas estaban bastante buenas.

Robert estaba en el mostrador y solo debías decirle "vengo a por una pizza familiar estilo búfalo con queso azul" para que asintiese y te dejase pasar al almacén. Muchos pensaréis que cualquiera puede llegar y hacer ese pedido, pero esa pizza ni siquiera está en la carta. Se llama así porque Matt es de Búfalo, un neoyorquino que se escapó de casa a los quince por hackear el portátil de su padre y encontrar cosas que, y cito textualmente: "no merecen mi respeto".

Una vez entras en el almacén repites a los cocineros que quieres la pizza familiar de búfalo y queso azul para que nadie te mire raro cuando abras la puerta justo al lado del amasador y bajes las escaleras hasta los túneles más pestilentes de toda la ciudad. Allí, tras abrir dos puertas y bajas tres escaleras más, había una puerta acorazada de acero. Tenías que llamar con cuatro toques. Dos segundos de diferencia entre el primero y el segundo y los dos siguientes seguidos. Después debes repetir la cansina frase, una pizza familiar estilo búfalo con queso azul.

let me be her (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora