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Sábado por la mañana, ayer Quackity se había quedado a hacerle compañia hasta tarde, se fue a su casa alrededor de las 8 de la noche y llegó bien según le informó por mensaje el azabache. Se había despertado solo está vez, no había nadie haciendo presión en su pecho y solo se notaba el frío que indicaba el inicio del otoño y su soledad.

El castaño se levantó para hacerse el desayuno y recoger todos los apuntes y deberes de ayer, le daba pereza pero no tenía otra opción. Agarró su móvil y buscó en el grupo que había de su clase, menos mal que el profesor mandaba lo que hacían siempre, el único problema sería que no tiene justificante de su falta, pero meh, no hicieron nada importante así que no importaba.

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Cierto azabache bajito se encontraba haciendo sus deberes lo más rápido posible, tenía ganas de volver a dormirse pero no quería dejar eso sin hacer, después se le olvidaría y sería una liada que prefería evitar.

Tomó de su café con cuidado de no manchar nada y siguió con lo suyo, sus ojeras eran notables porque no llevaba un corrector como otras veces, añadiendo que esa noche tampoco había podido dormir, le venía a la cabeza alguna de sus ex parejas, con las que vivía el mundo en blanco y negro, su primer supuesta pareja fue cuando era adolescente y en realidad era obligado, le torturaba recordar sus amenazas y golpes, su segunda pareja desapareció, solo lo encontraba en sus sueños, tan guapo aunque sea en su pesadillas... Su tercera pareja fue uno de sus amigos, mostró interés en un principio pero luego se olvidó de él.

El universo lo obligaba a estar solo, la muerte lo separaba de sus queridos y el mundo era en blanco y negro, hasta que conoció a Wilbur, claro, una nueva flor en su solitaria y aburrida vida, nada cliché como "Un rayo de esperanza" "El único para mis ojos" , no, él era una hermosa flor que resaltaba en su campo de flores negras, claro que habían más, claro que también prestaba atención a las demás, pero con aquella flor mantenía conversaciones, se hablaban y congeniaban a la perfección.

Eran el uno para el otro.

Él solo adoraba a esa flor. Esa flor lo amaba solo a él.

Sabían todo del otro y a la vez nada, se gritaban te quiero con pequeñas sonrisas, se besaban con sus roces de manos. Se amaban en un silencioso secreto.

El azabache por fin terminó sus deberes y se fue a acostar, estaba agotado y por su cabeza solo pasaban leyes, reglamentos ect.

Quackity se despertó de su siesta y al encender su móvil se encontró con mensajes de Wilbur, le pedía quedar un rato porque se aburría, claramente aceptó, a su lado el mundo tomaba color y le encantaba apreciar los arcoiris.

No tardó en responderle para situar el lugar de quedada, el cual fué la casa del pelinegro, el castaño insistió que tenía ganas y curiosidad de verla.

Al parecer Wilbur llegó en coche por lo rápido que fue y las sospechas de Quackity se confirmaron cuando se asomó por la ventana y lo vió salir de su precioso y pequeñito coche, cerró la ventana y bajó rápido las escaleras de su edificio hasta llegar al portal, abrió la puerta y dejó pasar al castaño.

─ Bienvenido a mi humilde morada.

Wilbur río ante la manera de hablar de Quackity y lo siguió hasta su apartamento.

─ Pequeñito pero acogedor, todo lo que necesito.

─ Tiene tu toque, me encantas.

Dijo el castaño sonriendo y mirando a su alrededor, Quackity supuso que se había equivocado sin darse cuenta y solo río mientras caminaba hacia el salón.

La Siguiente Estación  - QuackburWhere stories live. Discover now