Acto 5

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—Me encantaría poderte ayudar con tu mudanza.

—Pues puedes hacerlo, además no hay prisa.

—Dijiste que mañana te mudabas.

—Exagere un poco la verdad —soba su nuca—, no es como que mañana sí o sí deba salir de casa de mis padres.

—Ya se me hacía raro —entrecierra sus ojos—, en fin ya lo hiciste —afirma con resignación—, no puedo reprocharte eso, te saliste con la tuya —sentencia—, pero en algún momento estará la mía.

—Mientras sea algo humanamente posible, haré lo que tú quieras.

—Oye Shaoran, ¿somos amigos, verdad?

—¿Por qué lo preguntas pequeña?

—Es qué, si te soy sincera ni siquiera sé qué hacen los novios, con Ku… —carraspea—, con él era poco el contacto que tenía, sostenía mi mano solo cuando salíamos a dar un paseo, o para ayudarme, pero pocas veces por otros motivos, abrazarme pues casi no, y qué decir de besar, solo ocurrió una vez. No pienso que sea malo, sé que cada persona es distinta, pero no puedo asegurar que todas las relaciones así sean o que realmente me trataba como su pareja…

—Y te hace tener dudas por cómo soy contigo.

—Uju.

—¿Te incómoda?

—No, me gusta que seas así conmigo, me hace sentir… —bajo su rostro y musitó—, especial.

—No lo hago con ese fin, no es para hacerte sentir especial, es porque lo eres, para mi eres especial.

—Eres tan dulce Shaoran.

—No lo soy pequeña, de hecho no quisiera que nadie más te viera, quiero solo ser yo quien te pueda abrazar de esa forma, quien se pueda acercar a tí como lo hago yo, que incluso pueda quedarse encerrado en tu habitación, no me gusta la sola idea que alguien más lo pueda hacer.

—¿Por qué Shaoran? —preguntó dulcemente.

—Porque me di cuenta de las cosas, qué tú me… —Negó con su cabeza—, hmm no es nada.

Se acercó a esa chica y la abrazó, poco a poco se fue acurrucando aquella castaña hasta quedar profundamente dormida, Shaoran sé había percatado de algo sumamente importante, algo de lo cual no podía pasar, algo que no pudo evitar y que sin embargo sucedió, se había enamorado de esa niña de hermosos ojos jade, ¿cómo podría solo ser para ella eso, amigos, cuando él comenzaba a anhelar su proximidad? Aquel jovencito de diecinueve años se quedó viendo el techo de la habitación en la que se encontraba, quería entenderse de mejor manera, no quería hacer algo estúpido que propiciará el alejarse de ella, salió de esa recamara en dirección a la cocina, tomó un vaso con agua y se topó con la peor persona posible, el hermano mayor de esa niña, quien lo miraba fijamente con el ceño fruncido.

—¿Estás enamorado de mi hermana, verdad?

La pregunta le llegó como daga al corazón, era cierta la acusación, no podía negar sus sentimientos, no podía mentir diciendo lo contrario, el castaño sólo bajó la cabeza sin decir nada, una respuesta más que evidente para el mayor Kinomoto.

—Ella no ha tenido un novio antes —se sentó en la mesa desviando su mirada del castaño, sin embargo el chico alzó la suya y la fijó al hermano mayor de ella—, y mi amigo no fue precisamente un novio con mi hermana, es verdad que él la amaba mucho y estaba dispuesto a cuidar de ella, pero yo nunca la vi a ella así, hasta que te conoció —voltea su vista a él—, entiendo porque contigo es tan feliz y te lo agradezco, aunque no me agrades, mocoso.

Bajo la Luna Where stories live. Discover now