—Genial. Ahora vas a irte porque has vuelto a enojarte conmigo. Soy yo siempre el que tiene la culpa —Bufó y se llevó la mano al cabello. ¿En qué momento su humor ha cambiado? ¿En qué momento le he dicho que estoy enojada con él? ¿En qué momento? Me detengo y dejo de guardar mis cosas. Le miro sin dar crédito. ¿Por qué tiene que ponerse en este plan siempre? ¿Por qué mierda siempre me siento tan culpable por cualquier discusión que tengamos? Esto no es justo para mí. No lo es.

—¿Quieres volver a pelear?

—No, no es eso. ¡Es que de esto estamos viviendo! Discusiones y discusiones. Esto es agotador. Siempre uno de los dos sale dañado. Siempre uno sale llorando. Estábamos bien hace unos segundos, y te has levantado del sofá por hacer un berrinche. Te he dicho que estabas bien y que podíamos ir así al centro comercial, pero te has negado y ahora quieres irte. ¿Qué es esto? ¡Joder! —Sus ojos me atemorizan y me hago pequeña. ¿Por qué me siento tan inferior? Es verdad lo que dice, pero él no tiene por qué hablarme de manera tan brusca. Y me duele el hecho de que todo lo que haya dicho sea cierto. Estamos viviendo de las discusiones, tan sólo de discusiones y disculpas a cada momento.

Temo de lo peor ahora. Temo que pueda acabar esto de manera tan simple.

—Tengo que irme, Harry. —Le digo, tratando de no llorar. Y eso es lo que pasa ahora siempre, siempre quiero llorar. Siempre estoy malditamente sensible a su lado y vulnerable, no es algo que quiero estando con él. Quiero sentirme segura a su lado, no débil.

—¿Entonces no vamos a salir? ¿Entonces nuevamente por esto vamos a...?

—¡En ningún momento he dicho que no quería que saliéramos! —Salto agotada y él no se lo espera, mucho menos yo—. ¡Dije que quería ir a casa y es lo que voy a hacer! ¡Estás bien, estoy bien! Quiero cambiarme la maldita ropa, ¿es que no puedo hacer eso siquiera? Tengo que ir a casa, Harry. No soy tu maldito perro, no soy tu maldita esclava. ¡No estaré atada a ti toda mi maldita vida! 

Le digo con lágrimas en los ojos. E inmediatamente me arrepiento de lo que digo. Me echo a llorar como una niña y me siento avergonzada de alguna manera. ¿Por qué siempre tengo que terminar llorando yo? Esto no es lo que quiero, esto no me hace ningún bien. La manera en la que me he expresado ha sido fría. He sido fría con él y hasta conmigo misma. Él guarda silencio y niega con la cabeza, botando el aire que ha resistido.

¿Por qué no hacemos más que dañarnos mutuamente? Somos tóxicos el uno para el otro.

Me siento sobre su cama y me abrazo a mí misma. Él ha desaparecido ya, probablemente esté en el baño, o tal vez ha bajado nuevamente al primer piso, no lo sé. Siento mi garganta quemar por el llanto y siento mi piel fría también. Tengo frío, y sé que es porque no tengo su calor. ¿Es que en el amor se tiene que sufrir tanto? Quiero que vuelva a mí y me abrace, que me diga que me ama y que arreglemos las cosas de nuevo. Pero sé que eso es volver a lo de siempre. Somos una maldita rutina infernal. Estamos destruyéndonos de a pocos y no es más que por nuestra misma culpa.

—No llores. No llores, Daphne —me repito a mí misma y exhalo el aire que retengo en los pulmones sin siquiera haberme dado cuenta. Me levanto de la cama y en eso recibo un mensaje.

—"Los espero aquí (:" —Es Nanny. Y su mensaje me hace llorar más aún. No le respondo y dejo el teléfono sobre mi bolso. Me dirijo al baño y ahí me encierro. Quiero que el mundo se detenga y tomar un respiro. Quiero pensar las cosas con claridad. No quiero dañarlo más y no quiero que él me dañe tampoco, aun cuando sé que aquello será algo difícil.

Sabía que el amor es complicado, pero no que tanto.

Siento que entregamos de todo, pero aun así nada es suficiente. Quiero ser feliz con él, no quiero terminar llorando cada vez que no estemos de acuerdo en algo, cada vez que no sintamos más que el frío del uno del otro cuando deberíamos sentir nuestro calor. Quiero reír junto a él, no llorar.

—Está todo bien. Estamos bien. —Me susurro frente al espejo y me sonrío dándome ánimos.

Y es cuando comprendo que, cuando quieres a alguien, quieres que las cosas realmente funcionen.

Me lavo el rostro y quito el maquillaje corrido de mi rostro, me pinto nuevamente los labios y trato de ocultar cualquier rastro de llanto con polvo. Y lo logro de cierta manera, ya no me veo tan rota después de todo. Espero no volver a hacer esto, no quiero estar cubriendo lágrimas a cada momento.

Abro la puerta del baño y ahí se encuentra él, de pie y con la cabeza gacha. Las lágrimas quieren volver a mí cuando levanta la mirada y sus ojos están rojos, demostrándome que él ha llorado también. Creo que después de todo, el maquillaje solo oculta una parte de ti. Y es que pienso en que sólo los fuertes pueden sostener esa máscara llamada sonrisa cuando están tan tristes, y yo, definitivamente no lo soy.

—Lo siento —Le abrazo y me echo a llorar nuevamente en su pecho. Él me estrecha en sus brazos fuertemente y besa mi cabello. Lloro y me desahogo. Él no dice nada y tan sólo con un abrazo me transmite cómo se siente. Sé que el también odia que sea esto en lo que nos fundamentemos. En discusiones y llantos.

El amor puede dañar a veces, pero es la única cosa que conozco.

Tal vez es esto lo que nos hace sentir vivos de alguna manera, es esto lo que nos obliga a fortalecernos. Pero el amor también cura, cura las heridas que nos hacemos sin querer.

—Lo siento tanto, Harry. Siento tanto esto. Siento dañarte, dañarme... —Digo entre lágrimas. Pero él niega con la cabeza y cierra los ojos, juntando nuestros labios una vez más. Juntando nuestros corazones.

—Está bien si me haces daño, tan sólo son palabras, y las palabras desaparecen... Te amo y tú me amas, ¿verdad? —Asiento con la cabeza—. Eso es lo único que me importa. Podremos dañarnos a veces, pero aprenderemos a levantarnos juntos, ¿está bien?

Y aquellas palabras quedaron impregnadas por siempre en mi mente y corazón.

NERD.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora