verse O5. smalltown boy

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Mientras salía del aula limpiándose los restos de pintalabios que Affogato había esparcido en el límite de su boca y su cuello, Clotted quiso convencerse de que aquello no volvería ocurrir. Tan solo había flaqueado porque aquel maldito demonio le pilló con la guardia baja. Sin embargo, por mucho que se repitiera que aquello no sería más que un desliz y que no ocurriría jamás, no tardó mucho en convertirse en un círculo vicioso. La carne es débil, y en cuanto el ser humano se somete a la adicción del pecado, no hay vuelta atrás.

En clase, en los descansos o cuando se cruzaban por los pasillos, Clotted Cream y Affogato a penas se miraban el uno al otro. No hablaban a no ser que fuera estrictamente necesario. Cualquiera hubiera podido decir que aquellos dos no tenían ningún tipo de trato, pero aquello no era más que una parte de la artimaña que se había tejido alrededor de su complicada relación.

Cada vez que estaban solos, Affogato aprovechaba el momento para tirar de la camisa de Clotted, meterle en uno de los cubículos del baño y empujarle contra la pared mientras devoraba sus labios. El moreno atesoraba con recelo los suspiros y sonidos lascivos que Clotted dejaba escapar en la intimidad, mientras este sentía sus manos ardientes abrasándole la piel como si fueran carbón incandescente. Solo en ese momento, el rubio mandaba todas las enseñanzas y advertencias de su padre a un lugar recóndito de su mente, pues el placer carnal y las dulces palabas que Affogato susurraba en su oído era lo único que podía procesar.

Nadie más lo sabía, solo ellos dos. Y no hay crimen sin testigos.

Después de sus encuentros casuales, los dos volvían a separarse. Cada quien hacía sus cosas sin esperar nada del otro. Se había vuelto una rutina, pero a cada día que pasaba, el peso que Clotted cargaba se hacía más grande. En la soledad de su habitación volvía a arañarse los brazos, a esconder el rostro entre sus manos mientras se maldecía a si mismo por ceder una vez más. Se sentía como la peor de las escorias. Entonces se volvía a repetir que esa sería la última vez. Noche tras noche se torturaba, pero días tras día seguía sometiéndose a la atracción que Affogato ejercía sobre él.

Pero quien lo podía culparlo cuando tan solo era un mortal más ¿ A caso no sucumbió Adán ante la manzana de la discordia ? Él no era más que otro vil humano que arrastraba con él el pecado original. El deseo de Clotted estaba en constante lucha contra el remordimiento que le acompañaba. Era cuestión de tiempo averiguar cual de los dos acabaría alzándose vencedor.

- Tenemos que parar. - Fue lo único que el rubio dijo con sequedad tras una de sus escapadas.

Affogato, quien estaba frente al espejo arreglando su desordenado uniforme, se giró para verle. En un intento desesperado por apartarse de sus inquisidores ojos, Clotted miró su propio reflejo. La imagen era tan patética que casi sintió pena de si mismo. Su cabello estaba revuelto y sus mejillas acaloradas revelaban un aún vívido tono rosado. La camisa descolocada con varios botones desabrochados revelaba marcas rojizas esparcidas en su pecho y el bajo de su cuello ( al menos Affogato cuidaba en dejarlas donde no fueran demasiado obvias. )

- ¿ De que estás hablando ? - Inquirió este. El rubio sintió que se estaba burlando de él.

- Sabes bien de que estoy hablando. Esto... Nosotros. - Era complicado encontrar la palabra adecuada, puesto que en realidad no existía ese dicho "nosotros". No existía otra relación más allá del sexo. - Está mal.

Affogato rodó los ojos, preparándose para otra charla pretenciosa de moralidad.

- ¿ Por qué dices que está mal ? - Preguntó sin mucho interés mientras se recogía los mechones sueltos.

𝙝𝙚𝙖𝙙 𝙤𝙫𝙚𝙧 𝙝𝙚𝙚𝙡𝙨  !  ;; affocream Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum