El tártaro

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—¿Llegué en mal momento?

YuGyeom pregunta en cuanto lo ve entrar al salón principal. Él niega, trata de mostrarse como siempre y le indica que tome asiento.

—Ha pasado algo de tiempo desde la última vez que te vi.

—Bueno, ya sabes, nuestro trabajo es pesado. —dice estirando los brazos y bostezando en el proceso. —Pero eso no impedirá olvidar la revancha que me debes. Esta vez te voy a ganar.

El Dios mensajero aplaude dos veces y aparece frente a ellos el tablero de tavli con el que suelen jugar. JinYoung suspira, eso mantendrá a YuGyeom ocupado, así que estará a salvo durante unos minutos.

—No lo creo, niño.

JinYoung escoge las piezas blancas y deja las negras para su contrincante. Se da la oportunidad de relajarse conforme el tiempo avanza, no parece sospechar nada. Siempre ha disfrutado la compañía del mensajero cuando llega de visita, no siempre puede quedarse, algunas veces sólo ingresa al Hades para dejar a los nuevos residentes e inmediatamente regresa por donde vino, agitando con prisa las alas en sus zapatos. Así que JinYoung realmente aprecia cuando se queda para charlar o jugar con él, gracias a YuGyeom obtiene un informe general de lo que sucede en el olimpo, cosas que sólo él logra averiguar, puesto que al ir de aquí para allá realizando los deberes y algunos mandados para otros Dioses, él puede oír ciertas cosas. No es que el chico tenga la lengua suelta, los asuntos privados quedan sellados bajo sus promesas de silencio y discreción.

—¿Cómo está todo allá arriba?

—Es un caos. Jae Beom está ocupado con asuntos que conciernen a la Diosa de la naturaleza, no se la puede quitar de encima. Sé que tiene algo que ver con un problema grande porque padre no puede descansar y no ha podido hacer cenas con dotes festivos. ¿Puedes creerlo? SungJin, el Dios de las fiestas, no está muy contento.

—Jae Beom debe tener un humor espantoso.

—No tienes ni idea.— el chico sonríe y toma una ficha para hacer un movimiento, pero de repente se queda estático, con la pieza extendida en el aire. YuGyeom frunce las cejas, lleva los ojos a cada rincón del lugar y luego se enfoca en él. Tal vez es por lo que oculta, pero JinYoung siente una presión enorme cuando le ve ladear la cabeza.

—¿Estabas con alguien?

Su voz no puede salir, así que niega con la esperanza de que el menor se lo crea.

YuGyeom hace una mueca, saca la pieza del tablero y luego suspira encogiendo los hombros.

¿Se habrá dado cuenta?

JinYoung no puede concentrarse en el juego, pero logra disfrazar su angustia, está más pendiente de lo que el mensajero hace que en los movimientos que le corresponden, por lo tanto se llena de asombro al ver que va liderando el juego.

YuGyeom parpadea confundido y se acerca para analizar el tablero.

—No me daré por vencido fácilmente.— refunfuña.

Para su sorpresa, el chico consigue alargar la partida sobreviviendo únicamente con tres fichas. JinYoung es derrotado unos quince minutos después.

—¿Quién te enseñó a jugar así?

—Tú, bobo. —sonríe lleno de victoria. —Ahora que gané, debes darme algo.

—¿Qué quieres esta vez?

YuGyeom parece pensar muy bien lo que desea pedirle, cruza los brazos sobre su pecho y dirige la mirada alrededor del salón una vez más. Al principio le ve dudar, pero termina por sentir la mirada penetrante de nuevo.

Autumn, Winter [JinBam]Where stories live. Discover now