63. Desesperación y deseo

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*Dibujito hecho por mí*

. . .

— Dejaré que se pongan al corriente. Estaremos vigilando la zona. Buena suerte, Cuervo —Karl se marchó indiferente sin percatarse de la tensión formada a nuestro alrededor por nuestro reencuentro, o si lo hizo, no le importó.

Al quedarnos solos y en silencio, la rigidez del ambiente fue abrumadora.

Sus ojos azules clavados en mi persona brillaban fulminantes, atravesándome con esa mirada suya que nunca habría imaginado ver reflejada en sus bondadosos y bellos ojos: resentimiento.

— Adrián... —pronuncié su nombre suavemente como un comienzo para romper el hielo y escuchar su voz de nuevo después de tanto tiempo, aunque realmente no sabía qué decir.

Me lastimaba y perturbaba verlo así, pues de un solo vistazo, me di cuenta que ya no era el mismo Adrián que yo conocía y eso me tenía acojonado.

— Arthur —me estremecí cuando me llamó por mi nombre de forma tan tajante—, escuché que te aliaste con el Cazador.

— Eh, sí... —de nuevo volvimos a la ausencia del sonido de una conversación fluida.

Mi corazón estaba hecho un terremoto por las emociones que albergaba mi reunión con él. Mi cuerpo estaba alterado y luché por ocultarlo.

Habían pasado dos años llenos de martirio que se sintieron como una eternidad y ahora, sin siquiera esperarlo, él se encontraba frente a mí nuevamente, pero también se sentía como si estuviéramos muy lejos el uno del otro.

Empecé a caminar con lentitud en su dirección, arrastrando los pies con timidez, buscando un saludo más amistoso.

— Adrián, yo... Me alegra volver a verte —dije mientras él miraba al piso con una cara retraída.

— ¿En serio?

— Sí.

— ¿Por qué? ¡¿Ya viste mi cara?! —me detuve amedrentado ante su tono de voz cuando su vista eufórica volvió a encontrarse con la mía.

Noté algo extraño en el azul de su mirada, pues ambos iris no brillaban con la misma intensidad y no expresaban lo mismo. Si no recuerdo mal... Había perdido uno de sus ojos, lo que significaba que el más inexpresivo de ellos era una prótesis. Apenas se notaba, lucía tan real que sólo pude darme cuenta de ello al mirarlo más de cerca.

Al verle, mis ojos se aguaron de lágrimas y bajé la cabeza, comenzando a sollozar en silencio mientras el líquido resbalaba por mi rostro.

— Yo... Me siento muy mal, es horrible... Lo que él te hizo es horrible... Lo siento mucho, Adrián.

— ¿Lo sientes? ¿Sabes lo que yo siento? ¡Haberme enamorado del hermano del tipo que mató a mi madre! —abrí los ojos con impacto tras escuchar su confesión y elevé mi atónita mirada para ver su rostro cargado de rabia y dolor.

— ¿Qué? ¿No lo sabías? Apenas el año pasado, tiempo después de que me dieron de alta en el hospital, unos tipos que trabajan para los Hellsing, encontraron a mi mamá y la capturaron, la interrogaron para sacarle información, pero cuando supieron que no sabía nada, ¡la mataron! Y no solo a ella, cuando estuve en el hospital, me dejaron ver a mi padre después de mucho tiempo —amargas lágrimas empezaron a escapar de sus cuencas sin control mientras su dueño mantenía un temple de tristeza mirando un punto ciego en el suelo—. Después de tantos años, mi familia se había vuelto a reunir, pero ¿sabes qué pasó? La noche siguiente, fue asesinado por los tipos bajo el mandato de Nicolás Hellsing... Tu maldito hermano —su mirada buscó la mía tras decir lo último con una voz cargada de desprecio.

Mi demonio Nicolás [  VOLUMEN 3 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora