28.

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28. Antes de la cena.

Había pasado una semana, en un abrir y cerrar de ojos ya era el día del cumpleaños de su padre. Sus amigos se sorprendieron al enterarse de que iría a verlo, y su sorpresa solo se multiplicó al saber que iría acompañado de alguien.

Aunque en tono de broma dijeron que ya había encontrado pareja y no se los quería decir se notaba de lejos la curiosidad que sentían, en especial carrera, aunque no intentaba sonar insistente tenía muchas preguntas que con esfuerzo logró contener.

Se miró en el espejo unos segundos, se había puesto una camisa amarilla junto a unos pantalones negros y una corbata del mismo color, y claro, su sombrero negro también que no podía faltar. Miró a su gata que dormia tranquilamente en la cama y se sento al lado de ella, le acarició la cabeza con cariño. —Deseame paciencia pelusa, la necesitaré o le cortare la lengua al viejo choto que tenés de abuelo.—

La gata levantó su cabeza y lo miró con sus ojos heterocromos confundida, solo maullo como si le estuviera haciendo caso, su dueño sentía que podía morir de diabetes.

Una sonrisa se formó en su rostro. —Aww, sos re tierna.—

Leves golpes en la puerta interrumpio el silencioso ambiente, spreen se levantó de la cama y se dirigió a abrir, el niñero que exigió un gran sueldo por cuidar a su querida pelusa finalmente había llegado.

—Hola Spreen.— El chico de lentes que ya tanto conocía lo saludo en la entrada.

—Hola Mariana.— Spreen se aparto a un lado para que su invitado pudiera pasar, mariana entró al apartamento y lo primero que hizo fue revisar de arriba a abajo con la mirada toda la sala de estar, luego regresó su mirada a él e hizo lo mismo, el castaño tenía una sonrisa en el rostro. —¿A dónde tan guapo wey?—

–A mí funeral.— Spreen habló sin titubear, no le gustaba resivir cumplidos porque no sabía cómo reaccionar ante los mismos así que la mejor opción que tenía era ser indiferente cuando los escuchaba.

—Siempre tan positivo.— Mariana bromeó. —¿Algún cuidado en específico?—

La expresión de Spreen se volvió un poco más seria, tenía que decirle las instrucciones de como cuidar a su querida hija correctamente, , se aclaró la garganta antes de hablar. —La comida de pelusa está en la cocina ella come dos veces al día, le gusta domir en mi cama no la molestes cuando lo haga, limpiale su arenero constantemente, si llego y huele a mierda de gato el apartamento te re cago a piñas, ponele videos de peces son sus favoritos, cuida que no se escape porque hay unos gatos callejeros que la siguen, no la dejés sola o se pone nerviosa, dale mucho amor y atención, ¿entendiste?—

—No te mentiré, me perdí a la mitad.—

—Voy a buscar a otro niñero.—

Mariana se rio nervioso y habló rápidamente. —Era broma, tranqui Spreen, tu gata está en buenas manos.— Con miedo de perder su trabajo extra y las tortillacoins que le habían prometido por cumplirlo, lo empujó con cuidado fuera de la casa. —¡Suerte Spreen! —

La puerta fue cerrada sin que el argentino pudiera decir nada. Respiro profundamente, no tenía tiempo de enojarse, tenía que ir por el hechicero que lo esperaba en la tienda de empeños antes que se hiciera más tarde, el camino a la casa de sus padres era algo largo pues estos vivían en una zona más alejada del centro de la ciudad.

(...)

No había nadie, reviso con la mirada unos segundos más, no nadie, tal vez el hechicero aún no había llegado, era comprensible literalmente Juan vivía a montañas y bosques de distancia. Sacó su teléfono para comprobar.

𝘕𝘰𝘵𝘢 𝘥𝘰𝘳𝘢𝘥𝘢. #𝙨𝙥𝙧𝙪𝙖𝙣Where stories live. Discover now