UN DÍA DE ESOS.

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UN DÍA DE ESOS.


"Hoy tengo un día de esos en que mandaría

todo a hacer puñetas.

Incluso firmaría con placer el acta

de mi rendición"...


Imán de mujer. /Aute.


**


Si Cheol fuera como cualquier otro chico de su edad, con sueños dulces, con algodones en vez de nubes en su cielo, pensaría que el sol iluminaba de manera más intensa en esos días, qué existía algo por el cual danzar en medio de flores; pero no, no era así. Cheol era un muchacho práctico, no acostumbrado a llenar su cabecita ni de flores ni de mariposas. Sin embargo, no podía evitar asistir tarareando a la escuela, silbar de pronto sin razón aparente, sonreírle de la nada a extraños transeúntes y escuchar con atención las clases, especialmente las de literatura. No podía evitar sonreír de forma boba al saludar a Kyu Jong.


No podía evitar sentirse estúpidamente feliz.


Como aquella mañana, en la que se levantó más temprano que de costumbre. Preparó el desayuno, subió a la habitación de su abuela, saludó a la enfermera de turno y se puso a charlar con ella mientras le daba de desayunar.


- A ver abuela, di 'aa'. – La mujer, sentada en su cama, se dejaba hacer con ojos extraviados. – Luces muy hermosa esta mañana, abuela, ¿lo sabías? – Sonido suave de la abuela al masticar, Cheol, con delicadeza, tomó un pañuelo y limpió la comisura de su boca. – Sumi ya no estará, pero yo te vendré a visitar por las noches, ¿qué dices? Te contaré historias, te contaré sobre Lord Byron, un hombre llamado Dante y otro Cervantes ¿sabías que ellos escribían cosas muy locas? – Cheol sonrió, al imaginar a Kyu con esa pasión desbordante hablando de aquellos tipos. – Pero ahora tengo que irme, la escuela me espera y no puedo llegar tarde.


Si la abuela aún tuviera la capacidad de asombro, sin duda se sorprendería ante ese Cheol apurado por llegar a la escuela, pero en el limbo de su cabeza, sólo pudo verlo cerrar la puerta, mientras sonreía a la nada y se marchaba entonando en murmullos una bonita canción.


**


Una terrible jaqueca. Eso podría matarlo. O al menos terminar de desconcentrarlo. Recibió la noticia de Sumi, de que iría por un trabajo mejor y dejaría vacante su puesto en la noche, aquel de cuidar a la abuela. Sus padres dijeron "soluciónalo" y Jung Min se arrepintió de haberles solicitado su ayuda.


Luego Cheol, le dijo con simpleza "yo la cuidaré". Y Jung Min no dudaba de ello, pero se preocupaba por si eso afectaba en los lentos avances de Cheol en la escuela.


Sus tíos lo matarían si Cheol se salía de control.


El timbre de su móvil lo desconcentró un poco. Las facturas pendientes sobre su escritorio eran de suma importancia y pensó en ignorar la llamada, pero al ver el nombre en su pantalla, decidió que no era prudente. - ¿Sí? Tío Liu, que sorpresa tan... - La voz agria de su tío no le permitió seguir con el saludo. Jung Min escuchó mientras su semblante se iba oscureciendo. – No creo que sea necesario, Cheol ha mostrado un mejor comportamiento, no se ha metido en problemas y... - Comentarios secos, descreídos. El ultimatúm y luego su tío colgó. Jung Min se quedó con la sensación de ira y frustración en la boca del estómago. No era su asunto. Pero sus tíos jamás se habían preocupado por Cheol. Y ahora...

Las cuatro y diez.Onde histórias criam vida. Descubra agora