Extra: ☨ Halloween ☨

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Me giro para ver a Rhett. ¿Esas manos la han tocado? ¿Se han besado? Dos años son un tiempo muy largo para estar solo.

—¿Terminarás con alguna angelita esta noche? —pregunto, con desinterés.

—¿Desde cuándo te interesa mi vida amorosa?

Desde que existe la posibilidad de que hayas tocado lo que es mío.

Me encojo de hombros.

—Curiosidad.

Rhett me observa, sacude la cabeza y vuelve la vista al frente.

—No tengo intenciones de ser tu suplente, Heist, puedes estar tranquilo.

—¿Mi suplente?

Rhett señala el otro lado de la calle y entonces la veo, y todo se paraliza y pierde sentido. Se me olvida el idiota que tengo al lado y los celos ridículos que me corroyeron hace un segundo. Jamás he sentido tanto con solo ver una persona: Leigh Fleming. Ella lleva un vestido negro corto que se ajusta a su cuerpo de una manera prohibida que incita a observarla como una diosa. Su cabello negro va suelto y está tan largo que le llega a la cintura. Su rostro va pintado de calavera, y lleva una guadaña en una mano. Sonrío con orgullo porque ella también se ha disfrazado de ángel de la muerte. Ella va de la mano con su amiga María quien va de princesa, y le sonríe cuando comenta algo.

Estoy perplejo.

Leigh se ve tan segura de si misma, tan feliz... tan bien.

—Ella te ama, Heist —habla Rhett, y lo escucho tan lejos mientras la veo seguir su camino en la acera del otro lado—. Quizás siempre lo haga. Y no voy a ser un suplente, alguien que ella mire y desee que seas tú. Porque estoy seguro de que ella nunca se cansará de esperarte o de buscarte a ti en otras personas.

Y en sus palabras, lo entiendo. Rhett habla de ella, nunca niega que él aún la quiera, que desee intentarlo, solo que no lo hace porque sabe la profundidad de lo que ella siente por mí.

Leigh se mete un lugar de muchas luces y decoraciones, donde una fiesta de Halloween está comenzando. Rhett tenía razón, ella vendría. Lo dudé porque no esperé que ella asistiera a una fiesta así.

Rhett da un paso para cruzar la calle y cuando no lo sigo, él se gira, con la ceja alzada.

—¿Vienes?

—Ve tú primero.

Rhett asiente y se va.

Me quedo ahí parado, indeciso y con miles de pensamientos rondándome la cabeza. Nunca he dudado de esta forma, nunca cuestiono lo que hago o como lo hago. Lo que yo quiero es lo único que importa, o así solía ser.

Hasta que ella llegó a mi vida.

Su sonrisa sigue plagada en mi mente, la seguridad con la que caminaba.

¿Has sanado, Leigh?

¿He cometido un error al venir aquí?

Tú has avanzado, mientras yo me he quedado atrapado en el dolor, en la sed de venganza.

Perdóname por ser egoísta, pienso al cruzar la calle. Solo quiero estar cerca de ella, es todo.

Me subo la capucha y paso la entrada del bar, de inmediato, me veo sumergido en luces rojas y blancas que relampaguean en la oscuridad. Hay mucha gente, todos disfrazados, bailando al ritmo de música electrónica. Me toma un par de minutos encontrarla entre tantas personas, y cuando lo hago, me quedo en una esquina oscura, completamente hipnotizado porque Leigh...está bailando.

Ella se agarra el cabello, levantándolo por completo mientras mueve sus caderas, es una jodida diosa que atrae desequilibrados como yo. Nunca la he visto brillar tanto, se ve libre.

Ya no eres un ave enjaulada, Leigh.

Te has liberado tú misma.

Sonrío viéndola, anhelando, deseándola tanto que aprieto los puños a mis costados porque quiero tocarla, escuchar su voz, verla a los ojos y que me mande al infierno, que me insulte y luego me bese, que me hiera y luego me sane con sus labios.

La noción de que alguna vez tuve algún poder sobre ella es errónea, Leigh puede hacer lo que quiera conmigo, esta noche y por el resto de sus días si así lo decide.

Cuando se gira, aún sosteniéndose el cabello y queda de espaldas a mí, puedo ver la tinta negra que le cubre la parte de atrás del cuello: el tatuaje. Y quiero lamerlo, morderlo, volverla loca.

Deseo escuchar sus gemidos, sentirla estremecerse, pegarla a mí. Y es esa sed insaciable la que me guía a ella, entre la oscuridad, la gente disfrazada, y la vibración de la música. Es una extrañeza sentir como se me acelera el corazón, porque ha pasado tanto tiempo desde que he sentido anhelo y deseo de esta forma. Es como si hubiera estado muerto estos últimos meses.

Me detengo justo detrás de ella, puedo sentir el calor emanando de su cuerpo mientras ella canta, se ríe y se mueve con su amiga, sin saber que estoy ahí. Soy un cuerpo más del montón y estoy bien así, o eso quiero creer.

Leigh deja caer su cabello y no puedo evitarlo, mi mano se mueve antes de que pueda pensarlo y tomo un mechón de la parte de atrás, es tan suave como lo recuerdo. Me obligo a soltarlo, y ella parece sentirlo porque empieza a girar su rostro ligeramente, y me congelo.

En esos segundos lo recuerdo todo: su madre abriendo la puerta la primera vez que la vi, su rabia al ver que ella era la única que podía ver mis mentiras con claridad, la forma en la que discutía conmigo, la mezcla de miedo y deseo por lo prohibido en su mirada, la furia en sus besos, en como se agarraba de mi cuello, de mi cabello.

No me gustas para nada, narcisista de mierda.

—Lo sé.

—No me gustas, Heist Stein.

Leigh está a punto de girarse por completo. Pero entonces, comienza una canción que ella parece amar y no termina de voltearse y vuelve la vista al frente para cantar a todo pulmón.

Verla tan feliz vuelve a traerme a la realidad. No puedo hacerle esto, todo mi ser quiere tomarla de los hombros, y girarla, decirle todo lo que estoy sintiendo, pero no es justo.

Ella está bien, es libre, está sanando.

Yo no he hecho nada por ser alguien que la merezca, no he hecho nada por ser alguien que no la retrase en su proceso. Así que doy un paso atrás y luego otro.

Y es lo más doloroso que he hecho en mi vida, como si con cada paso una parte de mí ardiera, se rompiera porque más que extrañarla, la necesito. El chico que ella conoció la habría tomado, habría pasado la noche con ella, recordándole lo bien se nos daba no sentir juntos, asegurándome de reafirmar sus sentimientos para que nunca mirara a otro.

Pero ese ya no soy yo.

No puedo arruinar su proceso.

No puedo borrarle la sonrisa, ni la libertad que tan felizmente vive ahora.

Ya no soy el frío Heist Stein que manipula y miente para lograr lo que quiera, no cuando se trata de ella.

Me doy la vuelta para caminar a la entrada, cuando siento una mano enroscarse alrededor de mi muñeca y una voz que susurra:

—¿Heist?


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Nota de la autora: ¡Feliz Halloween, darkies!

Me encanta el final de este extra porque es esa incognita de ¿es Leigh? ¿Lo vio? ¿Se enfrentarán? 

No planeaba hacer un extra de Halloween, pero Heist me lo pedía a gritos, él quería expresarse, que el mundo supiera su anhelo por Leigh, lo que él está pasando en todo esto. 

Espero que lo hayan disfrutado tanto como yo.

Los quiero,

Ariana G. 

Heist [Darks #1] [En librerías] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora