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Desperté sobre exaltada. El sudor recorría mi torso, dejando una calida fila humeda. Mi cabeza se lleno de pensamientos instrusivos, recapitulando los eventos anteriores, los que sucedieron un día atrás. El nerviosismo que experimente horas pasadas me enloquecía, hacia que sobrepiense el doble. Yacía un nuevo día, todos estaban metidos en sus asuntos, dado que no se oía un alma en la gigantesca casa.
Luego de un tiempo me di cuenta de que estaba con el libro en medio de mis piernas, las cuales habían cambiado de posición, logrando aplastarlo por completo. Aún algo asustada, me decidí a mirar por arriba de la sábanas. Un escalofrío traspaso por todo mi cuello, creando una especie de mal estar. No había nada, absolutamente nada, y sinceramente, no sabía si eso me tranquilizaba u me ponía más nerviosa. En mi mente sólo podían transcurrir recuerdos pasados, mirando a la esquina en la que capte aquella cosa. Esperaba que se tratase de mí mente, que sólo se sea mi intelecto que logre que me este sugestinando por estar tan metida en la historia de la casona y por sobre todo, los acontecimientos u el género que más adoraba. Terror.
Con suma precaución tome el libro que se encontraba en mis muslos, lo tome por su mango, posicionandolo ha un lado de mi cama, en una pequeña mesa. El miedo selló mi hambre, me obligó a olvidar mis necesidades, logrando que el apetito se intensifique enormemente. Con el corazón en mi sien, logre salir de abajo de las sábanas, mirando hacia todas direcciones en busca de algo fuera de lugar, como si hubiese memorizado la posición de cada cosa de la habitación y notar si algo hubiese cambiado. Como si ello me ayudaría en algo, porque lo cierto es que no lo haría. Mi temor seguía ahí, ya no con su poder, no era intolerable, pero permanecía. Era lo suficientemente fuerte como para hacerme desear no persistir más tiempo en aquel clima; seguía sintiendo el nerviosismo y el sudor caliente en mis palmas, mi cuello y mi torso, recorriendo toda mí anatomía.
Evite aquel sentimiento, intentando sepultarlo por al menos, unos minutos. Arroje la sabana que me envolvía rencorosamente, tendiendo de una manera desordenada la cómoda cama. En cuanto logre mantenerme en pie, debido a que mis pies se habían adormecido, caminé apresuradamente a la apertura que separaba un ambiente a otro, la puerta. Sin importarme mi vestimenta, baje pesadamente la escalera, generando más ruido del debido. Mi ropa era algo extraña, mi estilo lo era. Pero, me gustaba. Torcí mi rostro repetidamente, intentando alejar mis pensamientos, tanto negativos, como positivos. Quería tener la mente en blanco, así evitaría cualquier tipo de dolor, o lo que sea. No lo logre, pero pude llegar a la cocina, buscando en cuatro cajones diferentes algo para apaciguar mi voracidad. No encontré nada, como era de esperarse. Recordé que en mi habitación permanecía un vaso con agua, pero no tenía planeado volver allí, me aterraba. Aunque, era consciente que si algo yacía en mi casa, aún si estaba en cualquier otro lado que no sea mi habitación, si la intención es dañar me, podría hacerlo con facilidad. Eso era una preocupación enorme que me atormentaba. Preferí no seguir sola, porque, el instinto del humano yace que, aún si hay peligro, es preferible estar acompañado a estar solo. Es decir, si hay un asesino, dudo que estar con alguien de muchas otras opciones más acertadas a la vida, a poder escapar. Con mi estomago gruñendo desesperadamente, tome una simple manzana, esta vez verde, y sin esperar demasiado, la devoré. Estaba llena, por alguna razón, ya que no comía hace horas y, una manzana, según mi lógica, no debería llenarme. Aun así, otra vez caminé al mismo ritmo que acostumbraba, rápido y pesado. Me dirigía a la habitación de Violet, temerosa de seguir estando sin compañía, sola. Estaba subiendo, yendo en dirección hacia el dormitorio de Vi, hasta que mi vista se fijo en un punto específico, ganándose un bufido de mi parte. Comenze a quejarme: acababa de comer a fuerzas una manzana cuando podría haber degustado una mini tortita con apariencia asemejante a un cupcake de chocolate. Este pastelito posaba en la entrada de la cueva de Violet. Abrí la puerta insatisfecha, logrando ver una Violet frustrada, al igual que yo. Pero, a diferencia que, lo más posible, debido a su mueca, su razón era peor.

—Yo... ¿Puedo quedarme aquí?, mi habitación está desprendido un olor extraño y no tengo otro lugar.. —Me excuse torpemente, logrando que Violet ría ante mi pobre justificación. Ella solo acepta, dirigiéndome una mirada pasiva, algo.

𝐃𝐈𝐅𝐅𝐄𝐑𝐄𝐍𝐓 𝐑𝐄𝐒𝐔𝐋𝐓,, tate langdon  ❪✓❫Where stories live. Discover now