Adolescentes (Segunda Parte)

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Milenka y Neit se encontraban en clase de Historia, la profesora hablaba al frente con un libro en su mano. La mayoría de los alumnos le prestaban atención, excepto esas dos chicas de casi 17 años.

Hay que admitir que su conversación era más interesante que la clase. Por lo menos para ellas.

—¿Y qué le dijiste? —murmuró Neit.

—Nada, ¿qué le voy a decir? —Milenka rodó los ojos mientras hablaba— Al final iba a terminar más castigada de lo que estaba.

La chica contaba lo que había a la mañana siguiente de aquella fiesta. Su madre estaba enojada con ella por haberse escapado, pero al mismo tiempo tenía una sonrisa de Te lo dije en su rostro. Ahora tenía dos meses de castigo. Sin tarjetas, sin salidas, sólo iba del instituto a su casa y de su casa al instituto.

—Acéptalo, corriste con más suerte que yo. —se quejó Neit— Probablemente me manden todo el verano a Alemania.

Milenka bufó.

—Por favor, eso sólo lo dice Max para ver si te comportas. —la tomó de las mejillas para molestarla— Como si pudiera separarse de ti. Sólo quiere asustarte.

Neit le dio un golpe en el brazo para que la soltara. Odiaba que le apretaran las mejillas.

—Quizás papá no lo dice en serio, pero mi mamá sí. Y sinceramente le tengo mucho más miedo a ella que a él.

—Oye, no seas exagera...

—Señoritas. —la voz de la profesora las interrumpió— ¿Está interesante su conversación?

—Sí. —respondieron ambas.

Las risas de sus compañeros se escucharon. La profesora cerró el libro molesta.

—¿Ah sí? —las retó— Pues compártanlo con la clase, adelante. —se sentó en la esquina de su escritorio.

Ambas chicas se miraron y se encogieron de hombros.

—Bueno. —Neit comenzó a hablar— Milenka y yo nos escapamos de casa para ir a una fiesta, ella se estaba besando con un muchacho, yo estaba apunto de follar con otro, pero de repente...

—¡Fuera de mi clase, Müller! —le exigió la profesora— No voy a tolerar ninguna falta de respeto de su parte.

Neit rodó los ojos y tomó sus cosas para salir. Total, ni estaba prestando atención.

—Usted también, Morgan. —señaló a la puerta— Es una completa falta de respeto conversar mientras yo estoy aquí dando mi clase.

—Tampoco es que sea una buena clase. —se puso de pie con sus cosas— De hecho, es la clase más aburrida y estúpida que tomo.

—¡Fuera! —las sacó del salón— Y vayan a la dirección hasta que sus padres lleguen.

Las chicas caminaron sin importancia hasta la oficina. Ya estaban castigas durante mucho tiempo, ¿qué más les iban a hacer? Esperaban que nada.

Aunque hay que admitir que sus padres pueden ser bastante creativos con los castigos.

Esperaron durante mucho tiempo, quizás dos o tres horas, hasta que la secretaria del director las hizo pasar a la oficina.

Se sentaron en las sillas y esperaron a que el viejo director comenzara a hablar.

—Ya hablé con sus padres y los puse al tanto de lo que sucedió. —dijo— Van a quedar suspendidas dos semanas.

—¿Por esa estupidez? —bufó la chica de ojos grises— Qué ridículo.

—Lamentablemente sus padres no podrán venir. —continuó.

Ambas suspiraron y agradecieron internamente.

—Pero sus madres sí.

Abrieron mucho los ojos y sus manos se volvieron frías. Neit río nerviosa y Milenka echó la cabeza hacia atrás mirando al techo, pidiendo piedad.

—Espero que estas semanas sean suficientes para que entiendan que no le pueden faltar el respeto así a una profesora en su clase.

—Por favor, hasta usted debe aburrirse cuando esa profesora habla. —le dijo Neit.

Se quedaron ahí durante una hora más, hasta que la secretaria volvió a abrir la puerta.

—Señor, las madres de las jóvenes están aquí.

Se tensaron y ni si quiera se atrevieron a voltear cuando las sintieron atrás suyo.

Las mujeres escucharon al director hablar sobre lo que había sucedido, sobre la suspensión de las chicas durante esas dos semanas. No era la primera vez que ellas se encontraban suspendidas, pero esta era la última. Una más, y quedaban expulsadas.

Las cuatro salieron de la oficina del director. Ninguna de las chicas decía nada, estaba vez no iban a preguntar cuál era su castigo ni soltarían un comentario.

En cambio sus madres estaban caminando frente a ellas hablando como si nada. Se despidieron antes de tomar diferentes caminos.

Milenka y su madre subieron a la camioneta que las llevaría a la mansión.

—Mamá, yo...

—Te pedí que por favor no te metieras en más problemas. —la interrumpió.

—Lo sé pero... Ash, la clase estaba aburrida, no quería escucharla.

—¿Y por eso debes hablar en clase? —la regañó— No Milenka. —negó— Mira, no aumentaré tu castigo, pero cuando tu padre llegue a casa hablaremos de esto.

—Cómo si papá nunca hubiera estado suspendido... —murmuró cruzándose de brazos— Ya el abuelo Alex me contó todo, eh, así que papá no puede ir de hipócrita regañándome por hablar en clase.

—Ay Milenka... —la mujer sujetó el puente de la nariz— Ya no sé que hacer contigo...

—Amarme. —intentó sonreír inocente, pero la mirada de su madre le borró la sonrisa— Sin bromas, de acuerdo...

Mientras tanto, en otro auto...

—Mamá...

No le contestó.

—Mami...

Seguía con la mirada en el camino y apretando el volante con fuerza.

—Sé que estás enojada pero...

—Pero nada, Neit. —su voz se escuchaba muy molesta— ¿Cuándo dejarás de meterte en problemas?

Su hija la miró con cara de ¿Y me lo dices tú?

—Pues papá dice que soy una copia de ti, así que tú dirás...

Su madre volteó a verla muy lentamente, asustándola.

—Sé que te aburres en la mayoría de las clases, probablemente todo lo que te dicen ya lo sabes por los libros que tu padre y yo te hemos dado. —miró al frente.

Neit asintió. Ya todo lo que le daban lo sabía, por eso se aburría con facilidad.

— Pero debes recordar porqué estás ahí.

Neit suspiró.

—Para intentar tener una vida normal...

—No quiero más problemas.

Se quedaron calladas por un rato. La chica miró por la ventana extrañada cuando llegaron a una pista de aterrizaje.

—¿Qué hacemos aquí?

—Estás castigada. —la mujer bajó del auto y comenzó a caminar al avión— Así que iras a Washington conmigo y con tu padre.

Neit hizo una mueca. No quería ir, cada vez que iba era para escuchar reuniones aburridas y que no le interesaban.

Esas serían dos semanas muy feas para las dos adolescentes.

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• Aquí otra parte de estas dos chicas que amo, pero esta vez con sus madres. Que amo también.

Fanfics Morgan James Donde viven las historias. Descúbrelo ahora