Mundo Alterno

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La noche había caído en la ciudad de Londres, algunos cenaban en sus hogares, otros habían decidido salir a disfrutar de una hermosa velada. Quizás otros ya dormían, o simplemente estaban aburridos acostados en una cama o sofá sin saber que hacer.

Y en un hermoso teatro, en el más lujoso de Londres, hoy se presentaba una de las bailarinas más famosas y talentosa de los tiempos: Rachel James.

Este recital de ballet fue uno de los que ella más esperaba, ya que, por primera vez bailaría sola en el escenario. Nadie sería su pareja en el baile o estarían atrás de ella acompañándola. No. Sólo sería ella bajo la luz del reflector.

Había practicado durante semanas para esto. Estaba emocionada.

Ahora se encontraba en su camerino terminando de arreglarse. Su cabello ya estaba recogido y decorado con una diadema de diamantes. Su maquillaje resaltaba sus ojos azules y sus carnosos labios.

La vestimenta rosa pastel que llevaba se pegaba a su figura y la hacía lucir delicada.

Se había cambiado rápido pues ya había bailado, y su próximo baile sería diferente.

—Señora, llegó esto para usted. —una voz detrás de la puerta se escuchó— Un hombre llegó con él.

La bailarina miró todo el camerino, y esperaba que no fueran otras flores porque no sabría dónde ponerlas. Ni si quiera sabía dónde acomodar los otros arreglos que le habían dado.

Abrió la puerta y no se encontró con flores, pero sí con una gran caja con un lazo rojo.

—Gracias. —lo tomó y volvió a cerrar la puerta. Dejó la caja sobre una pequeña mesa tomando una pequeña tarjeta.

"Te desearía suerte, pero no la necesitas. Lo harás bien, como siempre.

Ponte lo qué hay en la caja cuando termines, estaré donde siempre."

Sonrió cuando leyó lo que había escrito su esposo.

Iba a abrir la caja para saber lo que se encontraba dentro, pero fue interrumpida por los golpes en la puerta.

—Rachel, cinco minutos.

Dejó todo donde estaba y salió. El baile antes que el de ella estaba acabando, la música iba bajando para comenzar una lenta y con sentimiento. Las bailarinas salieron en puntillas de la tarima pasando por su lado.

Respiró ondo, y al recibir una señal comenzó a ir hacia el escenario en puntas y girando como comenzaba su parte.

Las luces se apagaron cuando llegó al centro, sólo un reflector quedaba encendido y la alumbraba sólo a ella.

Bailaba como muchas veces lo ensayó, dejaba que su cuerpo fuera guiado por la dulce melodía. Sus pasos eran delicados y se veía como una diosa del ballet en ese lugar.

En el público, un hombres empresario la admiraba. No era la primera vez que la veía bailar, iba a casi todos sus recitales. No le gustaba el ballet, de hecho lo odiaba con todas sus fuerzas. Pero ahí estaba, viéndola moverse con suavidad.

Cuando Rachel volvió a abrir los ojos, sonrió. Fueron los siete minutos más largos y emocionantes de su carrera. Moviendo las manos y los pies todavía con la melodía, salió del escenario dejando pasar a los que cerrarían el espectáculo. 

Les sonrió a su equipo quienes sin hacer escándalo le aplaudieron en silencio y la felicitaron.

El recital acabó casi quince minutos después. Todos los bailarines salían para agradecer. Cuando ella salió el público se volvió loco, aplaudiendo muy fuerte y tirando rosas hacia la bailarina.

Al terminar, volvió a su camerino. Se quitó todo para darse una rápida ducha en el baño que tenía. Se quitó el maquillaje que traía y se hizo uno no llamativo como el otro.

Abrió la caja sacando un vestido rojo. Se lo colocó luego de sacar lo otro que contenía la caja. Muy pegado a su cuerpo, de finos hilos que lo sujetaban en sus hombros, hasta mitad del muslo y con un escote que dejaba ver sus pechos.

Se puso unos tacones, se hizo una cola alta en el cabello y se miró al espejo, ya estaba lista. Rachel tomó sus pertenencias y se despidió de todos para salir por la puerta trasera del teatro.

Sonrió y corrió hasta el hombre que la esperaba recostado en su auto. Pasó sus brazos por detrás de su cuello para besarlo mientras él la tomaba de la cintura pegándola a su cuerpo con fuerza.

—Pensé que no vendrías. —dijo ella cuando se separaron por la falta de aire— Me dijiste que tenías una reunión muy larga.

—Me salí a media reunión. —dijo como si nada.

—Christopher...

—Esos ancianos aburren y creen que los necesito para manejar mis empresas. —la volvió a besar— A de más, aquí también me aburro, si vengo es por ti.

—Lo sé. Gracias. —le sonrió— ¿Y? ¿A donde me llevarás?

—¿Recuerdas el restaurante que abrieron hace unos días? —ella asintió emocionada— Ahí. Sube.

Se conocieron hace años cuando Rachel apenas comenzaba con sus clases de ballet en Londres, tenía 16, casi diecisiete años. Christopher en ese entonces tenia 18 y comenzaba a estudiar en la universidad.

Chocaron en el pasillo da la escuela privada donde estudiaban. Christopher ya se había graduado y ella apenas iba llegando a ese lugar, así que nunca se habían visto. El chico estaba ahí para buscar unos papeles para la universidad y chocó con la chica cuando esta iba saliendo de una clase.

Ella se disculpó y siguieron su camino.

Días después Christopher casi la atropella con su auto al ella cruzar la calle sin mirar.

En serio tienes serios problemas de visión. —le dijo en cuanto la reconoció.

Estaba lloviendo, así que luego de unos cuantos insultos, él se ofreció a llevarla a su casa. Descubrieron que vivían en el mismo vecindario y que sólo estaban a cinco casas de distancia.

Digamos que ahí se formó una amistad... luego una amistad en donde se besaban y actuaban como una pareja, hasta que comenzaron una relación un año después.

Cinco años luego se casaron.

Y en estos momentos llevaban dos años de matrimonio.

Christopher era dueño de varios hoteles y empresas al rededor del mundo. Rachel a parte de bailarina tenía sus propios estudios de danza en Europa y pronto en Estados Unidos.

Sí, los dos iban muy bien en sus vidas.

Y con la llegada de sus hijos un año luego de esa cena... sus vidas fueron mejores.

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Fanfics Morgan James Where stories live. Discover now