Capítulo 16: "París desde arriba".

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Una noche como cualquier otra, mi sueño fue interrumpido nuevamente, ya me imaginaba por quién. El día de ayer estuve pensando toda la tarde en lo que había hablado con mi tía y con Lía, no llegué a una solución en concreto con mi problema, de hecho, no lo puse a prueba aún, pero de lo que estoy seguro es que seguiré el consejo que me dió mi tía. Al no darle lugar a la duda o más bien al no dejarme sobrepensar las cosas y simplemente actuar, me estaría guiando por lo que siento, aunque debo tener cuidado ya que las personas idiotas actúan sin pensar, no quiero convertirme en un idiota.

Tras frotarme los ojos con mis nudillos, me dirigí a la puerta que da hacia el balcón para abrirle las puertas de mi humilde morada al pelinegro, temía que viniese a reclamarme por no haberle hablado el día de ayer y no estar en casa el día anterior.

- Hola. - Dije con un hilo de voz.

- Buenas noches. - Elevó la comisura de sus labios con cierta seriedad. - ¿Quieres salir?.

- ¿Ahora?. - Enarqué una ceja. - Son las dos de la mañana.

- Dos y media. - Espetó con un tono gracioso intentando quitar la tensión, al no notar una sonrisa en mi rostro, ahogó un suspiro. - Está bien, lo siento. Ten linda noche, Noah.

- Espera. - Lo sostuve del brazo al ver que se intentaba alejar. Al fijar mis ojos en los suyos, noté un cierto brillito que gritaba esperanza en mayúsculas. - Iré.

- No tienes que venir si no quieres, está bien. - Elevó la comisura de sus labios con la misma falsedad de hace un momento.

- Víctor. - Lo miré directamente. - Vamos.

Esbozó una sonrisa de lado un poco más sincero y me dirigió hacia el centro de la ciudad, París de día es hermoso, aunque de noche da algo de miedo, lo admito.

- ¿A dónde vamos?. - Rompí el silencio.

- Siempre tan curioso. - Rodó los ojos con una sonrisa en su rostro. - Quiero mostrarte algo, ya lo verás.

- Y tú siempre tan misterioso. - Fruncí mi ceño.

Me llevó junto a la torre Eiffel, habían dos guardias sentados junto a la misma que no lograron vernos. El pelinegro se escabulló por debajo de la torre y lo seguí con una mueca de terror que parecía sacada de una película, al subir hasta la cima, tapó mis ojos y me llevó hasta el borde de la misma, apoyé mis brazos sobre la baranda y sacó delicadamente sus manos de mi rostro, dejándome ver lo hermoso que se ve París desde arriba.

- Esto es hermoso, Víctor. - Mis ojos estaban deslumbrados por tanta belleza, ya no parecían calles a oscuras, se veían las casas con algunas luces prendidas y restaurantes con carteles eléctricos.

- Hace tiempo he querido traerte, pero la entrada está cara. - Elevó sus cejas dándome a entender que el precio era absurdo.

- Siempre contra la ley. - Bromeé.

- Por ti, siempre. - Sonrió levemente y yo negué con la cabeza teniendo esa misma sonrisa en mi rostro. - De hecho, quería hablarte de eso.

- ¿La ley?. - Enarqué una ceja.

- De nosotros dos.

Esas palabras retumbaron en mi cabeza, creando un nudo en mi estómago.

- Noté que siempre que algo sucede entre nosotros, al día siguiente desapareces.

Dirigí mi mirada al muchacho, apoyando mi espalda sobre las barandas.

- No es cierto. - Mentí.

- Claro que sí, si nos besamos te pones raro, la vez que tuvimos sexo no me hablaste por días y hace dos días cené contigo en tu casa y no me has hablado desde entonces. - Frunció levemente su ceño mientras que yo jugaba con mis dedos por los nervios, mi estómago se sentía aún más raro y el que nombrara el sexo tan fluidamente hizo que mis mejillas se enrojecieran. - ¿Estás cómodo con esto?.

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