33. Nidito de amor

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¿Qué tan lindo sería vivir cada momento de tu vida junto a la persona qué amas?

Esa era la pregunta que se adueñaba de mi mente hace unos cuántos años, donde no tenía idea del verdadero significado del amor y lo bonito que es vivirlo.

Y ahora mismo estoy firmando los papeles de nuestra nueva casa junto a mi prometido.

— Esta casa es suya desde el día de hoy. Felicidades y muchas gracias por confiar en nosotros. — La joven pelirroja sonrió.

Mario me dió un cálido abrazo que correspondí con mucho gusto.

— Es nuestra, mi amor... Nuestro nidito de amor.

Sentí que fui abrazada por aquel sentimiento de felicidad.

¿Qué más quería? Si mi sueño junto a él se cumplió.

No necesitaba de nada ni nadie más.

— Aquí, en este lugar, viviremos nuestros mejores momentos. — Observamos la bella vista desde el balcón.

Dirigí mi mirada a él, a sus ojos.

— Seremos muy felices. — Junté mis labios con los suyos.

Aquellos labios que me llevaban al cielo.

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— Tomate, traje comida. — Mario deja la bolsa con los recipientes llenos de comida en el mesón. — Ven.

Camino hacia él y me siento en una de las sillas.

— ¿Qué trajiste, amor? — Pregunté curiosa.

— Comida china, hace mucho no comemos eso.

Sonreí al escuchar su respuesta.

— ¡Amo la comida china! — Salté sobre la silla debido a la emoción.

— Yo lo sé, amor, por eso te traje. — Colocó mi plato en la mesa y me sirvió tranquilamente. — Come, debes estar hambrienta.

Tomé un cubierto y devoré.

— Definitivamente sí tenías hambre. — Rió y limpió mi boca con una servilleta.

— Creo que sí...

— ¿Crees?

Asentí.

Volví a oír una carcajada de parte de él.

— Bueno... Si tú lo dices, yo supongo que te creo. — Encogió los hombros y continuó comiendo.

Golpeé su pecho.

— ¡Oye! — Se quejó.

— No te hagas el chistoso, Calderón. — Lo fulminé con la mirada. — Come.

Él arqueó una ceja.

— Ahora. — Ordené.

Finalmente hizo caso.

No piensen que lo trato así todo el tiempo... Todo es bromita, ¿ok?

Yo no me pongo brava por cualquier cosa, no, no, no.

— Amor... ¿Me pasas una servilleta? — Dijo inseguro.

Él está asustado.

— Agárrala tú, por algo tienes manos, Mario. — Me encamino hacia la habitación que comparto con él y lo dejo solo.

—  ¡No te pongas brava, Sandra! — Grita desde la cocina.

— ¡Son las consecuencias de tu altanería! — Respondo en un grito.

No se preocupen, todo es chiste.

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Mi prometido se mete a la cama y dudoso envuelve mis hombros con su brazo izquierdo.

— ¿Sigues brava? — Rompe el corto silencio con su pregunta.

— No, cariño, no estoy brava. — Repliqué con calma.

Pensó unos cortos segundos.

— Uhm. — Musitó. — ¿Segura?

— Sí, amor. — Le regalé una pequeña sonrisa. — Todo era una bromita.

— No me gustan esas bromitas. — Formó un puchero con sus labios.

Solté una risa.

— Perdón, cielo.

— Bueno, está bien. — Acarició mis mejillas. — Pero, sólo si me haces mimos.

Asentí.

Recostó su cabecita en mis piernas y comencé a acariciar su cabello con mis dedos. No tardó en quedarse dormido y apagué la televisión.

— Amor... — Susurré. — Acuéstate bien, hay que dormir.

Se acostó a mi lado y me dió un tierno beso en la frente.

Te amo. — Dijo con suavidad.

Y yo te amo mucho más.

Al acabar nuestro día de la forma más tierna posible, caímos en los brazos de Morfeo.

Maratón 1/3

𖦆

Es la segunda y última maratón del fic aaa, espero les guste y la disfruten a mil. Ojo, no se olviden de votar,
los tqm.

Ya estamos a nada de acabar el año y a mí me falta casi nada para terminar la secu, sólo un año :(

En fin, nos leemos luego<3

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