8. Amar

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- ¡BASTA! Por favor, ¡Basta! - Todos se quedaron quietos mientras me observaban. - Dejen de pelear, actúen como personas maduras.

- Estoy de acuerdo con ella, ¡No pueden estar peleando en medio de la recepción como locos! - Exigió Gina.

- Bueno, bueno, no voy a malgastar mi tiempo. Yo me voy a mi oficina. Hasta luego. - Sin más que decir, Franco se fue.

- Discúlpenme, por favor. - Dijo Don Mario.

- Sí, Doctor, no se preocupe. Vimos perfectamente como él lo retó. - Lo tomé del hombro de una forma amistosa.

- Sí.. Iré a mi oficina, Sandra, luego hablamos ¿Okey? - Yo asentí con la cabeza ante la pregunta del Doctor. - Gina, ¿vienes conmigo? - Le dijo a Gina.

- No, Mario, me voy a quedar aquí. Luego iré al taller de Hugo. - Gina sonríe.

- Me parece, nos vemos luego. - Cuando Don Mario me miró, se le dibujó una sonrisa en los labios y se fue.

Sólo pasó un segundo y Gina empezó una conversación entre nosotras dos.

- Nunca me presenté ante ti, y creo que hoy es una buena oportunidad. - Ella suelta una risa. - Gina Zuluaga, encantada. - Me estrecha la mano.

- Sandra Patiño, también estoy encantada. - Yo también la estrecho. Parecía ser realmente una linda chica, muy dulce y risueña.

- Discúlpeme pero.. - Se acerca a mí. - ¡Dios, Sandra! Nunca lo había visto así a Mario, ¡WOW! - Dice mientras va y toma asiento en una de las sillas que hay en la recepción.

- ¿A qué te refieres? - Le dije confundida mientras me siento a su lado.

- Como te defiende. Él nunca habría hecho eso por una mujer.. Él lo dejaría al Doctor Mikeri e ignorarlo completamente, pero eso no hizo, solamente peleó por ti. - Ella dijo, sorprendida.

- Pues sí, sólo somos secretaria y vicepresidente comercial, somos.. ¿amigos? - Sonrío nerviosa.

- Bueno, sólo yo digo mi punto de vista Sandra. Debe estar muy pendiente. - Gina observa su reloj. - ¡Ah! Ya se me hace tarde y la gritadera que me va a montar Hugo. Discúlpame Sandra, ¿Te parece si luego planeamos ir a tomar algo? Para que podamos hablar tranquilamente.

- ¡Claro que sí! - Digo.

- ¡Me parece perfecto! Entonces vemos luego. Nos vemos, Sandra. - Recibo un beso en la mejilla de parte de ella. - Como le digo, manténgase pendiente ¿Bien?

- Sí, nos vemos luego, ¡cuídate! - Sonrío.

- ¡Igual! - Me devolvió la sonrisa, en paso rápido se encaminó al ascensor, y se cerraron las puertas.

Estoy muy confundida. Tal vez sólo sea una suposición y ya, tal vez todo esto lo hace por defenderme, ya que, somos amigos ¡Dios! No sé, no entiendo nada. Necesito un consejo de alguien.

¡Lo tengo! Voy a ir a hablar con Betty, voy a ir a hablar con ella, Betty me puede ayudar.

Me encamine al ascensor, se abrieron las puertas y en paso rápido fui a Presidencia. Me acerqué a la puerta y se escuchaban susurros y risas, que estaba claro que provenían de Betty y Don Armando. Estaban juntos ¡Que pena! Ahora, ¿qué hago?

Sin dudarlo más, toqué la puerta.

- ¿Quién es? - A través de la puerta, Betty y el Doctor Armando, sonaban muy nerviosos.

- Soy Sandra. - Dije, apenada.

- Sí, sí, pase Sandra. - Dijo Betty.

Abrí las puertas, Betty tenía un rubor rosado en sus mejillas y se notaba muy nerviosa, al igual que Don Armando.

Sé que fue un error • MandraWhere stories live. Discover now