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Conduzco sin rumbo alguno con la música a un volumen moderado pero canto como si estuviera en un concierto, es mi forma de desestresarme, algunos eligen hacer deporte o dibujar. 
A mi me gusta conducir, escuchando música.

Puse las manos en un volante antes de poder caminar, tendría un par de años, mi padre aún no nos había abandonado y llegaba cada tarde en el camión de su trabajo a comer en casa, el tenía su propio coche, un Corolla 87 que había comprado como chatarra y lo había ido armando él mismo con piezas de otros coches robados, ese coche que después termino quemado en una montaña cerca del barrio en que vivíamos, una de esas tardes que mi padre comía en casa, mientras el me cargaba y mi madre hacia el almuerzo el nombre de mi papa se escucho en un grito desde de la calle, eran dos de sus hermanos, mis tíos, vivían en la la calle siguiente en casa de mi abuela, en el parqueo de mi casa estaba el coche de mi papa y frente a la casa, montado en la acera, el camión de su trabajo, no hizo pasar a mis tíos porque a mi mama no le gustaba tener visitas inesperadas a la hora de la comida, en cambio nos quedamos afuera, mi papá abrió la puerta de su camión y se sentó conmigo allí y mientras él planeaba alguna fechoría junto con sus hermanos a mi me dejaba jugar con el volante de su camión, supe que los volantes y yo nos llevaríamos bien desde ese momento que no le tuve miedo a aquel monstruo de metal, pero en el momento que mi padre cerro la puerta del camión y me acomodo sobre sus rodillas mientras mis tíos subían por la otra puerta, supe que conduciría conmigo allí, me aferre a aquel volante del camión, cuando mi padre arranco el motor, me enamore.
El poco tiempo después que compartí con mi padre y salíamos a dar paseos en su coche o cualquier otro vehículo, hacia berrinche si no conducía conmigo sobre sus piernas.

Tengo que decir que no tuve mi primer coche hasta hace 3 años, el que conduzco ahora, un Range Rover Mansory, tan negro que si no fuera porque tengo que encender los faros, pasaría desapercibido durante mis salidas nocturnas, buen primer coche, no? pero pese a lo que puede parecer me ha costado estar donde estoy, -my life was never easy- como rapeó The Game, estar sobreviviendo a los 28, cuando muchas veces pensé que no pasaría los 27, o que moriría a esa edad como las estrellas, pero supongo soy demasiado terca como para no aferrarme a esta vida que me enseño que ni siquiera perder a los que mas amas te mata, al menos no fisicamente.
Dándoles un poco de historia mi "vida exitosa" empezó hace un par de años que decidí irme a un viaje, fue un viaje a mi sombra y solo puedo decir que de allí volví fuerte, no fuerte en el buen sentido, no siempre viajar al inconsciente y hacerlo consciente va a salir bien, me convertí en una fortaleza mas grande que la muralla china, tan fuerte que ni siquiera yo misma podía entrar, ya no era yo, otra se había adueñado de mi, de lo que yo era o quizá solo cambie porque tiendo a ser extremista y cuando quiero cambiar algo, lo cambio todo.
Ahora era lo que había creado con lo que sabia de mi, empece a usar todo lo que sabia de mi para sentir que vivía, mis cualidades buenas y malas con tal de que las cosas funcionaran a mi favor, sin importarme los efectos colaterales y así he logrado todo lo que tengo ahora, tampoco me fue difícil porque siempre he tenido mente rápida, lógica y versátil, supongo que esas y otras cualidades mias tienen que ver conque sea una conductora pragmática. El tiempo que me queda para hacer las cosas que me gustan es finito y elijo simplemente gastarlo en conducir, cada vez que tengo estas sesiones (decidí llamarlo de esa manera por el efecto terapéutico que este tiempo tiene en mi) 
Mis terapias y mi tiempo libre son mi exorcismo, mi catarsis, el momento donde me entrego a este hedonismo delicioso e insaciable y son todo un ritual; conduzco por cuarenta y cinco minutos como mucho y sin rumbo alguno, luego, giro a la primera izquierda que pueda y busco el primer bar en el que pueda aparcar, lo analizo antes de decidir que es ese, me fijo que no este ubicado en una calle principal y que no tenga semáforos cerca, un protocolo que sigo siempre, ya elegido el lugar me voy al garage, estando allí me despojo de mi ropa cara de oficina y me cambio a ropa mas informal, sonando CAS que es lo que se me antoja escuchar cuando conduzco con clima lluvioso, me pongo los converse blancos que sé se harán mierda al cruzar la agrietada calle del barrio en el que estoy, y que me recuerda al barrio en que crecí, solo que sin las glock apuntando en pecho de desconocidos en cada esquina, apago el motor, cojo el paraguas y salgo del coche con dirección al "pub tres hermanos" que se presenta con unas radiantes luces neon que no había notado antes, cuando estoy enfrente el vauser me saluda y abre la puerta para mi, dejando salir el ruido que hace desde el interior, mientras atravieso el local con dirección a la barra, realizo que detesto las aglomeraciones y los lugares ruidosos y al mismo tiempo recuerdo mis años de fiesta donde la musica estridente y estar rodeada de otros cuerpos es lo que me encantaba, como puede cambiar uno -me digo-, necesito activarme para rendir un poco más después, el bartender se me acerca a preguntarme que deseo, cosa que no le puedo responder tal y como se me cruza la idea por la cabeza si no quiero espantarlo y entonces le respondo secamente -un cosmopolitan- lo cual lo hace sonreír en mi dirección coquetamente, sonrisa que me encanta y que también le dedicó a la chica que está al otro lado de la barra, su descarada coquetería me hace elegirlo, así sin buscar mas, más que todo porque estoy agotada y no quiero irme ahora, tomo un sorbo del cocktail veraniego que me he pedido para refrescar la euforia que me esta provocando la expectación de saber lo que va a suceder en un rato, rato que se hace horas y casi todos se han marchado, los que quedan ya están demasiado ebrios como para darse cuenta del coqueteo subido de tono que el bartender y yo hemos tenido la ultima hora, desde que me encontré a la chica del otro lado de la barra en el baño y le dije que él se iba conmigo, cogio su abrigo y se marchó resignada, quiero creer que la salvé de un sexo vacío está noche, en cambio yo decidí no excederme con la bebida si quiero disfrutar la verdadera travesía que esta a punto de comenzar, pienso que fue mala idea elegir al bartender porque es de los últimos en irse y ahora es pasada media noche. Los primeros compases del trayecto son un mero tramite, él se despide de sus compañeros de trabajo mientras yo salgo delante de él y lo espero en el coche, abandonamos la agrietada calle y me enfilo para la avenida principal, dando gracias a la hora por la escaces de transito, ya no quiero ganar tiempo, conduzco de manera prudente pero sin aflojar el pie del acelerador, elijo una ruta larga y sin peajes pero sin destino aparente, lo importante es disfrutar el camino me digo siempre, mi copiloto conecta su teléfono al bluetooth de mi coche para poner su playlist de música que para mi gusto no es musica solo ruido divertido y pegajoso que sirve para no lidiar con el silencio aunque ya en el coche ni siquiera siento silencios incómodos como las primeras veces, todo es sencillo y cómodo, él me hace preguntas incómodas que no quiero responder por lo que en cambio le pregunto por sus compañeros de trabajo, los que seguramente preguntaron si venía conmigo y que tendré que lidiar con ellos después, estupida necesidad de ciertas personas que me molesta tanto, lo que hacen los demás con su vida privada no es de su incumbencia, decía mi padre, pero supongo qué hay personas a las que simplemente les contestamos por educación.

Atravesando la urbe, mi chico me habla y pone su mano sobre mi muslo la mueve de arriba abajo sonriéndome con esa cara de pidiendo por favor que acabe con el, eso y el asfalto multicolor de la transitada ciudad me pone ansiosa y me hace recordar una época de mi vida donde el sexo era para mi la única forma que conocía de sentirme querida, sin embargo, después de "mi viaje interno", mi relación con mi placer cambio, ya no me interesaban los placeres inferiores que solo requieren mera sensibilidad, ahora yo buscaba más, mis placeres ahora eran superiores y estos dependen de capacidades distintivamente humanas como pensamiento, comunicación, consciencia porque tienen un elemento cognitivo mas complejo, antes ese roce de su mano en mi muslo me hubiera desubicado, hubiera hecho a mi sexo debilitarse, más cuando él ya me lo ha pedido con su mirada, claro que acabaré con él, pensé, no de la manera que él espera pero lo haré, veo por el retrovisor con impaciencia pero cuando entramos a una carretera de linea recta de 70 km me relajo, me estiro y quito mi cinturón, pongo mi nuca sobre el cojín y mi vista se pierde en el obscuro horizonte tan hipnótico que siento podría fundirme con las estrellas, poco a poco nos alejamos y me dedico un momento a observar mi historia infinita entre la carretera y yo, ya no hay marcha atrás, en este momento podría atravesárseme un animal o una bestia nocturna y mi mano no temblaría y tampoco mi pie del acelerador, aunque no lo deseo porque siento respeto por los animales y las bestias de la noche pues ellas también se rigen por ciclos astrales.
Yo por ejemplo nunca haría esto en luna creciente, porque es la fase de la luna en que nací y en la que mas vulnerable me siento, lo cual seria una redundante ironía hacer lo que hago en ese momento de quebrantamiento emocional. En un futuro pueda que alguien sepa todo esto de mi, no puedo decir que no me importe solo espero que no caiga en analogías con los monstruos del romanticismo, estoy jodida, no hay nada de bonito en ello, que yo lo sepa y lo disfrute, no lo hace menos jodido o incorrecto, algún día pagaré por ello.
El éxtasis y la euforia me superan cuando detengo el coche en medio de la nada y mientras él me mira sorprendido por el abrupto susto que le causó el frenazo, yo le vuelo la cabeza con la 9 mm que tuve todo el tiempo bajo mi muslo, lo tiro de mi coche en cuestión de segundos, me acomodo de nuevo en mi asiento, pongo a London Grammar y regreso a casa.

Creo que mi padre me entendería, total en mi sangre también corre esa ira, ese dolor, he heredado algunas de sus pasiones.

Mi siguiente terapia es en un pueblito lleno de barro y tan frío que se calientan con hogueras, nadie sabe quien se esconde tras las ventanas del vehículo y lo que viene después, pero a los hombres estar en presencia de una mujer los perturba y excita y la tentación es una garra de la que pocos escapan, por eso siempre hay alguno que sube.
Y a estas alturas yo solo puedo jurar que el camino de vuelta es tan placentero como el de ida.

Me gusta conducir.

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