—Eres un convenido —formé un puchero en mis labios y él negó.

—Claro que no... Además esto te ayudará a esforzarte un poquito más, recuerda que me he atrasado mucho en darte tutoría... Oh, joder, cierto, tenemos que estudiar más, Daphne —frunció el ceño.

—Vale, vale, vale. Pero haré un gran esfuerzo con esto ya, ¡no quieras esclavizarme!

—Está bien, está bien —asiente. Gruño y él suelta una risita. Lleva su mano a mi mejilla y con su dedo pulgar acaricia mi mejilla, dejando luego un beso ahí—. No quiero que esto se convierta en un martirio para ti, has lo que puedas, ¿bien? No te martirices, no me enojaré si es que no pudieses hacerlo.

—¿Estás diciendo que no soy capaz? —Él rueda los ojos y rio.

—No, Daph, no estoy diciendo eso. No pongas palabras en mi boca. —Suelto una risa tonta y luego acomodo mis piernas sobre su regazo y las mantas. Mis dos piernas alrededor de su cintura y mi rostro muy cerca del suyo.

—¿Y si pongo mi boca sobre la tuya? —mordí mi labio y pasé mis brazos por sobre su cuello. Él sonrío. Formé un puchero en mis labios y con el dorso de mi mano toqué su tez—. Oh, cielo.

—Sólo uno, uno nada más. Por favor —me pidió y acercó su rostro más al mío, pero me alejé siendo más rápida.

—Hicimos un trato, ¿lo recuerdas? —sonreí y negué con la cabeza. Pasé mis manos sobre su torso, por sobre su camiseta; de manera tentadora. Él bufó y suspiró cerrando los ojos.

—Detesto estar enfermo, y ahora lo hago más aún que estás conmigo —me dice, y muerdo mi labio. Miro su boca, y realmente quiero comérmelo a besos, pero él se encuentra mal, y si voy a pasarle la clase no debo enfermarme también.

—Voy a pasarte las tareas, Harry. Si caigo enferma no podré pasarte nada —le recuerdo, pero eso solo lo enfurece y sé que aumenta sus ganas.

—Santa mierda.

—Chitón, Harry. Esa boca —le gruño y él niega con la cabeza con una sonrisa en los labios—. ¿Desde cuándo andas tan malcriado, eh niño? —le rechisto y él ríe.

Y su risa es jodidamente adorable.

—Desde que ando contigo, tal vez —Se encoge de hombros.

—¿Ahora soy yo la que tiene la culpa? —me señalo a mí misma y suelto una risa irónica.

—Sí, ¿y sabes por qué?

—¿Se puede saber por qué?

—Sí, por supuesto que sí. Porque tengo que ahuyentar de alguna u otra manera a cualquier tipo que te coma con la mirada. El único que puede hacerlo soy yo, sólo yo. —Muerde su labio mirando mi boca, y siento miles de mariposas en el estómago. Estoy hecha un lío; tengo un gran dilema ahora: No besar a Harry y no enfermarme o besar a Harry y mandar todo al carajo. Me veo obligada a inclinarme por la primera opción al oírle toser un poco.

—¿Soy yo ahora la culpable? —Rio.

—Eres culpable de los celos enfermizos que comienzo a tener, y cada vez empeoran más y más —Me hace soltar un jadeo cuando me toma desprevenida y antes de poderme haber dado cuenta siquiera, él se encontraba besándome y mordisqueándome sensualmente en el cuello—. Oh, rayos. El tan sólo saber que no estaré en la escuela me enferma más aún, el saber que otros podrán verte, verte de la manera en la que yo lo hago, desearte de la manera en la que yo lo hago... Está enfermándome, Daphne. Está matándome.

—Jo... Joder, Harry —suspiré. Él se encontraba muy consciente de lo que hacía conmigo, de la crueldad que estaba cometiendo conmigo.

—Si no puedo besarte en los labios, déjame saciarme un tanto aquí —susurra y su tibio aliento choca contra mi piel, haciéndome estremecer de una manera malditamente deliciosa.

NERD.Where stories live. Discover now