Capítulo 14: " Suplícame "

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Sus labios no dejan de acariciarme, tan suaves y delicados, su lengua inunda de nuevo mi boca, buscando compañía, y mi lengua le da la bienvenida en un cordial saludo, iniciando una hermosa danza.

Sus manos cálidas bajan fugaces por mi abdomen, contengo la respiración al notar como una oleada de calor llega a mi centro, suelto todo el aire cuando sus dedos alcanzan mi humedad, indagando entre mis pliegues ¡Oh dios mío moriré de placer como siga así! Mis labios se abren provocando un gemido sonoro, arrebatándole una sonrisa complaciente.

- Eso es pequeña, disfrútalo... -sus dedos son un vaivén de un toque sutil y placentero-

- Oh Matt... -me revuelvo bajo su cuerpo-

- Quiero que lo sientas, como nunca antes lo hayas hecho... -y mi boca se seca ante sus sensuales palabras-

Y me siento rendida y sin salida, aunque tampoco querría escapar de él, de esto hombre tan... dichosamente perfecto.

Mis pensamientos me han perdido, y solo consigo reaccionar cuando noto una húmeda línea dibujarse por mi ombligo, obligándome a levantar mi cabeza y mirarle. Su sonrisa se acentúa, y su cabeza se encuentra entre mis piernas, su lengua va dejando un recorrido que provoca que me arda la piel y culmina en mi clítoris, desgarrándome de nuevo un gemido lleno de excitación, deseo y desmesura.

- ¡Oh dios mío! -grito en una súplica- ¡sí! -sus dedos se clavan en mis caderas, apretándolas ligeramente-

Y su bendita lengua vuelve a moverse sobre mis pliegues. Podría jurar que estuve a punto de desmayarme, ¿esto es placer? ¡Creo que supera a lo más divino que se pueda desear!

La hunde en mi centro y mis caderas se arquean ante tal bienvenida de placer, haciéndome estallar, alcanzando una marea de sensaciones, espasmos y sintiéndome bañada en sudor.

- Oh pequeña... -su voz entrecortada por los jadeos suena ronca-

Sus manos acarician suavemente mis caderas mientras me reconforto. Creo que no aguantaré si pretende continuar. Abro ligeramente mis ojos, veo mi pecho subir y bajar acelerado, me siento exhausta.

Su brazo levanta ligeramente mis caderas para colocar un suave y mullido cojín bajo estas. Con las yemas de sus dedos dibuja círculos por mis muslos, erizándome la piel.

De pronto dejo de notar su calor cerca de mí, mis ojos se desvían a su cuerpo semi-desnudo ahora de pie junto al sofá, y siento como vuelvo a reaccionar ante tal imagen, mi dios griego.

Gimo al ver que saca su boxer y su largo miembro choca con su mano, acariciándose. Trago saliva y lo miro con los ojos muy abiertos.

- Joder... -susurro en un gemido y sus ojos se desvían en un vistazo rápido por mi cuerpo-

- Llevo toda la tarde pensando en ti, Eider... -mi espalda se arquea ante tal punzada de placer para mis oídos-

¿En mí? ¡Oh dios mío! ¿Qué he hecho para ganarme a este hombre?

Sus pies se mueven hacia mí y trago saliva mirando fijamente su miembro, erecto y duro como una piedra.

- Tócame pequeña... -mis ojos se salen de sus órbitas ante esas palabras- vamos... -agarra mi mano con delicadeza y la coloca sobre su pene-

Tan duro... gimo y paso mi pulgar por la punta haciéndole jadear. Muevo mi mano, dejándola deslizarse por él, notando su suavidad y relieve, las venas tan marcadas, parece que vaya a explotar. Noto como reacciona a mis caricias y mi mirada sube rápida por su torso desnudo. Sus ojos cerrados con fuerza, sus dientes apretados por el placer y la cabeza ligeramente hacia atrás.

El nuevo profesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora