08 | EL MENSAJE DE LOS SALVAJES

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Cuando un chico pequeño corrió a través de las puertas de Castle Black en pánico, se encontró con Alayna. Había estado observando a los hombres entrenar con los brazos cruzados cuando, de la nada, un pequeño cuerpo se estrelló contra ella y casi la derriba.

Al darse la vuelta, vio a un chico mirando frenéticamente a su alrededor, e instintivamente extendió una mano para agarrarlo suavemente por el hombro—. Oye, oye, mírame —los ojos del chico encontraron los de ella—. ¿Estás bien?

El chico negó con la cabeza—. Yo...

—¿Qué pasa? —preguntó Alayna, mientras una multitud comenzaba a formarse alrededor—. ¿Por qué estás aquí?

—Mi familia —dijo el chico—. Los salvajes... tengo un mensaje...

—Oye, está bien —dijo Alayna—. Estás a salvo ahora, ¿de acuerdo? Aquí nadie te va a hacer daño. ¿Cómo te llamas?

—Olly —respondió el chico.

—Bueno, Olly, yo soy Alayna —dijo ella—. ¿Por qué no entramos y me cuentas qué pasó?

Olly asintió—. Sí.

—Muy bien, ven conmigo —dijo Alayna, enderezándose y girándose para encontrar todos los ojos en ella una vez más.

Hizo caso omiso de las miradas y se abrió paso entre la multitud con un brazo alrededor de los hombros de Olly para mantenerlo cerca. Ella no sabía qué le había pasado a ese chico para que estuviera en tal pánico, pero verlo con una mirada tan temerosa en sus ojos tiró de las fibras de su corazón.

—¡Alayna! —dijo Jon, dirigiéndose hacia ella—. ¿Qué está pasando?

—No lo sé —respondió Alayna—. Este chico dice que tiene un mensaje.

—¿Está bien? —preguntó Jon.

—No —respondió Alayna, manteniendo una mano firme en el hombro de Olly mientras lo miraba—. ¿Para quién es el mensaje?

—Para los cuervos —respondió Olly.

Jon suspiró—. Iré a informarle al Lord Comandante.

Veinte minutos más tarde, la mayoría de los hombres de Castle Black estaban en el comedor y Olly había transmitido su mensaje. Los salvajes habían invadido su aldea, masacraron a su gente y lo enviaron a decirle a la Guardia que era solo el comienzo.

Alayna se paró con el chico, su mano en su hombro mientras un hombre gritaba—: ¡Tenemos que darles una lección sobre la forma en que tratamos con los de su especie! Tres docenas de cuerpos degollados arrojados desde la cima del Muro. Parece que sería una buena lección.

Los hombres vitorearon de acuerdo, pero Thorne habló y dijo—: Si vamos tras ellos, les estaremos dando lo que quieren. Nos quieren sacar y matarnos de a poco.

—Tenemos algo más de 100 hombres —dijo el maestre Aemon—. Y eso es incluyendo sirvientes y constructores. Y a mí. No podemos permitirnos perder un solo hombre. Debemos recordar nuestra primera responsabilidad. Somos los Guardianes del Muro.

—Tiene que haber una manera de protegerlos —dijo Pyp.

—Eres un campeón de la gente común, Jon Snow —dijo Thorne con frialdad—. ¿Qué dices de la propuesta del hermano Pyp?

Alayna miró a Jon, quien dijo—: Mance Rayder se aproxima. Si los salvajes atraviesan el Muro, van a pasar por encima de todo y de todos por miles de kilómetros antes de que llegue un ejército que pueda detenerlos.

—Tenemos que reforzar Castle Black —dijo Thorne—, y tenemos que defender el Muro. Ese es nuestro trabajo.

Un cuerno sonó afuera, un toque corto. Sam, a quien Alayna había conocido el día anterior, le había dicho lo que significaba el cuerno. Un toque para los exploradores que regresaban, dos para los salvajes y tres para los Caminantes Blancos.

Pyp dijo—: Regresan los exploradores.

Corriendo afuera con la oleada de hombres que clamaban por el patio, Alayna vio a Jon medio cargando a un hombre a través del patio hasta que lo sentó.

—¿Por qué tardaron tanto? —preguntó Thorne.

—Nos retuvieron —respondió el hombre.

El segundo hombre levantó la muñeca—. Cadenas.

—Éramos huéspedes de los amotinados en el Torreón de Craster —dijo el primer hombre.

—¿Y los amotinados se quedaron? —preguntó Jon.

—No irán a ninguna parte —dijo el segundo hombre, temblando violentamente—. Tienen la comida de Craster y a sus esposas.

—Pobres chicas —dijo el primer hombre—. Nunca pensaron que extrañarían a su papá.

Jon dio media vuelta y se alejó, tapándose la boca con la mano.

—Karl es el que manda. Fue quien acuchilló en la boca a Craster.

—Tenemos que ir al norte y matarlos a todos —dijo Jon.

—Ya hablamos de eso, muchacho —dijo Thorne—. La justicia puede esperar.

—No se trata de justicia —respondió Jon bruscamente—. Le dije a los salvajes que teníamos más de mil hombres en Castle Black. Karl y los otros saben la verdad, como nosotros. ¿Cuánto tiempo crees que se guardarán esa información cuando los salvajes les estén arrancando las uñas? Mance tiene todo lo necesario para aplastarnos, solo que aún no lo sabe. Tan pronto como se apodere de ellos, lo sabrá. Entonces dirigirá toda su fuerza sobre nosotros. E incluso si cada uno de nosotros mata a cien salvajes, no hay nada que podamos hacer para detenerlos.

—No creo poder matar a cien salvajes —dijo Pyp.

Alden y Alayna compartieron una mirada. Si los salvajes representaban una gran amenaza, como temía la Guardia de la Noche, entonces eran superados en número. Alayna se dio cuenta de que su hermano estaba pensando lo mismo: es posible que necesiten pedir refuerzos a sus hermanos.

Los hombres de la Guardia de la Noche no eran soldados. Más de la mitad de ellos ni siquiera sabían cómo sostener una espada antes de llegar al Muro. Eran violadores, ladrones, asesinos, pero muy pocos de ellos sabían luchar. Alayna se había estado mordiendo el labio para evitar criticar sus acciones. Sabía que no sería bienvenido que una mujer demostrara correctamente cómo blandir una espada, por lo que se quedó callada, pero incluso en ese breve vistazo pudo ver que estos hombres estaban mal equipados.

El Muro había estado en pie durante miles de años, construido por sus antepasados para que fuera impenetrable, pero solo era tan fuerte como los hombres que lo habitaban. Alayna captó la mirada de Jon a través de la multitud de personas, y se dio cuenta de que él estaba pensando lo mismo.

Si Mance Rayder, el Rey más allá del Muro, conociera sus debilidades, las explotaría y el Muro no cumpliría su propósito. Tenían que prepararse para una pelea, pero con Thorne gobernando sobre ellos como Lord Comandante interino, Alayna sabía que prepararse sería una hazaña difícil de lograr.

BLACK BLOOD | Jon SnowWhere stories live. Discover now