49.

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Ella había llegado junto a la pareja de amigos y su pequeño hermano, así que ahora los cuatro estaban entrando al salón donde se celebraría el baile de graduación.

Su mano sudaba y Evan se lo dijo. Ella sólo le respondió que estaba nerviosa porque ya había acabado la Universidad.

Emily y Dave le indicaron de sentarse en unas sillas mientras ellos dos iban a bailar. Ella asintió y se sentó al lado de Evan, quien jugaba con sus piernecitas que colgaban del asiento. Ella miraba hacia todos lados buscando algún indicio de quién podía ser él hasta que Evan habló.

–¡Amber! –Gritó el pequeño.

Su pulso se aceleró. Si esa niña era Amber, el chico que venía de su mano era...

–¡Hola, Evan! –Saludó la niña corriendo hacia el pequeño que se había levantado para el encuentro.

Ella miró sobre el hombro de Amber y su mirada se encontró con la de un chico más alto que ella.

Iba informal pero formalmente vestido. Su pelo medio largo caía por detrás de su nuca y le hacía querer acariciarlo hasta caer dormida. Tenía los ojos color miel y una pequeña barba adornaba los alrededores de su boca.

Una sonrisa asomó por los labios de ella mientras se levantaba, dejando el bolso en el asiento donde había estado momento atrás.

Se acercó a él sin despegar su vista de sus ojos.

–Hola. –Saludó sonriendo.

–Hola. –Respondió el aclarándose la garganta.

–¿D? –Preguntó ella entrecerrando los ojos y señalándole divertida.

Él sonrió sin mostrar los dientes y ladeó un poco la cabeza, haciendo que su pelo cayera en su frente de una forma que a ella le pareció adorable.

–¿Puedes decirlo otra vez? –Preguntó él.

–¿El qué? ¿D? –Él asintió.

–Suena bonito cuando... Bueno, cuando lo dices. –Ella tapó su sonrojo con el pelo y sonrió.

–Oh... Gracias. –Sus ojos brillaban y apostaría lo que fuera que los de ella estaban igual.

Se quedaron en silencio, mirándose, sin saber qué hacer o decir. Él metió sus manos en los bolsillos traseros de su vaquero, pues había comenzado a sudar.

Ella iba preciosa.

–¿Puedo ir a jugar con Amber? –Evan tiró un poco de su vestido y ella miró al pequeño con la mano en su cabecita.

–Claro, pero no muy lejos. –El niño asintió quitandose a chaqueta y dándosela a su hermana.

–¿Y yo? ¿puedo? –Preguntó Amber. Él asintió mirándola con ternura.

–Sí, pero donde pueda verte. –Le acarició la cabeza y la niña desapareció de la mano de Evan, yendo juntos al jardín y sentándose ahí, jugando a algún juego de palmadas.

Ella se sentó en la silla y le palmeó el asiento en el que había estado Evan antes. Él sonrió y se sentó.

–Esto es... –Habló él mirando sus manos.

–Extraño. –Se rió ella acabando su frase y haciendo que él la mirara.

–¿Bailamos? –Él se armó de valor y le preguntó sin pensar. –Me refiero... Ehm... –Empezó a tartamudear. –Si quieres... Si no... Ehm... Yo... Demonios... –Susurró agachando la cabeza y la volvió a subir cuando oyó la risa de ella.

–Me encantaría. –Ella sonrió cuando él se levantó y le tendió la mano. Ella la aceptó con mucho gusto y se levantó.

Ambos se acercaron a la pista de baile. Él se paró frente a ella y se secó el sudor de las manos en el pantalón de forma disimulada. Ella se mordió el labio pasando un mechón de pelo por detrás de su oreja.

Ella agarró una de sus manos y entrelazó los dedos mientras veía cómo se marcaba la nuez de la garganta de él a medida que tragaba nerviosamente.

Él le correspondió, cerrando la mano con sus dedos entrelazados y subiéndolas a una altura considerable. La pegó suavemente a él con la otra en su cintura. Ella puso su mano libre en su pecho y apoyó su cabeza en el hueco de su cuello, impregnándose de su perfume.

Bailaron pegados bastantes canciones. Lentas y rápidas. Ninguno quería separarse hasta que tuvieron que hacerlo porque sus hermanos se acercaron a ellos.

–¡Hermano! –Llamó la pequeña Amber haciendo que se separaran lentamente. Sus mejillas quedaron muy cerca y podían sentir el aliento del otro. Miraron sus labios y por un momento, desearon besarse.

–Dime. –Él se agachó para quedar a la altura de los niños. Ella hizo lo mismo, quedando cada uno frente a su hermano.

–Toma. –La niña le dio una flor que había arrancado del jardín. –Es para tu novia, porque no le has traído nada. –Le reprochó la pequeña haciendo que él se sonrojara y ella soltara una risa.

–No es mi novia, Amber. –Respondió él, carraspeando.

–¿Ah, no? –Preguntó la niña.

–¿Ah, no? –Repitió ella, ganándose una mirada de él. Él abrió la boca para hablar, pero no sabía qué decir.

–Yo... –Ella se levantó, haciendo que él la imitara. –Lo... Lo siento... Yo no sé cómo pedir... O sea.. Sí, quiero, pero... Me refiero... Que... Ehm... -Le dio vueltas a la rosa en su mano mientras la miraba. –No sé cómo pedirte que... –Carraspeó, otra vez.

–No hace falta que me pidas nada, tonto. –Él levantó la mirada.

En ese momento, ella acortó la distancia pasando las manos por su cuello y lo besó. Él puso ambas manos a cada lado de su cintura mientras los niños aplaudían gritando y la rosa caía a sus pies.

Ella pensó en lo suave que eran sus labios

Él pensó que no había probado unos labios tan dulces.

Los dos pensaron en lo enamorados que estaban el uno del otro.

Bienvenida a la Universidad.Where stories live. Discover now