Hurt. (Souharu)

Capítulo 16. No retorno.

Salió de la habitación a toda prisa, miró a ambos lados en el pasillo, cerciorándose de que nadie le hubiese visto, pero estaba demasiado nervioso como para fijarse totalmente en nada. Giró el bombín de la puerta, insertó la llave y dio varias vueltas para cerrarla tal y como se la había encontrado. Pero Haru no se dio cuenta de que aquel mundano animal cerraba la puerta con tan solo dos vueltas al bombín.

Caminó intentando aparentar total tranquilidad por los pasillos, sintiendo en su propio pecho el latir desbocado de un corazón que no parecía querer calmarse. Se agarró la camiseta a la altura del pecho, respiró profundo, pero las lágrimas se agolpaban en sus ojos, golpeando directamente desde las puertas de su alma. Llevaba tanto tiempo anteponiendo la felicidad de Makoto que se había olvidado de que él también tenía deseos, de que él también existía más allá de lo que los demás esperaban de él. Pero el dolor era tan profundo que se sentía aislado entre lo que sentía que le debía y lo que quería.

— ¿Haru? — una voz familiar le llamó desde la espalda.

Se enjugó los ojos con el dorso de la mano, apenas dejándolos levemente rojos. Se giró y ahí estaba el hombre en el que no paraba de pensar, su mejor amigo, la persona más inocente, generosa y dulce que probablemente jamás conocería; la persona a la que llevaba semanas traicionando.

— Hola.

— Hola... — masculló — Vengo de ver a Sousuke.

Su nombre resonó en su pecho. — ¿Está bien?

— No, claro que no lo está. — respondió. Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero trató de contenerlas. Quizás eran demasiados sentimientos los que llevaba manejando tanto tiempo — Pregunta por ti.

Cada palabra se clavaba en su pecho como un fino hilo. — No... no he podido...

— Eso no es justo, Haru— chan. — respondió sin dejarle terminar. En su rostro se había cincelado una mueca de dolor que desfiguraba sus facciones. No hubiera podido describirlo, pero casi parecía mostrar un haz de asco — Es una persona, es nuestro amigo y casi lo matan. Desde que se despertó ha preguntado por ti y no sé qué excusa ponerle porque yo tampoco entiendo por qué no has ido a verle. — era la primera vez en meses que Makoto se enfadaba. Siempre le temblaban las manos al hacerlo.

— Makoto, yo...

— ¡Tú! — exclamó — No va de ti, Haru. Se trata de lo que deberías hacer y no has hecho. — una lágrima rodó por su mejilla; furtiva, solitaria.

La barbilla de Haru temblaba al tratar de contener las lágrimas muy profundo, muy dentro, pero no lo consiguió y comenzaron a rodar una detrás de la otra en un llanto silencioso. Sus ojos rojos marcaban que no había dejado de hacerlo desde el día de la fatídica fiesta. No había dejado de pensar en él, de llorarle, pero sabía que desde fuera para sus amigos su comportamiento era absolutamente incomprensible y egoísta. Makoto se secó los ojos con las manos y alzó la vista hacia el techo. Era muy duro para él regañarle, era muy duro para él confrontarle, pero no podía soportar seguir escuchando a Sousuke preguntar por él y obtener una respuesta vacía.

— Está deprimido. — sentenció — No sé si los demás lo saben, no sé ni siquiera si él lo sabe. Pero hoy lo he visto, lo he visto Haru y, y, y da mucho miedo. No para de preguntar por ti, quiere que vayas a verle y no sé qué responderle.

Las lágrimas no cesaban de caer. — Me gusta.

El rostro de Makoto abandonó por completo cualquier expresión. Se abandonó al aire, a la sorpresa. Las líneas de expresión de su semblante se alisaron y por un instante pareció perder todo ápice de vida en su rostro.