xɪᴠ | ʙᴏɴɪᴛᴀ

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Una noche distinta para ambas; el sueño de Venus una vez más se esfumó, pero en esta ocasión no habían vueltas sobre la cama, solo un profundo análisis de todo lo que  ocurrió en tan corto tiempo, aún no lo podía creer; se enfrentó a una enardecid...

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Una noche distinta para ambas; el sueño de Venus una vez más se esfumó, pero en esta ocasión no habían vueltas sobre la cama, solo un profundo análisis de todo lo que  ocurrió en tan corto tiempo, aún no lo podía creer; se enfrentó a una enardecida masa, escapó junto a Tamara y Vida, el nulo sentimiento que por primera vez le permitió soltar a Arantza; todo iba tan apresurado que podía asustar.

En la habitación conjunta el ruido de los autos y la sirena de una ambulancia sacaron a Tamara de su profundo sueño; por un instante se sobresaltó, que extraña sensación la suave tela que la envolvía, los sonidos y hasta ese olor tan particular en el ambiente, era como una fantasía. Por primera vez en su vida estaba en un lugar así, moría del miedo, de la vergüenza, pero agradecía al cielo la fortuna infinita de que Venus apareciera en su camino.

- Muchachita extraña - sonrió con los ojos cerrados.

No demoró en volver a dormirse, el confort que la cobijaba era tan fuerte que descansó como nunca antes, pero como las costumbres se arraigan en lo más profundo de nuestro ser, muy temprano despertó permaneciendo inmóvil pues Vida la tenía atrapada con sus piernas sobre el abdomen.

Una suave melodía desencadenó la curiosidad, parecía música y un olor a café tan delicioso que sus sentidos despertaron por completo. Cómo pudo salió de la cama, amarró su largo cabello en una cola y se adentró sigilosa por el pasillo en la búsqueda de algo que ni ella sabía describir, pero lo que sus ojos grises hallaron fue impensable.

Venus estaba aún en una corta pijama que dejaba ver unas piernas preciosas, descalza con el cabello alborotado, se veía tan tierna; pero más allá de eso ¡Estaba loca!

La música provenía de su celular y ella, ella bailaba alegremente cargando en su regazo al pequeño felino mientras en la otra mano sostenía una enorme taza. 

¿De dónde había salido esa niña extraña?
¿Quién podía estar tan temprano con semejante alegría?

- ¡Ay Tamara! - brincó del susto casi derramando el café dentro de la taza blanca  - jaja buenos días. ¿Cómo dormiste?

Esos ojitos grises aún estaban algo enrojecidos, se hacían pequeños con la suave sonrisa que nació, pero la voz seguía en pausa, era difícil articular palabra tan temprano por lo que solo levantó su mano para saludar.

- Creo que muy bien - se respondió Venus a sí misma con una divertida sonrisa - ¿Quieres un poco de café?

Asintió sin moverse del umbral de la puerta; Venus se derritió al verla somnolienta y algo sería, aquello de despertar con mucha energía definitivamente no era lo de esa linda dama de mirada clara.

Sin decir nada más, la sagitariana bajó al pequeño felino al piso para ir directo a ella, tomándola de la mano hasta llevarla a la barra de la cocina para servirle el delicioso café con una cucharada de azúcar que le endulzó el alma luego del primer sorbo.

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