Un adiós duele, pero el vacío de no entender la ausencia hiere.
Después de varios minutos, Venus colgó la llamada de ese pasado que no dejaba de insistir en regresar. Arantza, una preciosa pero muy joven dama que durante años jugó a placer con los sentimientos de la ingeniera aparecía una y otra vez; se escondía por temporadas en falsos noviazgos con hombres por el terrible miedo de asumir su sexualidad ante la sociedad regresando sin pizca de vergüenza a una Venus que buscaba sanar luego de cargar terribles inseguridades por su culpa, creyendo no ser lo suficientemente valiosa para entablar esa relación que siempre soñó.
— Lo siento tanto, ya no volverán a molestar... ¿Chicas? ¿Vida? ¿Tamara?
Mirando a los lados la soledad la acorraló, pensó ingenuamente que estaban en el baño una vez más pero luego de algunos minutos no había ni rastros de aquellas dos, con esa sospecha de abandono en el pecho observó a su alrededor y la claridad llegó, el carrito no estaba.
— Que tonta eres Venus — musitó entre dientes apoyando los codos sobre la mesa para reposar en sus manos el rostro.
Levantando la mirada detalló una servilleta sobre la caja de pizza que no se había abierto con un "Muchas gracias" escrito en ella con una caligrafía preciosa.
Con esa terrible decepción instalada en su alma tomó la comida para compartirla con el vigilante quién ni cuenta se dio en qué momento Tamara y Vida habían abandonado el área, al final era verdad, resultaban casi invisibles, pero no para Venus, ella seguía con ese sin sabor de no saber en qué fallaba para que todos constantemente la hicieran a un lado.
Luego de su rutina de cada noche dónde limpiaba su precioso rostro con esa mezcla de aceites esenciales proporcionados por la abuela e impregnaba su cuerpo de ese dulce perfume que jamás faltaba en su mesita de noche, se metió a la cama, no sin antes tomar su cámara y laptop para descargar las fotos de aquel día, sonrió con nostalgia al ver las últimas postales que capturó: Tamara y Vida. Si, sin darse cuenta, madre e hija fueron admiradas por el lente de la sagitariana.
— Ojalá estén bien, supongo que les caí mal... — tocó por instinto cuenta la pantalla con una tenue sonrisa — son un gran equipo, algo necia Sra. Ruíz, pero un gran equipo.
El que ella jamás había tenido y tanto admiraba, quizá eso fue lo que poderosamente llamó su atención.
Con una noche de insomnio por delante las vueltas en la cama se hacían rutina, ni los inciensos, ni los innumerables podcast funcionaban para conciliar el sueño por lo que la mañana acorralaba con un terrible cansancio, nada que un café muy cargado no pudiera solucionar como era costumbre.
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𝘽𝙀𝙉𝘿𝙄𝙏𝘼 𝙌𝙐𝙄𝙈𝙀𝙍𝘼 ♀♀
RomanceBendito sea el día que el universo unió los caminos de Tamara y Venus. Bendita la suerte de encontrarse cuando la fe estaba perdida. El loco amor de una ingeniera civil que encontró en la indigente con los ojos más hermosos del mundo todo lo que nec...