ᴠ - ¡ᴍᴇɴᴛɪʀᴏꜱᴀ!

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El corazón de Tamara latía como caballo desbocado en plena llanura, con su mano izquierda cubría inútilmente los rayos del sol para poder centrar la mirada en Venus aún asomada al balcón, pero era imposible, ni siquiera la gorra lograba protegerla

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El corazón de Tamara latía como caballo desbocado en plena llanura, con su mano izquierda cubría inútilmente los rayos del sol para poder centrar la mirada en Venus aún asomada al balcón, pero era imposible, ni siquiera la gorra lograba protegerla.

Esos preciosos ojos grises no resistían tan fuerte resplandor, trataba de achicarlos apaciguando el ardor; la poca paciencia que la vida le había otorgado se agotaba segundo a segundo, a decir verdad, ya estaba al límite.

- ¡Bajas o te bajo muchacha, tú decides!

Un estornudo desatado por la fuerte claridad la hizo estremecer, su cuerpo entero mostró una fuerte sacudida que dejó ver colgado de su brazo derecho aquel objeto de la discordia.

- Por Dios, es mi cámara - susurró Venus ingenuamente feliz al pensar que la había salvado por ella.

Mil preguntas pasaron por la mente de la joven como un torbellino, pero nada importó en ese momento, corrió de nuevo dentro del apartamento luchando para ponerse las botas de trabajo, el único calzado que tenía de rápido alcance pues había postergado el desempacar todo lo que había guardado en la maleta desde que llegó, solo sacaba lo esencial; no era una mujer de complicarse mucho, pero vaya que correr contra el tiempo desataba problemas.

- ¿A quién se le ocurrió inventar esto? - luchó sentada a la cama con el cordón del zapato, amarrarlos era un tema de desesperación para ella y casi cae nuevamente en la ardua tarea.

¡Al fin los tenía! Tomó las llaves cerrando con ímpetu la puerta, el único ascensor del edificio estaba en mantenimiento y sin pensarlo dos veces bajó la escalera corriendo con esa eufórica emoción de volver a ver a la escapista, cómo sabiamente la había llamado Ruth; lo que Venus nunca se imaginó es que la abuela acertó en algo más...

- Por Dios, debo empezar a hacer ejercicio - exclamó agitada con la mano en su pecho al llegar a planta baja recuperando un poco de oxígeno perdido por la actividad física - ¡Tamara, hola! - sonrió aun respirando profundo - me alegra tanto volver a verla ¿Que hace aquí?

- Me parece que esto es tuyo - agitó la cámara frente a ella, pero en un astuto movimiento la retiró antes de Venus poder agarrarla - ¿Creíste que sería muy fácil burlarte de mí, cierto?

- ¿Qué? - la sonrisa en sus labios se apagó al ver ese ceño fruncido frente a ella, con actitud altanera.

- ¡Claro, la buena Venus, la inocente! - achicó los ojos con profundo enojo - Escúchame una cosa niña, tener dinero y poder no te da derechos sobre los que sudamos cada centavo para poder llevarnos algo al estómago; estás muy equivocada si crees que me vas a manipular; así yo estuviera en venta no te alcanzaría todo el oro del mundo para comprarme.

- ¿De qué habla? Explíqueme porque no le entiendo nada.

- Ay "di qui habla" - repitió con sarcasmo acompañado de un gesto de burla en los labios - pero más estúpida yo, creyendo como siempre en quien no debo, ya sabía que tantas buenas intenciones eran basura - caminaba de un lado al otro hablando sin parar de forma, quitó su gorra de forma desesperada, acentuando la confusión - pero ahí voy, confiando, soy una tonta, mil veces tonta.

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