Capítulo 4.

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Había llegado el momento de la salida, haciendo que Masie estuviera nerviosa al no poder crear ninguna excusa conveniente para poder zafarse de lo que se vendría. ¿Podría ser malo dejarlo entrar en su hogar? Solo tendría que asegurarse que la interacción de Lucas y Cayden fueran limitadas, ni siquiera tendrían que encontrarse porque su hijo debería de estar acostado a punto de dormir y su niñera debería de marcharse en cualquier momento. 

El camino fue silencioso e incómodo, solo intercambiando un par de palabras al dictar la dirección de donde tendrían que ir. Cada semáforo parecía durar una eternidad, la tensión era palpable y ambos sentían el impulso de decir algo, pero nada parecía lo suficientemente bueno o conveniente para iniciar una conversación.

Para cuando Cayden aparcó el automóvil donde le indicó Masie, apenas quitó el seguro a las puertas cuando salió disparada hacía afuera y caminó hasta el ascensor con paso nervioso. La presencia que se hizo presente detrás suyo solo la hizo trastabillar y trató de calmarse, sacando las llaves de su bolsa para abrir la puerta.

—¿Mandy? ¡Ya llegué!—Habló cuando no vió a la muchacha que le hacía el favor de cuidar a su hijo en esos días.—Puedes dejar tus cosas aquí y pasar a la sala, ahora vuelvo.

Cayden asintió mientras la veía desaparecer por uno de los pasillos; Dejó su abrigo en el perchero y apreció las fotos de Masie con un niño, haciéndolo sentir raro. ¿Había rehecho su vida y ahora tenía una familia? No sabía porqué se sorprendía, intutía que su vida fuera del trabajo era próspera por todas aquellas veces cuando iba a buscarla y se encontraba con su oficina cerrada, preguntándose a donde había ido. Pero imaginarla con otra persona y formando una familia... Sí, se sentía como un mal sueño porque era la vida que había anhelado a su lado.

Pero Masie probablemente no lo había hecho, no a su lado.

Espantó aquellos viejos pensamientos que seguían atormentándole y se dispuso a dirigirse a la sala como le fue indicado, observando que las fotos familiares seguían apareciendo, de diversos tamaños y marcos coloridos. La imagen de aquel niño estaba por todas partes y en diversas edades, desde recién nacido hasta donde suponía como se encontraba en la actualidad, siendo todo un hombrecillo valiente posando para la cámara. Sonrió ante una fotografía donde Masie lo cargaba y él hacía un mal gesto de querer alejarse, y en la siguiente los dos sonreía a la cámara mientras pegaban sus mejillas.

—Perdón, ahora si podemos empezar a trabajar. ¿Algo que te pueda ofrecer de beber o alguna merienda? Tengo galletas, barritas, jugo de naranja y limonada, no sé si quieras algo más...—Cuestionó apareciendo detrás suyo, ignorando el hecho que se sentía observada al encontrarlo viendo sus fotos con su hijo.

—¿Y qué tal mejor solo un vaso de agua? Estoy algo sediento.—Sonrió mientras se aclaraba la garganta.

—Claro, puedes ponerte cómodo mientras traigo el agua.—Tan pronto como apareció se fue por el pasillo, dejándolo nuevamente solo. 

Tomó lugar en uno de los sillones y apenas iba a estirarse para agarrar el portafolio donde había recopilado los primeros planos cuando sintió una nueva presencia en la sala, volteó hacia el marco del pasillo y pudo observar una figura más pequeña asomándose.

—Hola.—Saludó con una sonrisa, volviéndose a incorporar y alzando su mano.

El niño entrecerró los ojos en su dirección, curioso por su presencia.

—¿Buscas a mamá?—Cuando el niño asintió, no supo como responderle.—Ella fue por agua, no tardará.

Cuando salió de su escondite, Cayden casi cayó de rostro al verlo frente suyo. Verlo en las fotos y verlo en persona era totalmente diferente, aquel pequeño era aún más hermoso al tenerlo frente a frente. Jugaba con sus manos y vestía un lindo pijama de color rojo mientras lo observaba con atención, y es que el pequeño juraba verlo de algún lado por las fotos que a veces husmeaba de su madre.

¿Quién era ese señor y por qué parecía reconocerlo? Apenas iba a dar un paso hacía él cuando una mano lo detuvo por la parte de atrás del cuello de su pijama, haciendo que no pudiera avanzar.

—¡Lucas! ¿No estabas a punto de dormir? Te acabo de arropar e hiciste que Mandy y yo te leyeramos un cuento, ¿Qué haces levantado?—Frunció el ceño al ver a su hijo en la sala y dejó los dos vasos de agua sobre la mesa de centro.

—Perdón, mami. Solo quería venir a ver.—Extendió sus brazos para ser cargado y Masie no pudo resistirse, cargándolo contra su pecho.

Soltó un suspiro y miró apenada a Cayden.—Perdón, ire a dejarlo a su habitación nuevamente, pero puedes ir adelantando que no tardaré mucho.

—Está bien, no te preocupes.—Se despidió del niño con un gesto de mano y los vió retirarse ahí.

Repitió el nombre en su mente, Lucas parecía alguien curioso y portando un aura inocente, pero lo que más le causó impresión es que ese era uno de los nombres que siempre había querido ponerle a uno de sus hijos. Ver a Masie cargando al pequeño y sonriéndole a pesar de que le hubiera desobedecido le causó una sensación familiar en su pecho, como si aquella fuera su familia y los tres estuvieran experimentando un momento hogareño. Se inclinó para beber del vaso y se enfocó en los planos que había sacado, tenían trabajo pendiente y si él se encontraba ahí era solo con la finalidad de trabajar.

No contaba con sentirse herido y desplazado repentinamente. 

—Ahora sí, podemos empezar a trabajar.—Masie volvió aparecer y tomó asiento en el sillón contrario, poniendo distancia.

—No sabía que habías formado una familia.—Comentó sin afán de molestar, solo quería acabar con el silencio que comenzaba a formarse. 

—No sabes muchas de mí actualmente.—Contestó con un tono duro.

No replicó ante ello, se enfocó en otro asunto.—Lucas es un nombre realmente bonito.

Mi hijo es hermoso, por eso decidí ponérselo.—Replicó.

—Y no digo lo contrario, tiene tus características, es un niño muy hermoso.—Confesó, levantando la mirada en su dirección.

No supo que decir, casi sentía que podría decir algo equivocado y que toda su mentira caería, por lo que frunció el ceño.—¿Podemos enfocarnos en el trabajo? La vida ajena no debería de interferir con lo laboral, solo estamos aquí para hablar del proyecto, no de mí o de mi vida.

—Lo siento, no quería incomodarte.—Se disculpó con un gesto apenado y empujó los diseños en su dirección.—Estuve trabajando en esto, puedes checarlo y decirme que te parece, podemos trabajar en ello o hacerle modificaciones hasta que a los dos nos convenza.

Se sentía mal, sentía que había sido grosera aunque él solo le hubiera hecho un simple comentario de su hijo, ¿Por qué debería de exaltarse tanto? Si seguía así solo lo haría todo más difícil.

Pero entre el comentario que su hijo le dijo mientras lo arropaba y luego bajar y ver a Cayden con su comentario... Tenía la necesidad de salir corriendo y volver a escapar, pero estaba harta de aparentar su vida en su punto y aparte. Lo único que la detenía es que no sabría como explicar las mentiras que estuvo manteniendo por tantos años.

Lo que no contaba y no recordaba era lo calculador y analizador que era Cayden, y al salir de su residencia después de avanzar lo suficiente, su mente no dejaba de maquinar con una sola cosa.

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