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POV. Madeleine

Clase, tras clase tras clase.

Maldito aburrimiento, miré por la ventana, varios minutos en silencio inmersa en mis pensamientos.

-Señorita López, ¿Me está escuchando?- Mire a el frente de la clase, la señorita Paige me miraba fijamente, su mirada arrogante de superioridad me molestó, "¿Cree que me tiene?,Oh claro que no".

-Claro señorita- Un destello se sonrisa se dibujó en sus labios -Bien, entonces no le molestará decirnos cómo es que Estados Unidos se involucró en la segunda guerra mundial -.

Pensé durante unos instantes -Si, se involucraron cuando Japón atacó el puerto estadounidense Pearl Harbor, estados unidos se unió al bando de Reino Unido, Francia, Inglaterra y demás países,y claro, nuestro país Pilell-.

La señorita Paige me miró por varios segundos, su cara mostraba claramente como no esperaba esa respuesta de mi parte.

-Es~es- Tartamudeo - Es correcto señorita López- Mi sonrisa burlona claramente la estaba más que humillando -Bien, sigamos con la clase -.

Mire a Silvia.

La sonrisa en su cara mostraba claramente que disfrutó la escena que acababa de presenciar.

-Eso fue bueno- Dijo en voz baja -Mas que bueno- Respondí yo -Mire nuevamente a la ventana, hasta que escuche sonar la campana.

Tome mis cosas, y salí del salón rápidamente.

Camine a la próxima clase, me senté en el pupitre, y espere a que comenzará a clase.

De repente, comenze a sentir un dolor punzante en mi cabeza, un dolor agudo como si me perforará una aguja.

-Carajo, tengo que irme- Dije mientras me ponía de pie.

-¿A donde vas?- Preguntó Silvia -Al baño, no me siento muy bien, me duele la cabeza -.

-Deberías ir a la enfermería, no al baño- Contesto Silvia mientras arqueaba una ceja.

-Ah, no importa, cúbreme, por favor- Silvia me miró por unos segundos, luego contestó.

-Claro, ve con confianza amiga- Hice un gesto de agradecimiento a Silvia y luego seguí mi camino.

Comenze a trotar en cuanto salí de el salón de clases, estaba desesperada.

Necesitaba echarme agua en la cara y calmarme un poco.

Luego de un rato llegué al baño de mujeres, me quedé de pie en frente de la puerta, y suspiré.

"Al fin", entre, y lo vi.

Era Robbie, de pie frente a mí en el baño de mujeres.

-¿Tú qué haces aquí?- Pregunté confundida,-Eh, yo, nada solo, mire para ver qué había- Dijo Robbie nervioso.

-No debes estar aquí, es el baño de chicas- -S~si, yo sé eso-.

-¿Entonces por qué estás aquí?- Pregunté ya irritada.

-Bueno, eh, ¿Por qué haces tantas preguntas?- Lo mire por un segundo, pude ver la desesperación en sus ojos, -Yo no soy el que está en problemas -.

Robbie sonrió, me miró, y luego hablo, -Según yo sé, deberías estar en clase ahora mismo-.

-Tu también- Lo señalé indignada, -Sabes que, yo, iré a decirle al director de esto- Volté hacia la puerta, comenze a salir, hasta que me vi interrumpido por una mano jalandome hacia atrás.

-N~no, no hagas eso, por favor, estoy aquí por una amiga- Robbie dió un pequeño vistazo hacia atrás.

-Ella, ¿Esta aquí?- Robbie asintió, imaginé que estaba allí para apoyar a su amiga, con una emergencia o algo así.

-Esta bien, no diré nada, pero, tú tampoco dirás nada, ¿De acuerdo?- Robbie asintió.

Asentí, me di la vuelta nuevamente para salir del baño.

Alguien me detuvo, la mire un instante con incredulidad, me quedé en silencio.

El silencio había inundado la habitación.

Quedé paralizada al ver a la prefecta Alexandra, con sus lentes grandes y negros y su cara amargada viéndonos a los dos.

-Me parece que no deben estar aquí- No lo pensé, ni si quiera mire a Robbie, era la única forma de salir de él problema casi impune.

-El me obligó, todo es su culpa- Dije mientras señalaba a Robbie.

El me miró, sus ojos se cruzaron con los míos y pude ver la ira en el.

Realmente no lo conocía, no me importaría mucho tenerlo de enemigo, "Y pensar que creí podríos ser amigos, la cagué un poco", pensé para mí misma.

-Bien, creo que los dos deben venir conmigo- Alexandra me tomo de la muñeca y luego a Robbie, sabía que nos llevaría a la dirección.

"Maldita suerte, maldito Robbie, malditos todos" grite internamente mientras caminaba.

Llegamos a la oficina del director, mire la puerta beige de madera.

Sabía que estaba en un problema grave, en el baño fuera de clases y con un chico.

Eso no se veía bien.

-Esperen aquí, en un momento van a entrar- Alexandra nos sentó en las sillas al lado de la oficina del director.

Toco la puerta, se escuchó a alguien decir que pasara, ella entró, y nosotros quedamos afuera de la oficina en silencio.

Estuvimos así durante varios minutos, hasta el decidí hablar.

-Yo he- -No- me interrumpió Robbie -No digas nada, yo sé que la cagué, pero, no tenías que echarme por la borda- Lo mire por unos segundos antes de responder.

-Eh, pues, yo no he echo nada, tú eres el pervertido aquí- Vi sus ojos encender en fuego.

-¡¿Pervertido?! Como te atreves, si tú ya sabes el por qué estaba allí- -Bueno, pues por como te ves, quién sabría si la amiga es real si quiera- La situación se había vuelto casi cómica, solo me quería burlar un poco del chico.

-Eres una- Robbie se detuvo antes de terminar la frase -Pensar que creí eras agradable, eres una persona malvada- Lo mire, era obvio que estaba molesto, más que molesto aparentemente me odiaba.

Claro, lo acababa de entregar en bandeja de plata a una expulsión, sentí remordimiento, pero ya no había marcha atrás, lo dicho dicho está.

-Lo siento, la ley del más fuerte, Robbie - Sonreí con malicia, mientras mi culpa me acomplejaba.

Robbie iba a responder, pero se vio interrumpido por Alexandra.

-Ya pueden pasar- Salió de la oficina del director.

Nos pusimos de pie, trague saliva, y entre en la oficina.

Ella es... ¡Bonita!Where stories live. Discover now