Yo por mi parte me estaba sintiendo extraña. Mi cuerpo se encontraba muy débil y en comparación a Adam yo había bajado muchas más libras que él. Tenía mucho sueño constantemente, me daban dolores de cabeza repentinos, y luego se iban. Me sentí así por días pero nunca le dije a Adam, no quería preocuparlo. Ahora es de tarde ya, supongo deben ser las 17h00 o más, no lo sé. Tengo justo en este momento un dolor de cabeza fuerte. Decidí acostarme y tratar de cerrar los ojos para que se pase el dolor.

-_____- gritó Adam. Me levanté de inmediato y vi que me estaba llamando al mar y fui. Pero no planeaba meterme, no tenía ánimos.

-sólo me quedaré aquí- le dije parada en la orilla del mar.

-vamos ven-insistió

-no quiero, en serio-dije. Adam por algún motivo que en ese momento no alcancé a comprender no me insistió. Salió del mar, se peinó un poco el cabello largo y caminó hacia mí. Me abrazó por la cintura y frunció el ceño.

-¿estás bien?-me preguntó preocupado.

-¿por qué preguntas?- dije asombrada. Adam se alejó de mí, estaba molesto.

-deja de responderme con otra pregunta por favor-dijo muy, muy serio.

-ok perdón-dije sonriendo y acercándome a él para abrazarlo. Adam puso sus manos en mi espalda pero luego de unos segundos empezó a examinarla. Se separó de mí y ahora estaba examinando mis brazos y mi clavícula. Puso sus manos en mi cara y yo no podía dejar de ver su rostro de preocupación, casi como si hubiera encontrado en mi piel, huellas de otro hombre.

-______ estás bajando de peso mucho-dijo preocupado, sus cejas estaban casi unidas entre sí.

-es normal, tú también lo has hecho-dije lo más tranquila posible.

-sí pero a mí no se me ve como a ti-dijo poniendo sus manos en mis brazos.

-no sé a qué te refieres- dije disimulando mi preocupación.

-_______ mírate los brazos, las piernas-dijo como un padre retándole a una hija. Adam dirigió su mirada a mi pantalón.-mira estos jeans, así no te quedaban-dijo y movía mi pantalón con facilidad, estaba muy flojo.

-pero que esperabas, sólo comemos coco y pescado cuando tienes suerte.-dije

-no cariño es que no es solo tu peso, no te ves bien. Estás pálida, tienes ojeras. No sé, el color de tu piel ahora es diferente.-dijo y puso sus manos en mi cintura-parece que ya no voy a agarrar nada cuando nos casemos.

-¿casemos? Jajaja mira Adam, no sé por qué dices que me veo mal, yo me siento muy bien; mejor míralo por el lado bueno.

-no hay nada bueno en verte pálida y sin gracia- dijo serio alejándose de mí.

-¡sí hay! Ahora me podrás cargar en tus brazos cuando pise otro pez globo.- dije y sonreí para que él lo hiciera también, pero no lo hizo. Adam me miraba aún preocupado, se quedó unos segundos examinando mi mirada luego miró a otro lado.

-seguro estás bien?-preguntó.

-ya te dije que sí, estoy bien Adam-dije abrazándolo, la verdad soy ahora muy buena mintiendo.

Ese día Adam y yo dormimos. O más bien tratamos de dormir. Yo estaba preocupada por mi salud, no sabía lo que tenía pero definitivamente no estaba bien. Le pedía a Dios que no sea nada grave, que sea sólo algo momentáneo. Adam por su parte se movía mucho, como si tampoco pudiera conciliar el sueño. Quizás estaba pensando en lo que me pasaba respecto a mi salud.

Después de unas horas quedé profundamente dormida.

Al día siguiente sentía menos fuerzas para levantarme, mis párpados pesaban y eso no era normal en mí. Entre Adam y yo, la que se despertaba primero, era yo; pero para mi sorpresa, Adam no estaba junto a mí. Masajeé mis ojos para enfocar bien donde estaba Adam. Vi que se acercaba a mí desde la playa.

-buenos días dormilona-dijo y se acercó a dejar un beso corto. Yo aún seguía sentada en la arena. Me dolía mucho la espalda, así que decidí arrimarme a la palmera. No le comenté a Adam de mi dolor.

-buenos días-contesté

-¿no pudiste dormir?-preguntó sentándose junto a mí. Tomó mi mano y entrelazamos los dedos.

-si pude-mentí.

-yo no-confesó.

-¿por qué no? ¿Te sentías mal?- pregunté preocupada.

-¡No! Es que estaba pensando en cosas-dijo bajando su cabeza. Ahora miraba nuestras manos.

-¿en qué cosas?-pregunté. Adam se quedó unos segundos en silencio. Miraba nuestras manos agarradas y luego suspiró. Yo sabía que algo andaba mal.

-¿aún tienes esperanzas de salir de aquí?-preguntó con un tono de voz muy débil. Aún miraba nuestras manos. Yo respiré profundo y arrimé mi cabeza a su hombro.

-cada día pierdo más las esperanzas-confesé. Adam arrimó su cabeza a la mía y apretó mi mano.

-¡sabes que yo no!-dijo. Me quedé sorprendida por su confesión. Yo había pensado que él estaba en la misma situación que yo, pero no era así. ¿ADAM TIENE ESPERANZAS? Pensé. Levanté mi cabeza para observarlo. Adam me miró.-creo que todas las esperanzas que has perdido, me las has dado a mí-dijo y rio.

-¿crees que vamos a salir algún día de aquí?-pregunté incrédula.

-Esa es mi esperanza. No sabes lo mucho que deseo poder llevarte a comer a mis lugares favoritos, llevarte a mi departamento, mostrarte mi estudio de grabación, mis fotos vergonzosas de la infancia. Quiero pasear contigo por mi hermoso Los Ángeles. Quiero una vida normal contigo, pero no aquí sino en mi casa. Y sueño con que nos rescaten un día.-dijo con ojos llorosos, llenos de fe. Jamás lo había visto así. Me enternecía escucharlo.

-Adam, yo también quiero eso. Pero por alguna razón que desconozco he perdido esa convicción.-dije triste.

-_______...hay dos cosas que no me dejaban conciliar el sueño ayer-dijo aún más preocupado.

-¿qué cosas?-pregunté angustiada. Adam miró al mar esquivando mi mirada, y respiró profundo. Volteó a mirarme y se acomodó para estar frente a mí.

- _______ necesito saber si aún piensas en Steve- dijo triste. Su cara reflejaba mucha tristeza. Por eso no había podido dormir. Mientras admiraba su gesto, examinaba mi mente. Trataba de recordar cuando fue la última vez que pensé en Steve.

SECUESTRADOS (Adam Levine y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora