Capítulo 14

1K 99 3
                                    

Leto corría sujetándose el abultado estómago mientras lloraba de dolor, era insoportable los continuos dolores y contracciones que nunca se irían más la gente que no la acogió por las órdenes de la reina.


Leto decidió ir a un templo de Zeus, sí el la ayudaría a ella y sus hijos.


Entró en los recintos y se plantó ante la estatua de Zeus.


¡Zeus mi señor! ¡os suplico vuestra ayuda! ¡Hera se ha vuelto loca me ha prohibido dar a luz en cualquier lugar con tierra firme!—


Un suave viento agitó sus cabellos desenredados y una figura apareció ante ella, Zeus con un quitón azul se apareció ante ella con ojos solemnes.


Leto en cuanto lo vio fue a sus brazos quien le correspondió gustoso.


Shshssssss tranquila mi querida Leto—


¡Oh Zeus no puedo más este dolor es insoportable! ¡dile a Hera que acabe todo esto!—


El rey de los dioses sostuvo las mejillas de la titánide y le sonrió dulcemente.


¿Porqué te tomas esas confianzas Leto? ¿crees que por que me acosté contigo puedes darte esos aires de grandeza? Y tampoco deberías hablar así de tu reina con ese descaro—


Leto se quedó helada.


Yo...—no entendía nada de lo que pasaba.


Zeus se reía de forma cruel que la hizo estremecer luego retrocedió unos pasos y su cuerpo brilló y para sorpresa y horror de Leto quien estaba allí no era otra que Hera en un vestido blanco luminoso y su bastón de oro rematado en un loto brillando tan letal como su portadora.


Hay Leto, Leto ¿como puedes ser tan ingenua? ¿de veras crees que mi marido vendría a tu llamada? Él no te ayudara sabiendo que eso provocaría más mi cólera, me temo querida que estás sola—


Leto sintió cómo las nauseas ascendían desde su estómago y su visión se volvió borrosa.


Esto es un truco Zeus no me abandonaría—pero ella misma empezó a dudar de esas palabras.


Hera sacudió la cabeza con burla—¿De verdad creías que eras especial?¿que se casaría contigo? No tienes ni idea de la cantidad de mujeres que han pensado lo mismo o que él les ha echo creer lo mismo, eres estúpida—


Leto furiosa encaró a Hera.


¡Todo esto es tu culpa! ¡me lo robaste...—no pudo terminar la frase porque acabó acorralada contra la pared y el bastón debajo de su cuello sin dejarla respirar.


No toleraré que un capricho pasajero de mi esposo como tú me hable así—siseó de forma amenazadora y con una furia y fuerza que aterraron a la titánide—Zeus no te ayudará, se mantiene al margen de esto me teme demasiado como para hacer algo, así que ha optado por salvar su pellejo sobre ti, tú no le importas nadasonrió viendo como el corazón de Leto se rompía.

Yo soy HeraOnde histórias criam vida. Descubra agora