Capítulo 8

1.4K 101 0
                                    

Desde aquella fiesta Zeus se dedicaría a cortejar a Hera, haciéndole magníficos regalos, estando con ella y encantarla con su humor y con bailes, hasta en una ocasión se puso en ridículo sólo por ella.


Fue mientras paseaban por los jardines cuando un fuerte viento arrancó el chal que la diosa tenía y fue a parar a una zona con barro.


Hera estaba consternada pero Zeus sin amedrentarse se remangó y fue a recuperarlo.


Déjalo Zeus es solo un chal te ensuciarás—dijo Hera, pero Zeus en un intento por impresionarla fue a por el chal con la mala suerte de que el suelo estaba tan resbaladizo que se calló quedando perdido de pies a cabeza de barro. Hera negó con la cabeza—¡Lo ves te lo dije!—


Hera fue a ayudar a su hermano con la mala suerte de que también se resbaló y calló en el barro, Zeus no pudo evitarlo se echó a reír pero paro cuando vio la expresión de su hermana. Antes de que pudiera darle unas disculpas su cara se llenó de barro, la diosa le había arrojado barro en la cara y ahora se reía. Pronto los dios iniciaron una guerra de barro mientras se reían a carcajadas, Hera jamás se lo había pasado tan bien ni se había reído tanto en su vida.


Zeus igual, en su infancia no hubo muchos juegos cuando intentaba desesperadamente escapar de su padre y ocultarse para algún día liberar a sus hermanos, así que esto para él fue como volver a la infancia viendo a la mujer que conquistó su corazón.


Sus hermanos los encontraron allí en el barro aún riéndose.


Pero no todo fue felicidad, con el paso del tiempo Zeus empezó a preocuparse aunque había avanzado mucho Hera todavía no había accedido a casarse con él y lo asustaba ¿y si nunca conseguía enamorarla y jamás quería casarse con él? Hera aún no le había dado una respuesta clara y le había pedido tiempo pues era una decisión muy importante.


Estaba tan enfrascado en sus pensamientos que no notó a la persona que entraba en la habitación.


¿Ocurre algo mi rey?—


La mujer que acababa de entrar tenía ojos azules y pelo rubio con una figura delgada pero curvilínea de sonrisa sensual, hermosa y un brillo travieso e inteligente en sus ojos.


¡Dana!Te he dicho que no entres sin mi permiso sabes que ya no puedes tomarte esas libertades —dijo molesto el dios del cielo.


Ella inclinó la cabeza en señal de disculpa.


Lo sé mi señor pero no he podido evitarlo al verlo así—


Zeus se calmó, no era culpa de Dana, estaba descargando sus frustraciones en cualquiera que se le cruzara y Dana además era una de sus sirvientas más leales y antigua amante, astuta e inteligente con una respuesta apropiaba en momentos de duda y confusión.


Se trata de Hera a pesar de todo sigue resistiéndose a casarse conmigo,ya no sé que hacer—

Yo soy HeraWhere stories live. Discover now